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Tras aportar la información a la policía, le incendiaron el auto, un negocio y balearon la casa de sus padres. "Las familias de los adictos estamos desprotegidas", dijo.
Foto: Archivo La Capital
Pérez.- El caso de Betina Zubeldía parece calcado al de otras familias que son atravesadas por el flagelo de la droga. Madre de un chico adicto, no duda en mover cielo y tierra para sacarlo de infierno de las drogas. Una vez, con la firme sospecha de que el muchacho ya era un consumidor, lo siguió para averiguar dónde compraba estupefacientes.
Así, cuando tuvo la certeza de donde quedaba el búnker, denunció a los narcos con todos los detalles a la policía. Ese fue el comienzo de un calvario por partida doble. En cuestión de pocos días le incendiaron el auto, un negocio y balearon el frente de la casa de sus padres.
Betina contó que su hijo se sumergió en el mundo de la droga, primero a base al consumo de alcohol "para evadirse. El problema es que es una droga legal, se puede conseguir en todos lados como si nada. A nadie el importa y no se hacen las inspecciones que corresponde, y la bebida se vende de cualquier cosa".
"Cuando el cuerpo ya se acostumbra a recibir el alcohol, empiezan a probar otras sustancias como la marihuana y en una segunda etapa se pasa a la cocaína", remarcó Zubeldía."Sobre la marihuana queremos la despenalización, pero no la legalización. Eso no lo pedimos para la gente grande. En un adolescente o un niño, el cerebro está en pleno proceso de desarrollo. Los daños que se producen en un órgano de un chico no son los mismos que en un organismo ya desarrollado como el de un adulto", agregó.
