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Vuelta a la sequía: tras las lluvias, crecen las chances de que llegue La Niña en el verano

Después de la gran cantidad de agua caída en la región por los efectos de El Niño, modelos predictivos internacionales pronostican un cambio rotundo hacia fin de año

Foto: Héctor Río

Foto: Héctor Río

Las cifras récord de lluvias en Rosario y la región pasarán a la historia en unos meses, ya que si bien queda un posible remanente de precipitaciones, diversos modelos predictivos climáticos dan amplios porcentajes de posibilidades para que el fenómeno de La Niña vuelva a desarrollarse en la región, con lo que vendrá un período de sequía y con amplitud térmica.

Las estimaciones surgen de una comparación de modelos predictivos del clima elaborado por el Instituto Internacional de Investigación sobre el Clima de la Universidad de Columbia (IRI, por sus siglas en inglés), Estados Unidos. En el gráfico se toman más de 30 modelos predictivos de diferentes institutos a nivel mundial.

Según datos de la Oficina de Riesgo Agropecuario de la Nación (ORA), desde la primavera hay un 70% de probabilidades de que se desarrolle el fenómeno de La Niña, tendencia que aumenta a 74% en el trimestre septiembre-octubre-noviembre.

La Niña repercute en la región a partir de un enfriamiento por encima de lo normal de su temperatura media en el Océano Pacífico, y establece condiciones del tiempo en las que hay pocas lluvias y gran amplitud térmica. Actualmente, el 69% de los modelos predictivos tomados en cuenta por el IRI indican que las aguas del Pacífico serán más de 0,5º más frías, lo que representa condiciones de un fenómeno más intenso.

En la estimación también hay un pronóstico de consenso de expertos por fuera de los modelos de los institutos, que va en la línea de ese 69% y que prevé que se desarrollará La Niña intensa hacia fin de año.

Fase neutral

La observadora meteorológica Vanessa Balchunas, en diálogo con La Capital, coincidió con esta estimación que se dará luego de que El Niño se vaya. La “fase madura” de enero ya pasó y en estos momentos el fenómeno se encuentra debilitado, en pleno pasaje hacia la fase neutral.

“El Niño tiene fecha de caducidad pero todavía, como ocurre con estos fenómenos, sigue afectándonos toda la humedad que ha ingresado durante la primavera y el verano. La gran cantidad de lluvia acumulada en diferentes regiones aportó humedad y permitió la generación de nubes que aportaron lluvias en el Litoral, pero no en zonas productivas”, explicó. Y detalló sobre La Niña que “puede aparecer y durar de 9 meses a 3 años, como ocurrió la última vez. Son períodos secos, de gran amplitud térmica, que afectan a los suelos y la vegetación”.

A ello, sumó: “La gran cantidad de lluvia acumulada aportó humedad para lluvias pero no permitió que la situación de los productores se favorezca, porque si bien se ha dado un mejoramiento, no se pudo hacer una reserva adecuada ante la posibilidad de un cambio rotundo de las condiciones climáticas”.

Si bien las lluvias durante este verano fueron mucho más consistentes que en los tres veranos anteriores, la cantidad de agua caída no es suficiente para afrontar una eventual Niña fuerte, según explicó a La Capital el investigador Néstor Di Leo, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Reserva escasa

En consonancia, Di Leo aseguró que las precipitaciones intensas sirven como reserva para el próximo cultivo de trigo, en invierno, pero esto no asegura una humedad adecuada de los suelos para fin de año.

“El problema es lo que sigue después, en el cultivo de verano (soja, maíz, girasol y sorgo), porque si toca La Niña fuerte vamos a tener un escenario muy restrictivo, con riesgo muy alto. Ahí hay que jugársela y esperar a marzo o abril de 2025 para ver qué resultó. Eso va a depender de lo que llueva durante el verano”, explicó Di Leo, que es ingeniero agrónomo.

En tanto, Balchunas comentó que la fase más intensa de La Niña “sería después de unos meses que aparezca, como pasó con El Niño, que comenzó a mitad de año pero sus efectos aparecieron durante el verano y, en nuestra zona, repercuten principalmente en este otoño en curso”.

“De ser así, La Niña nos traería un verano completamente diferente al que tuvimos. Será más seco, con gran amplitud térmica”, agregó.

Acciones de mitigación

El investigador indicó que sugieren acciones para disminuir el impacto de estos cambios bruscos del clima en los cultivos.

“Desde lo productivo hacemos mucho hincapié en mantener en buenas condiciones de funcionamiento a los suelos, porque ofician de esponja. Si esa esponja tiene más capacidad para almacenar agua, te va a poder amortiguar mejor en los períodos de déficit hídrico y el impacto va a ser menor”, explicó Di Leo, para agregar que “va a disminuir el rendimiento pero no va a ser tan crítica la situación”.

En tanto, agregó que se puede evitar la “erosión hídrica con las terrazas, que ayudan a conservar el agua y mantienen el suelo en buen estado. El agua no escurre tan rápido y hay más oportunidad para infiltrar, en lo principal, en esta zona”.

Fuente: La Capital

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