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Cuento de Pueblo Chico

#Cuento: Escala

¿Cómo robar a los pasajeros en un colectivo?

¿Cómo robar a los pasajeros en un colectivo?

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.


Cerca de las 17 hs, un colectivo interurbano ingresó a la ciudad desde el sur y en la parada cercana a la estación de servicio es solicitado por la mano de un pasajero. Subió allí un joven que pidió un boleto para Rosario, abonó en efectivo dejando el vuelto para el conductor y se sentó en uno de los últimos asientos. El transporte, una unidad con espacios para varias sillas de ruedas, no contaba con muchos pasajeros en esos momentos.
En su recorrido habitual, ingresando al centro de la ciudad donde entre otras personas, otro joven subió en la parada ubicada en la zona bancaria. Este también abonó en efectivo, con cambio justo, y se quedó de pie en el medio de la unidad. Y más adelante, sobre la ruta y la intersección con la calle Kenedy, un tercero ascendió quedándose de pie cerca del chofer.
El colectivo salió de la zona urbana con algo más de diez pasajeros además del chofer y estos tres jóvenes que en realidad se conocían y sus subidas al colectivo habían sido previamente sincronizadas. Todo pareció transcurrir de manera normal hasta que el último en subirse, se acercó al conductor, le muestró un arma que portaba en su cintura al levantarse discretamente su campera y le indicó: “no te pares por nada ni intentes nada que yo no te diga”. El empleado se dio cuenta de la situación, tragó saliva y apretó sus manos al volante; “dame tu celular” – le obligó el delincuente.
Para cuando el colectivo atravesó la vía de Dreyfus, otro de los jóvenes con arma en mano alzó la voz desde la mitad de la unidad anunciando que se trataba de un robo, pidió que se quedasen tranquilos y que entregasen los celulares y billeteras. Así es como entró en escena el joven sentado en los últimos asientos que con una bolsa comenzó a recoger los elementos de los pasajeros, algunos de ellos asustados y nerviosos. Y como si fuera mucho, una mujer puso algo de resistencia a la entrega de sus cosas de valor e hizo que uno de los delincuentes la obligara subiendo el tono de su voz.
Un operario de fábrica tomó disimuladamente su celular y entre su mochila, comenzó a escribir un mensaje de auxilio que enviaría a uno de sus contactos para que dieran aviso a las fuerzas de seguridad. Terminó de escribir pero su mensaje jamás quedó archivado en la bandeja de salida por falta de crédito. Cuando probó por segunda vez, un delincuente se percató de lo que estaba pasando y le retiró bruscamente la mochila.
Pasando frente a “Casa Joven”, en dirección contraria pasó junto a la unidad un móvil policial y aunque el conductor –sin que los asaltantes se percataran- hizo seña con las luces altas; los oficiales no se dieron cuenta del mensaje y continuaron con su viaje de manera normal.
Mientras que los delincuentes quitaban a todos los pasajeros sus cosas de valor, el ómnibus atravesó la principal parada del ingreso a General Lagos pero siguió por la ruta, dejando a varias personas con sus manos extendidas. Estas personas en la parada observaron el interior del colectivo y aunque se indignaron al verlo pasar de largo, ninguno se percató de lo que estaba ocurriendo en su interior.
Cruzó la siguiente parada de esa localidad y nuevamente abandonó la zona urbana impidiendo que dos personas descendieran donde querían hacerlo. Incluso el delincuente junto al chofer le quitó a este también sus pertenencias como ser celular, reloj de pulsera y billetera. Este último, cuando el colectivo cruzó frente al ingreso del Cotolengo, le indicó al chofer que en la siguiente entrada, dejara la ruta y se dirigiera para el lado del río.
Así entonces el conductor se desvió en dirección al rio y tras transitar algo de cien metros, frenó la unidad a la orden de uno de los delincuentes: “pará el motor y dame la llave” – le ordenó al mismo mientras que un vehículo se acercaba en sentido contrario y a marcha muy lenta. “Por el GPS de la unidad, la empresa ya llamó a la policía seguramente” – le informó el empleado intentando incomodarlos pero sin resultado.
“Se quedan adentro del colectivo sino regresamos y los matamos a todos” – manifestó un asaltante mientras su compañero confirmaba que el auto que se acercaba era el de su amigo, quien pasaba a recogerlos para culminar así con el operativo.
En cuestión de treinta segundos, los tres ladrones descendían del colectivo, se subían al auto donde los esperaba un cuarto integrante de la banda y se dirigieron hacia la ruta para perderse de vista en dirección a Rosario. “Tranquilos”- manifestó el empleado de la empresa de transporte a los pasajeros viendo que varios se pusieron de pie planificando una acción rápida. Y cuando pasaron los cinco minutos, finalmente optaron por bajarse y uno de ellos corrió unos doscientos metros hasta llegar a una casa y dar aviso a la policía.

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