Desde hace tiempo viene observándose cómo los sectores más conservadores de la iglesia católica hacen frente, casi siempre en forma controlada, a los avances puestos en marcha por Jorge Bergoglio, el papa Francisco.
Este fin de semana se produjo una situación que deja al descubierto ya toda una tendencia "anti Francisco" y que es puesta en el tapete por la prensa australiana y británica. Se trata de la homilía del cardenal de Australia, George Pell, escrita en latín y que él no pudo leer "por razones de salud", pero que fue expuesta en la principal misa de esa nación por otro sacerdote en su nombre.
Pell fue lapidario: dio a entender que el argentino puede ser el falso papa número 38 y no el verdadero número 266 de la Iglesia. Y dio indicios de cisma: "En los próximos 12 meses tendremos la tarea de explicar la necesidad de la conversión, la naturaleza de la misa y la pureza de corazón de las escrituras para recibir la Sagrada Comunión".
El periodista británico Andrew Brown, especializado en temas del Vaticano del diario The Guardian, se mostró preocupado. Escribió que "hasta ayer estaba seguro del relato liberal que sostiene que las reformas de Francisco son imparables. Pero la reacción conservadora ha sido tan feroz y de tan extensa repercusión que por primera vez la posibilidad de un cima parece algo más real que distante".
La iglesia católica ha tenido hasta ahora 37 pontífices "falsos", cosa que fue recordada en su homilía por el máximo exponente de esa religión en el país insular. Ser "falso", implica para los católicos que "lo envió el Diablo" y no Dios, por lo que la alusión es más grave que un simple levantamiento interno: se acusa al pontífice argentino de ser lo que se denomina "un antipapa".
La presidenta de la Cámara de Diputadas y Diputados celebró que el cuerpo legislativo “sea la casa anfitriona de un acontecimiento histórico como es la reforma de la Constitución de Santa Fe” y anticipó que la actividad legislativa “no cesará sino que va a convivir” con el proceso que se inicia el próximo lunes.