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El olor nauseabundo que emana de los contenedores es insoportable.
La primera adquisición que hizo el gobierno del ex intendente Darío Gres fue en mayo de 2014 cuando Ricardo Mansilla estaba como Secretario de Obras y Servicios Públicos; y la segunda compra llegó en octubre del mismo año. Para ese entonces ya había unos 200 contenedores que fueron distribuidos “estratégicamente” y según la necesidad de cada barrio mediante, una supuesta, evaluación previa.
Sin embargo, los contenedores no dejaron de traer problemas y sendos inconvenientes para los vecinos ya que algunos no los quieren delante de sus casas y los corren de lugar o hay quienes le pusieron la dirección de sus viviendas, prácticamente adueñándose de ellos, algo que no dejó de causar malestar entre los propios vecinos de la cuadra donde fueron instalados. Aunque también vale mencionar que hubo quienes se pusieron contentos con su colocación y se mostraron más que agradecidos.
Lo cierto es que a la fecha, hay lugares en los que estos volquetes rebalsan de todo tipo de residuos y muchos han optado por prenderlos fuego ya sea para quemar la basura propiamente dicha o por el solo hecho de hacer daño. Pero más allá de esto, no hay que olvidarse tampoco que en este último tiempo se han multiplicado las quejas porque nunca se los ha sometido a limpieza alguna por lo que desprenden un olor insoportable y esto es un foco infeccioso que puede afectar, no solo al vecino que asiduamente lo utiliza para dejar sus bolsitas, sino también para los propios recolectores que mantienen a diario un contacto con los mismos.
La municipalidad entonces… ¿debería retirarlos de la vía pública o conservarlos y darle algún tratamiento especial para mantenerlos limpios?
