Sintesis Química: solo una planta abandonada

Crónica de un final anunciado. Así está hoy la planta a metros del río Paraná en la zona rural de Fighiera. Una industria que supo emplear a unas cuarenta personas en la producción de agroquímicos y hoy es solo un predio abandonado, lleno de pastos altos y con pocas chances de reactivarse. Sin embargo, tres personas sin trabajar siguen perteneciendo a la firma comercial.

El cambio de gerencia, la situación económica desde la asunción del gobierno de Mauricio Macri, los altos incrementos de impuestos y una mala administración financiera hicieron el combo perfecto para que la empresa sea lo que es hoy en menos de dos años. En el medio, una incansable lucha de operarios, el acompañamiento del Sindicato, la colaboración de las autoridades comunales y el deseo de que se reactive. Nada de eso pasó.

La deuda de sueldos y jornales comenzó a crecer hasta ser más que representativa para los operarios que, en su mayoría, son de Fighiera. Se sumó una producción frenada por cambios de servicio en el principal cliente de la planta. Entonces comenzaron primero las reuniones en el Ministerio de Trabajo de Rosario, donde nunca un titular de la firma se presentó a dar explicaciones de lo que estaba pasando más allá de su representante legal.Y allí aparecieron algunas promesas que nunca se cumplieron: cada cuánto, algunos de estos empleados recibían escuetos depósitos en sus cuentas y la imposibilidad de solvencia del día a día, creció hasta volverse insostenible.

Al no producir y no cobrar lo que correspondía, los operarios dejaron de presentarse en la planta. Allí algunos percataron que un representante de la firma comenzaba a vaciar las instalaciones llevándose cosas, lo que obligó la intervención de la Comuna que dispuso para los trabajadores un escribano que constató todo lo que allí había para algún otro posible vaciamiento. Luego, sin respuestas, algunos hicieron una toma del predio que duró un par de días ya que debían hacer changas y otras labores para llevar el dinero a sus hogares. Y la empresa, sin dar respuestas.

La planta sin personal fue causa suficiente para que desconocidos una noche ingresaran al predio y robaran maquinaria liviana de la misma. Allí, la compañía opta por emplear a tres personas de vigilancia en calidad de monotributistas. Estos, no solo que no cobraron, se quedaron sin trabajo sino que además, sumaron una deuda con el AFIP por el incumplimiento del pago desde Síntesis Química.

Las reuniones con los delegados, Sindicato y representante comunal se trasladaron al nivel nacional. Allí, aparecieron los dueños de la empresa que poco interés mostraron en la planta de la vecina localidad a diferencia de otra con la que cuentan en Florencio Varela. Hubo intentos para que el principal cliente y comprador vuelva a embotellar y producir en Fighiera, pero no hubo caso. Y al final, desde Buenos Aires, lo único que se logró es un subsidio especial del Ministerio de Producción del Gobierno Nacional pero solamente si eran despedidos.

Entonces, al tiempo pasó lo que ninguno de los treinta y nueve operarios anhelada o quería. En realidad, porque todos tenían la esperanza de que un día la fábrica volviera a reactivarse y un buen empresario, regularice la deuda contraída. Pero por el contrario, comenzaron a llegar los telegramas de despidos. En el grupo de whatsapp, allí iban comunicándose la mala noticia y viendo qué seguía. Y primero a uno, luego a otros y posteriormente a treinta y cuatro de ellos.

Estas personas despedidas pudieron tramitar el subsidio de Nación y este mes, comenzaron a cobrar el primero de ocho depósitos especiales equivalente aproximado a la mitad del sueldo recibido. Que tampoco es mucho para quienes hace tiempo vienen acarreando deudas en impuestos, obra social y créditos. Y por su parte, algunos con el abogado del Sindicato y otros con el patrocinio particular, iniciaron las acciones legales a la firma que nunca manifestó cómo iba a abonar lo que les adeudada desde largos meses.

Pero los despidos siguieron. Días atrás, otros dos de los cinco que continuaban en relación de dependencia, también recibieron los telegramas dejando en la otra vereda solo a tres que tampoco están trabajando, no cobran sueldo y ni tampoco pueden recibir el subsidio nacional. Son quienes eran delegados cuando la planta estaba activa. Pero que tampoco pueden renunciar para no perder los privilegios de su antigüedad. Son los que para muchos de quienes eran sus compañeros, son los que tuvieron suerte y privilegios; pero que en realidad, están en la misma condición, o peor, que el resto.

Sí, porque lamentablemente en todo tiempo de lucha y resistencia, entre los treinta y nueve operarios hubo diferencias. Aunque todos querían trabajar y cobrar principalmente, no quedaron afuera de las intenciones empresariales que buscaron el desgaste y un débil compañerismo más fácil de manejar. La cuestión es que cuando había reuniones, todos ellos tenían en claro que lo único que buscaban era el bienestar en sus finanzas porque de ello depende sus familias. Sumándole el pesar de saber que hoy en día, la reinserción laboral es casi una misión imposible sea por la política nacional, sea por las edades, o simplemente porque Síntesis Química es otra de las varias industrias que cerraron sus puertas en la zona.

Al final, hoy no es más que una fábrica abandonada. Con tres o cuatro perros que se adueñaron del predio como quizás recordando cuando allí hubo gente que les dio de comer. Con un silencioso montacarga cuyas uñas quedaron levantadas, como retrato de los tiempos en los que se usó para consolidar cargas. Con pastizales y yuyos por todos lados. Con oficinas, portería y salas con vidrios y aberturas rotas probablemente por las tormentas o por desconocidos que hayan ingresado vaya a saber para qué. Con depósitos y galpones silenciosos, probablemente adueñados por palomas o roedores. Y con el resultado de la acción y decisión de empresarios que nunca pensaron ni pensarán en los operarios que pasaron por allí.