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Televisor y celulares, los privilegios de Grassi en la cárcel de Campana

Son algunas de las comodidades que tiene el cura, que pasa sus días en el depósito de comida. Un informe de Clarín había adelantado que entregaba alimentos a cambio de seguridad.

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Julio César Grassi cumplió 310 días en prisión. Ayer, el programa de televisión Periodismo para Todos denunció que el cura, condenado a 15 años de prisión por abuso sexual a menores de edad, desvía donaciones de la Fundación Felices los Niños hacia el penal de N° 41 Campana. Hace dos meses, Clarín había contado cómo vive Grassi en el penal.

El sacerdorte de la Diócesis de Morón está aislado del resto de los reclusos. Está todo el día encerrado en el depósito de alimentos, donde ayuda a ordenar el lugar y, básicamente, deja que el tiempo transcurra lento. Ahí montó una especie de oficina. Se despierta todos los días cerca de las 7, cuando un agente penitenciario lo pasa a buscar por su celda.

En el depósito de cocina, el cura acompaña al encargado del sector. Ceba mate y ayuda con el papelerío. "Organiza los partes de racionamiento y esas cosas. Pero nada de cocinar. Nunca corta una chuleta", había comentado una de las fuentes a Clarín. Un rumor, ahora sostenido por la investigación de PPT, indicaba que Grassi donaba alimentos a cambio de seguridad: no por miedo a que lo mataran, sino porque todos le pedían algo cuando lo veían.

Grassi vuelve a su celda, que comparte con otro interno, recién a las 18. Un rato después recibe la cena y duerme o disfruta de uno de los privilegios con los que cuenta: su televisor LED de 21 pulgadas con conexión a una señal satelital. Según trascendió, en la última requisa detectaron que tenía cinco celulares con los que se comunicaba con el exterior.

Fuente: Clarín

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