El pasado miércoles, el Gobierno Provincial autorizó mediante un decreto la habilitación de la actividad natación como deporte para ser practicada en lugares públicos o privados, obviamente respetando protocolos adecuados a la pandemia por Covid-19. Esto, hizo prever (o por lo menos aventurar) de que Labarra Olímpica podía reabrir la parte de las piletas tras una dura situación dentro del parate, estipulación que fue descartada por el referente de la entidad, Lucas Ciarniello, asegurando que ese sector aún no estará disponible: “El protocolo es difícil de cumplir en cuanto a la cantidad y posibilidades que tiene nuestra pileta para trabajar”, contó el profesor.
Lucas, explicó concretamente por qué las piletas de Labarra seguirán sin acción: “Más allá del distanciamiento, el no uso del vestuario sólo aplicable a cambiador, la utilización de un solo baño y las demás medidas que contempla el protocolo base que es el que hizo la Secretaría de Deportes, la imposibilidad que tiene la pileta es que al no poder chicos de 12 años asistir a actividades deportivas le quita una población muy importante de participantes y esto hace muy difícil el sostenimiento y el mantenimiento, por eso es imposible que abramos”. Además, agregó que “estamos en pleno invierno, menores de 12 años no pueden venir que es el grupo fuerte de la pileta, y el otro grupo que es bastante grande también es el de los adultos que vienen a hacer rehabilitación, aquagym o a nadar, que también queda excluido de la actividad. Imagínate que la gente se va a tener que ir sin ducharse, porque no se pueden usar las duchas, son todos impedimentos que hacen que la pileta siga cerrada. La población que utiliza la pileta se achica mucho y hay que ver de esa población que tenga permitido cuántos vendrían, es un espacio que necesita mucha gente para mantenerse”.
A pesar de la vuelta de algunas actividades físicas como zumba y las propias del gimnasio, la situación económica de la institución es demasiado difícil: “Es complicado porque todo está restringido en cuanto a la cantidad de gente, horarios donde hay momentos que vienen muy pocas personas, la no utilización de todo el equipamiento, en fin, es una de las situaciones más duras desde todo punto de vista”, soltó Ciarniello.
Por último, aventuró que “todo es difícil, desde lo económico como así también desde lo emocional, porque son 30 años de trabajo que pueden verse derrumbados en 3 o 4 meses”, esperando a su vez que esto pase: “Pienso que volver a la situación anterior a cuando empezó este parate va a ser dificilísimo, por más que se intente restablecer y esto mejore”, cerró.