Los canallas cayeron 1 a 0 ante el Millonario, por la segunda fecha del torneo Inicial. El único tanto del cotejo lo marcó Andrada a los 35 minutos del segundo tiempo. Los de Ramón se quedaron, haciendo poco, con un partido para el olvido
Central perdió el partido del dolor. El equipo canalla salió a enfrentar a River con la tragedia de la ciudad en la cabeza. Y cayó ante el Millonario por 1 a 0, en el marco de la segunda fecha del torneo Inicial. El gol del encuentro lo marcó Federico Andrada a los 35 minutos del segundo tiempo.
Fue un encuentro para el bostezo, con abundancia de errores a la hora de la cesión del balón y escasas jugadas elaboradas. De hecho, sacando el tanto del juvenil millonario, las ocasiones más claras del cotejo fueron dos de Central: una en el primer tiempo, con un centro de Lagos tras penetración de Luna que nadie pudo conectar; otra en el segundo, con un disparo bajo y tibio de Encina, casi sin ángulo, que tapó Barovero.
Fue más Central, en el marco de un compromiso con pocas luces. Defensivamente, sufrió sobre todo por el costado que defendió Ferrari, aunque River no tuvo volumen de juego como para inquietar demasiado a Caranta. Salvo un remate de Lanzini, incómodo, que detuvo el arquero canalla, y la lesión de Rafael Delgado, que acabó con la rodilla dolorida tras una fuerte trabada, no hubo demasiado más para contar. Pero siempre Central dejó la sensación de ser algo más.
En el complemento, la tónica no cambió. Con el despliegue de Carrizo y la jerarquía de Nery Domínguez, la pelota estaba más en campo local. Pero cuando parecía que el choque se sumiría en el ostracismo del quizás merecido 0 a 0, llegó el gol que definiría la historia: centro al área, mala defensa de los jugadores centralistas y cabezazo sin resistencia de Andrada, que entraba como un tren al área chica junto a Álvarez Balanza, para estampar el 1 a 0.
Tras el grito millonario, se produjo la expulsión de Fabbro por una patada de locos a la cabeza de un rival y un cabezazo de Abreu que detuvo sin despeinarse Barovero. No hubo tiempo para la reacción auriazul, que esta vez se quedó sin argumentos para poner en jaque la seguridad de un River sin brillos. Que ganó solo porque acertó en una de las pocas que pudo generar.