Su nombre es Rafael Vivas, tiene 36 años y desde finales del año pasado está viviendo en una casa detrás del cementerio San Roque. Su hogar es precario, cuenta con agua potable gracias a un vecino, no tiene cocina ni garrafa, sino que hace fuego con un brasero y tampoco tiene luz eléctrica.
En la actualidad trabaja en la ciudad de Rosario como mecánico, pero debido a la pandemia, recién esta semana pudo volver a la rutina. Durante estas últimas semanas estuvo subsistiendo mediante la colaboración de vecinos y amigos.
Ayer, al regresar de Rosario se encontró con que personas desconocidas habían entrado a su casa. “Llegué y tenía todo abierto, me llevaron mercadería, frazada, campera, un televisor, un equipo de música, herramientas”, detalló.
Tras advertir lo ocurrido solicitó presencia policial, hizo la denuncia y esta mañana PDI estuvo en el lugar.
No hay datos sobre las identidades de los ladrones. Aunque allegados le comentaron que habrían visto a dos individuos que se movilizaban en moto.
Éstos habrían sido los responsables del hecho y Rafael contó que hasta incluso se cocinaron, comieron y le dejaron los platos sucios.
Estima que son personas que conocen sus movimientos y que sabían que él iba a estar ausente durante largas horas. Por ello, se tomaron todo el tiempo necesario para revolver y hacer lo que quisieron dentro de la vivienda.
Lo que necesita ahora es algo de alimentos, frazadas, ropa de cama, abrigos de invierno y todo lo que le puedan acercar será muy bienvenido.
También admitió que ya está intranquilo en ese lugar y que le interesaría mudarse. Si es posible como cuidador de alguna otra propiedad.