Se intensificaron los controles hasta 15 cuadras a la redonda del Beira Río a sabiendas de que muchísimos simpatizantes no pudieron adquirir su boleto para el partido de esta tarde ante Nigeria.
En una mañana con humedad extrema, una marea de argentinos se dirigía hacia las inmediaciones del estadio Beira Río, con vallados de hasta 15 cuadras a la redonda y decenas de controles, a sabiendas que la mayoría de los hinchas que llegaron del país vecino no tienen entradas para el partido ante Nigeria.
Algunos argentinos ya aguardaban frente a las vallas más alejadas, otros confraternizaban con un grupo de hinchas nigerianos que bajaron de dos micros para desayunar en uno de los enormes parques que rodean este estadio remozado.
El estadio abrió antes de las 9 a la prensa y también a la mayoría de los trabajadores administrativos afectados al Mundial.
A los argentinos se los podía ver en todos lados, caminando al estadio, festejando en los parques mientras residentes de esta tierra sureña hacían sus sesiones de footing, o algunos aferrados a un “culote” de botella con fernet con cola como si así hubiera permanecido desde la noche en uno de los boliches de la zona de Caixa Baja.
Directamente, la zona del Parque de la Armonía, donde muchos argentinos pernoctaron a modo de camping, fue una especie de embajada vestida con los colores celeste y blanco entre los motorhomes, carpas y casas rodante de algunos de los casi 100 mil hinchas que llegaron para alentar al seleccionado en este último partido de fase de grupos.