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José González, el profe de los barrios

Imagen de José González, el profe de los barrios

Por Florencia D´Alonzo

En los 20 minutos que duró la nota, sentados en el bicicletero del Ramón Carrillo, unos cuatro chicos que pasaron le gritaron “profe” y lo saludaron. José González es conocido en los barrios más necesitados y ganó ese reconocimiento a fuerza de mucho trabajo.

Tiene 60 años, nació en Avellaneda provincia de Buenos Aires, se crió en Entre Ríos, y ahora vive en Rosario. No milita en ningún partido pero viene de familia peronista, y asegura que heredó de su padre su costado social. Ingresó a la Municipalidad de nuestra ciudad durante el gobierno de Darío Gres, recomendado por Miguel Stegman para participar de la descentralización de los talleres barriales. “Fue como el sueño del pibe” recuerda de la convocatoria, agregando que aún conserva el mismo cargo, coordinando esos talleres.

Actualmente trabaja en el Centro Comunitario Virgen de Luján, en el Centro Cultural Guillermo Furlong y en la huerta orgánica municipal. También realiza algunas intervenciones en el Centro de Cuidado Infantil del barrio San Francisco. Hace más de 40 años que trabaja con el arte. Es actor, director y profesor de teatro, dibujante, escritor y también se destaca en la fotografía. Viaja todos los días desde Rosario, llega a las 8 de la mañana y se va a las 17, a veces a las 21, y hasta vuelve algunos fines de semana. “A veces en mi casa dejo una foto”, comentó entre risas.

Comenzó sus clases de teatro a los 16 años con “Pepe” Costa, un profesor que daba clases en Arroyo Seco durante el periodo de la dictadura y al que recuerda como “un gran maestro”. También estudió Bellas Artes. Antes de ser convocado por el gobierno radical participó de una experiencia en el barrio Triángulo de Rosario y de varias actividades de la Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia.

“Todo lo aprendido lo he podido volcar gracias a los dos gobiernos que han creído en mí y que me apoyan con las cosas que hago”, expresó.

El centro comunitario Virgen de Luján está ubicado en calle Independencia al 2000, en el fondo de la calle que agrupa a los barrios carenciados, al límite con el arroyo Seco. Allí se ofrece copa de leche y talleres de guitarra, apoyo escolar, dibujo y percusión.

“No es un trabajo para cualquiera, hay que estar abierto a nuevas experiencias. Ves situaciones duras, uno ha tenido que aprender a tomar la distancia necesaria para que no te afecte demasiado. Las vemos todos los días, no es el lugar ideal para vivir. La personas allí hacen lo mejor que pueden por sus hijos, y uno está ayudando con eso. A veces uno se siente entre la gente del barrio y las autoridades, si me tengo que poner de un lado, me pongo del lado del barrio. Este trabajo es así. Es un lugar límite del sistema social ideal. Vivimos en esas márgenes donde va quedando la gente con pocas posibilidades y que lucha mucho por tenerlas”.

Solamente una vez, en sus 10 años de trabajo en el barrio Virgen de Luján también conocido como Las Ranas o Nasurdi; un grupo de jóvenes lo pararon para intentar cobrarle el famoso “peaje”, una exigencia de dinero para poder pasar por el lugar. “Le expliqué que era profesor, terminamos comiendo unos bizcochos y seguí mi camino. Cuando la gente habla de inseguridad enseguida piensa en el barrio, y en el barrio puede haber las mismas malas personas que hay en cualquier lado. Para mí es un lugar seguro, a mí la gente me quiere, me protege, nunca me robaron. No hay nada que me de miedo en el barrio la verdad”. Recordó que cuando abrieron el centro comunitario, el lugar sufrió un robo de ollas, pero después la gente empezó a valorar el trabajo y entendieron que “si se cierra sería una pérdida muy importante para ellos”.

jose

Sobre las necesidades que pueden detectarse con el trabajo barrial, explicó que aumentaron en el último tiempo, pero no conoce por ejemplo, chicos con problema de desnutrición en nuestra ciudad. Situaciones especiales que se advierten son comunicadas a las áreas pertinentes, y tienen relación fluida con la escuela 6036, el Centro de Salud, el CAF, y la Secretaría de Desarrollo Social, que es desde donde surge la actividad. “Los talleres son como una excusa”, reflexionó entendiéndolos como una forma de establecer un lazo social del Estado con el barrio.

Sobre cómo se siente con su trabajo respondió “muy contento y muy cansado también” a esta altura del año, y al preguntarle cómo maneja la angustia que puede generarle alguna situación que advierte, comentó: “Uno tiene que transformar todo eso porque si no abandonaría, le estaría fallando al niño. No hay lugar para angustiarse, hay que solucionar las cosas lo más rápido posible, y deslindar responsabilidades cuando hay cosas que nosotros no podemos hacer”.

Las particulares fotografías que realiza y que pueden apreciarse en su página de Facebook, se convirtieron en una forma de hacer arte rápido en sus entretiempos, porque no le sobra mucho tiempo para sentarse a inspirarse. “Tengo el ojo entrenado para eso”.

Finalmente recalcó que trabaja junto a mucha gente a la par que con mucho esfuerzo hace posible las actividades. “No soy el único. Hay mucha gente que trabaja conmigo, agradezco a muchas personas que nos escuchan, y también están las que no, que también les agradezco porque sé que ahí no tengo que ir más”, pronunció sonriendo.

Fuente: La Posta Hoy, edición 614

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