Desde hace cuatro años, esta mujer joven, madre de tres hijos, afirma que la Virgen le pide que hable y transmita su mensaje que se resume en dos palabras: conversión y oración.
Brazos en alto. Los asistentes al estadio Gabino Sosa mostraron su fe y muchos de ellos se desmayaron y lloraron de emoción. Foto: S. Toriggino. La Capital
Rosario.- Controvertida y creíble, María José Reynoso, la mujer de Centeno que dice ver a la virgen María Rosa Mística estuvo en Rosario donde congregó a cientos de personas en la cancha de Central Córdoba. Los participantes cantaron, lloraron y muchos se desmayaron en un desborde de fervor popular.
Desde hace cuatro años, esta mujer joven, madre de tres hijos, afirma que la Virgen le pide que hable y transmita su mensaje que se resume en dos palabras: conversión y oración. Esto generó un fenómeno en Centeno, donde ya se está construyendo una capilla, y se extendió a otras localidades. Ayer llegó a Rosario.
La gente dice que se cura de males físicos y también espirituales. Desde antes de las 14, el público empezó a llegar tímidamente al estadio Gabino Sosa, de Virasoro y Juan Manuel de Rosas. Lo primero que hacían era ponerse en fila para tocar a la "madre", una imagen de la virgen María Rosa Mística.
Media hora más tarde, se empiezó a sentir la voz de María José, que caminaba entre la gente y se dejaba tocar y abrazar. Desde el micrófono contó que hace poco recibió tres mensajes nuevos de la virgen. Habló de humildad, de ser hermanos, de dejar de pelearse unos con otros y pidió la conversión "porque todavía no creen", antes de agregar: "La Virgen ya no sabe qué hacer para que creamos".
Ambiente. En medio de cantos y aplausos empieza a prepararse el ambiente para una fuerte experiencia de fe. María José pide a la gente (entre el público hay mujeres grandes y jóvenes, hombres que vienen de trabajar y niños) que se ponga de pie y cierre los ojos.
Ella está en medio de la cancha donde se instaló el micrófono y los potentes parlantes. Solicita a todos que levanten los brazos al cielo y se despliega un acto conmocionante. La gente canta y llora. La música suena fuerte y la letra habla de sanación, de dejar los problemas en manos de Dios y de implorar la paz.
Los colaboradores se desparraman rápidos y avezados entre la gente. Saben qué va a pasar. Y es que en el correr de los minutos hay personas que empiezan a temblar y se desmayan. Ellos están atrás para sostenerlos. "Cuando vemos que alguno tambalea corremos porque sabemos que se va a caer. Es un una caída en el descanso espiritual", explican. María José se mezcla entre la gente y con el micrófono en mano dice: "Estás sano, en el nombre del Señor" e impone su mano sobre la frente.
Cuando termina la música, la gente abre los ojos. La vidente expresa: "Veo mucho dolor", al experimentar el sufrimiento de la gente que se afloja y deja entrever sus angustias. El público sigue pasando por delante de la imagen de María y la besa. Hay personas en el piso, como dormidas. "Las tocó Dios", explica la vidente que no cuenta con la aprobación eclesiástica.
Estigmas. Este año María José vivió algo nuevo: los estigmas de Cristo. Según explicó ayer, en Cuaresma, cuando se acerca la Semana Santa, sufre fuertes dolores en las manos y en los pies. Pero en esta oportunidad los dolores se materializaron en heridas sangrante en cada una de sus manos. "El lunes sangró por primera vez" cuenta y señala que tiene fuertes dolores, pero "peor fue el de la Madre cuando vio morir a su hijo en la cruz". Muestra sus manos y asegura que la Virgen le pidió que lo hiciera.
"Yo sé que no me van a creer, ya me lo dijo la Madre en el último mensaje, pero yo lo tengo que hacer" y agrega que ella es "instrumento de María".
No desconoce la situación que atraviesa la ciudad. "Estamos en un momento de crisis en el mundo entero, por eso la virgen nos pide que recemos y ya no sabe cómo hacer para que le creamos. Está triste y sé que van a venir tiempos peores", asegura quien a pesar del silencio oficial, clama en voz alta "¡Viva la Iglesia!".