El equipo canalla puso lo que había que poner para revertir la suerte que le fue esquiva hasta los 92 minutos, cuando Abreu marcó para poner el 1 a 1 final, haciendo justicia y frenando la caída canalla.
Abreu empuja la pelota hacia el arco tras el rebote de Campestrini. Fue el 1 a 1 cuando el partido se moría.
Primera imagen: Caranta sacando de cabeza en la empanada. Al toque, rebote desgraciado en Delgado en un disparo de Furch y Jonathan Gómez, justo él, de zurda marcaba la apertura. Al toque, una pelota más perdida por Encina con todo el equipo en ataque, contraataque letal, pase perfecto de Caraglio para Gómez, justo ellos, y gigante el arquero canalla para evitar el segundo.
Ultima imagen: todo el equipo auriazul metiendo por enésima, centésima vez, la pelota en el área rival, todo el estadio empujando, contagiando y contagiados por el esfuerzo, las ganas y, también el fútbol, ¿por qué no?, de jugadores que no se quieren dar por vencidos ni aún vencidos. Y el gol, el esperado, casi heroico, de Sebastián Abreu para poner algo más de justicia en el marcador a los 92’.
Un 1 a 1 al fin de Central en el Gigante ante un rival durísimo, mezquino y estructurado como siempre como Arsenal, que vaya que tiene target de primera y no por nada se pavonea en lo más alto. Un punto al cabo, que no dice demasiado para los promedios, pero que acaso tenga mucha más relevancia si es el símbolo del antes y el después de este regreso canalla a primera. Como las imágenes que entregó el partido, que abultaron el álbum de las últimas en cantidad y calidad, como para creer en un despegue pronto y posible.
Y es que Central en ese inicio de partido quedó atrapado en sus propios fantasmas, para colmo acicalado con actores de un pasado que todo el mundo quiere olvidar. Más allá de este tiro en el caño de Lagos a los 3’, Arsenal lo agarró mal parado cada vez que se lo propuso. El gol de Gómez estimuló los peores presagios por dos razones: porque el equipo de Russo amagó con seguir cayendo por el tobogán de sus últimas actuaciones, sobre todo la de Tigre, y porque, se sabe, para los sistemas tácticos de Alfaro, muy útiles en esta clase de clubes donde se juega sin la presión de la mayoría, estar 1-0 de entrada, con un rival nervioso y necesitado enfrente, es papita pa’l loro
Pero a los 18’ minutos, cuando la pelota se fue besando el palo izquierdo de Caranta en un tiro libre que pareció cabecear Delgado hacia atrás, se terminó toda la ambición de Arsenal para seguir aprovechándose de los padecimientos auriazules. Y sin prisa ni pausa, Central fue inclinando la cancha hacia Campestrini, tendencia que claramente se acentuó en todo el complemento hasta convertirse, sin exagerar, en un monólogo. Tanto, que el remate de Sperduti antes del empate deAbreu fue el único tiro al arco visitante en toda esa etapa.
Pero a esa mezquindad, Central le puso lo que había que poner: además de esa cosa que empieza con “h”, buscó de todas las maneras posibles. Con atolondramientos, es cierto, sobre todo de Encina y Medina, muy activos. Con pinceladas del distinto que sin dudas es Becker y que ojalá lo asimile rápido. Con la insistencia de Delgado, con los cambios bien hechos y a tiempo de Russo, sobre todo por el aporte gigante de Abreu para generar huecos ahí donde Arsenal nunca los dejaba. Así, ya antes del empate a los 92, la tribuna aplaudía la propuesta y ni que hablar cuando la red al fin se movió.
Dicen que la última imagen es la que cuenta. Si así fuera, y se aplica para lo que vendrá, Central puede empezar a acomodar los tantos. Vale frenar la caída. Vale el punto, claro que sí.