Jorge Ariel (El Flaco) Principi aclara que uno nunca está totalmente curado, pero hace 5 años que dejó de consumir. Su caso es un claro ejemplo de que se puede salir de la droga siempre y a cualquier edad, pero es fundamental la voluntad propia y mucho más fácil con el acompañamiento de gente que te quiere, como su mujer, Verónica (Fornaro), que un día decisivo cuando ya no pudo reconocerse en el espejo, le abrió la puerta, una vez más, para que encuentre la salida.
El Flaco comenzó su relación con la droga a los 23 años, cada tanto, y su consumo siempre estuvo ligado a “la joda”, a salir a bailar, hablar con alguna chica, divertirse. Nunca robó para drogarse ni se vio involucrado en una situación violenta. Pero en 2013, la muerte de su madre le provocó una angustia que no pudo canalizar por otro lado, y reforzó su consumo hasta llega a las peores circunstancias. “Cuando todo te sale mal, es peor. Me quedé sin trabajo en el remis, era un cadáver”, recordó. Decidió una vez más recurrir a Verónica, que volvió a aceptarlo con la advertencia de que era la última vez. “Yo tomé la decisión de dejar de consumir, ella siempre me lo venía diciendo, pero esa vez lo decidí yo, me quede adentro de casa 17 días sin salir, con cero consumo de droga y de alcohol, porque van de la mano”, compartió.
Verónica le consiguió un lugar en el hogar para adictos a cargo del Padre Fabian Belay de la ciudad de Rosario. Estuvo seis días ahí y se fue porque no lo dejaron recibir cigarrillos. Al día siguiente comenzó a participar de las reuniones de Narcóticos Anónimos (NA), por calle Pellegrini en la Iglesia del Carmen entre Roca y Paraguay. Fue durante cuatro meses de lunes a lunes y por cada mes de abstinencia lo premiaban con un llaverito de diferente color.
“Yo estaba entregado, no tenía otra opción. Quería recuperar mi dignidad. NA es un grupo de autoayuda, entran todos, te dan la bienvenida con un llaverito blanco, que significa la pureza. Cuando escuche las historias, me sentí Heidi, había un tipo que lo habían levantado de una zanja casi muerto. Un hombre me acercó y me dijo una frase que no me voy a olvidar nunca: ‘Acá te damos dos herramientas, la sartén y el aceite, los huevos los tenés que poner vos’”.
Cuando logró comenzar a reacomodar su vida, comenzaron a surgir las oportunidades impensadas. Edgardo Ferreyra y Claudio (Culi) Giancrisostemi lo convocaron para participar de un programa deportivo en Radio Dixi: “Ellos me abrieron la puerta para que trabaje de periodista y se la bancaron aún sabiendo que a no todos les gustaba. Yo no sabía lo que era una radio, el Culi me quiso dar una mano y a mi me vino bárbaro porque había que tener mente y manos ocupada. Estaba todo el día en la radio, íbamos para todos lados, y eso me ayudó muchísimo”. También comenzó a trabajar con la empresa que hacía el recambio de las vías del ferrocarril, en la jornada más exhausta posible. “De falopero número uno, pase a periodista y laburante con recibo de sueldo y todo”, resaltó.
Jorge dejó de frecuentar los lugares y amigos de consumo. “No me peleé, los veo y los abrazo, pero ya no me junto”, aclaró agregando que todos lo incentivaron para alejarse cuando les contó que quería dejar de consumir. “El que quiere consumir consume sin problemas en Arroyo Seco, Fighiera, Lagos, Júpiter y en la luna. Lamentablemente en este país, se consigue en cualquier lado por más control que haya. Por eso lo más importante es la convicción personal”.
Hoy se considera un hombre nuevo, el ganador de una batalla que inició Verónica, con el apoyo de su tía y de su hermana. Además recuperó la relación con su hija: “Aldana es un sol, una piba correctísima, hoy tenemos una relación plena. Se me dio todo. Lo que más valoro es la familia”, culminó orgulloso de su historia de superación.