Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia.
Se subió a la camioneta de tránsito junto a su compañera y salieron a la cacería. Aunque iba al volante se permitía desviar varias veces su mirada hacia los diferentes vehículos que pasaban a su lado, buscando alguna irregularidad que le permitiera ejercer su autoridad.
La primera presa fue Doña Olga, que salía con bolsos de mercadería del súper La Fiambrerita y se disponía a subir a su gracielita. Sonó la sirena de la camioneta y se apresuró a bajar para constatar la reglamentación de la bicicleta de la pobre señora, que no veía la hora de llegar a su casa para preparar el estofado para su familia.
“Señora, a su bici le faltan los ojos de gato, el cubrecadenas, un guardabarros y seguramente no tiene los papeles encima que demuestren que usted es su dueña” – le expresó el inspector.
Olga lo miró desconcertada: “pero buen hombre, mire cuantas bicis hay en el centro de la ciudad en las mismas condiciones que la mía…”
El empleado municipal hizo oídos sordos a la defensa de la mujer y le ordenó a su compañera cargar la bicicleta en la camioneta. Olga recibió su acta de infracción y tuvo que regresar a su casa caminando… A propósito, vivía pegadito a Prefectura.
Continuaron el recorrido. Unas cuadras más adelante, es su acompañante la que le indica la existencia de un auto estacionado en triple fila en plena calle San Martín y sin balizas. “¿y qué hacemos?” Pero el inspector observó el vehículo, un último modelo perteneciente a familias pudientes de la ciudad, y miró para otro lado: “avisame cuando veas en la misma situación a algún modelo viejo” – le pidió a la joven.
La próxima parada la hicieron frente a la plaza de juegos próxima a la estación de trenes. De lejos podía verse como un niño paseaba en su coche, un vehículo con muchos colores e imágenes de Disney, pero aparentemente con alguna irregularidad.
“Hey nene… ¿Dónde está tu mamá?” – le preguntó el inspector. El bebé lo miró como una hormiga que levanta su cabeza para visualizar a un elefante y, en ese momento, se aproximó su madre muy alterada.
“¿Ocurre algo inspector?” – le preguntó.
“¿Tiene los papeles al día ese vehículo?”
La madre tomó en sus brazos a su hijo, que estaba puchereando a punto de llorar, y expresó “es un coche para pasear bebés… No sabía que tenía que patentarlo.”
“No sólo patentarlo” – le comunicó el empleado, “veo que tampoco tiene bocinas, ni luces de giro, ni normas de protección y que su hijo estaba circulando sin cinturón de seguridad ni casco. Lo tendremos que remitir al corralón.” Al instante su compañera tomó el coche y a punto de subirlo a la camioneta el bebé largó su llanto, “y si el niño se hace el rebelde, me lo tendré que llevar a la seccional por resistencia a la autoridad” – culminó ante la mirada de la madre, que aún no salía del asombro.
Fue así que la camioneta se dirigió al centro de la ciudad, nuevamente para interceptar a un hombre que circulaba en moto en la esquina de L. de la Torre y San Martín, y quien tenía todo en reglas: “acá tiene, inspector, todos los papeles y usted me vio que venía con el casco puesto” – le expresó.
Pero el inspector estaba determinado a hacerle una multa, sea por cualquier motivo. Así que por varios minutos observó la motocicleta de lado a lado. A todo esto, por detrás de él pasaron varios adolescentes corriendo en motos tuneadas, con caños de escape libres, sin casco, sin papeles, alcoholizados y encima burlándose de los controles de tránsito.
“Veo que tiene su carnet de conducir falsificado” – le expresó el inspector al hombre, que abrió sus ojos como dos enormes huevos fritos; “acá dice que usted tiene sangre H positivo y no existe ese tipo.”
“Es una A, pero lo han escrito mal en tránsito…” – se defendió el conductor, aunque su explicación no fue convincente y obligó a los empleados a retenerle la moto hasta que se extrajera sangre en la clínica más cercana y demostrara cuál era su tipo.
La camioneta llegó a transito. El inspector se despidió de su compañera y subió a su auto para regresar a su casa. Era un vehículo con patentes vencidas, sin luces, sin freno, sin auxilio, con equipo de gas sin habilitación y por si fuera poco, su carnet estaba vencido hacía cuatro años.
La seguidilla comenzó en los barrios Matheu y Alvear pasadas las dos de la madrugada del sábado. Y culminó en barrio de La Carne a las cuatro. La firma "los Rosarinos" se atribuye los atentados.
El siniestro se dio este sábado por la mañana en el ingreso sur de la localidad. La víctima fatal era el conductor de uno de los dos vehículos, oriundo de Puerto Gaboto
Se trata de una hembra de pelaje negro. La misma fue rescatada en el interior de un depósito de la Prefectura.
Las obras se licitarán el próximo viernes a las 10. “Esta obra se enmarca en un plan de ampliación y refuncionalización de la estructura carcelaria del complejo que impulsa la gestión del gobernador Maximiliano Pullaro”, destacó el ministro de Obras Públicas, Lisandro Enrico.