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24 de MARZO

Nieta recuperada: “Desde niña soñaba con botas grandes que hacían mucho ruido”

La historia de Victoria Torres, de Fighiera, nieta 64 recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo.

La historia de Victoria Torres, de Fighiera, nieta 64 recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo.

Victoria Torres: actualmente reside en Gálvez pero hasta hace cinco años, vivía en Fighiera. Es mamá de tres niñas: una de catorce, una de diez y una beba de un año. Es docente, psicóloga social y estudia abogacía. Es nieta 64 recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo y conocer su historia, en este día especialmente, nos ayudará a entender la significación de la identidad y lo repudiable que fuese el proceso tan oscuro de la historia de nuestro País.

Siempre escuché que los militares perseguían a los que consideraban peligrosos, los apresaban, los torturaban y los mataban. También aprendí que los niños de estos desaparecidos eran apropiados o abandonados en diferentes lugares. Todo eso me enseñaron en la escuela. No obstante, tengo que admitir que no hay relato más vivo y difícil de comprender, que el que se cuenta en primera persona. Aquí es donde aparece Victoria, quien muy amablemente prestó de su tiempo para relatarme su historia.
En octubre de1980 una nena de unos tres años fue dejada en la puerta del Hospital del Niños de Rosario junto a una leyenda que rezaba “Me llamo Victoria. Mis padres no me pueden cuidar. Que Dios los ayude. Gracias.” Y a través del procedimiento legal correspondiente para la ocasión, un Juez la otorga en adopción al matrimonio Torres de esa localidad.
“Aunque sabía que era adoptada desconocía que era hija de desaparecidos y siempre tenía la sensación de que no era hija única” – me cuenta Victoria que recuerda, cuando en el año 1999, con unos veinte años, mientras estudiaba magisterio en Arroyo Seco empieza su interés en saber qué había pasado en realidad con sus padres que, hasta donde se sabía, la habían abandonado. Y por entonces, sus padres adoptivos le informaron que en realidad su fecha de nacimiento y dni, fueron inventados como parte de la sentencia de adopción.
En que mas allá del cartel que la acompañaba cuando fue dejaba en la puerta del Hospital, no había otros datos del paradero de sus padres. Y así, mediante estudios médicos y radiografías de sus dientes y manos, se determinó una fecha de nacimiento probable para su identidad reflejada en su documento nacional.
Pero tiempo después, algo sucedió dando inicio a una nueva historia que Victoria comenzaba a conocer pero de la cual, en realidad, ya era protagonista. Un día domingo al mediodía, mientras ojeada un ejemplar del diario Clarín ve en una publicación de nietos buscados por Abuelas de Plaza de Mayo, su propia foto de pocos meses; “empecé a gritar soy yo. Me reconocí en esa imagen y sabía que era yo la de esa foto” – relata agregando que el epígrafe de la misma indicaba su verdadera identidad: María de las Victorias Ruiz Dameri.
“Al día siguiente mi tío se comunica con el diario y nos dan en contacto con Abuelas” – detalla indicando que posteriormente ella en persona, dialogó con Estela de Carlotto; quienes desde la Asociación ya estaban al tanto de su existencia y su probable vínculo con hijo de desaparecidos. A los veinte días, tras el examen de ADN correspondiente, se determina su verdadera identidad y además, es informada, que contaba con otros hermanos.
Los padres biológicos de Victoria, Silvia y Orlando habían nacido en Buenos Aires. De jóvenes ambos militaban en la organización Montoneros, tras el inicio del golpe de estado se vieron obligados a exiliarse radicándose en Suiza. Al momento en que salen de Argentina, en 1977, el matrimonio tenía un hijo llamado Marcelo. Ya en Suiza, nace María de las Victoria un año después. Y en 1980, tras haber también viajado por Cuba, deciden regresar al país en el marco conocido como la Contraofensiva; pero en mayo de ese mismo año, toda la familia es secuestrada y llevada detenida en la ESMA.
Al momento de llegar a la Escuela de la Armada, Silvia se encontraba embarazada. De ese lugar, en el que permanecieron casi por un año, Victoria tiene recuerdos muy sensibles y distantes a la vez; “Me acuerdo de las columnas. Me acuerdo de estar atada a una cama elástica muy vieja y que había mucha gente” – cuenta. Incluso ya con la verdad a la luz, comprendió el porqué de muchos de sus sueños recurrentes; “de niña siempre soñaba con botas grandes que hacían mucho ruido y con payasos.”
Es que seguramente esas botas que imponían temor, eran la de aquellos represores que tenían a las muchas familias en ese centro clandestino de detención. Allí, su mamá da a luz a una tercer niña, Laura. Y posteriormente, los tres menores fueron separados; Marcelo dejado, de manera similar a Victoria, pero en una Casa Cuna de Córdoba y la beba recién nacida fue apropiada por un represor.
“Ellos pensaron que nunca nos volveríamos a juntar” – manifiesta Victoria en relación a sus hermanos; y quien tras el resultado positivo de ADN conoció a su hermano Marcelo en la sede de Abuelas en Buenos Aires. Años atrás, el hermano mayor, que también había sido adoptado por otra familia, ya había recuperado su identidad en 1989. “Fue un encuentro lindo, porque me permitía entender eso que guardaba en mi interior y que me decía que tenía hermanos” – agrega. Y luego ambos viajaron a Bariloche para conocer una abuela, mamá de su papá.
¿Cómo lo tomaron en ese momento sus padres adoptivos? – Victoria me responde que sus padres fueron de fierro y que en el momento en que Estela de Carlotto le comunica el resultado por teléfono, su papá, un querido vecino de Fighiera, le manifestó que podía morirse en paz sabiendo que ella había recuperado su identidad. “Y tuve el apoyo incondicional de ambos hasta el último momento de su vidas” – agrega.
Pero ese hilo que recién comenzaba a separarse del ovillo de su verdadera historia, reveló al año siguiente de descubrir su identidad, el paradero de su hermana menor; la que su mamá dio a luz en el sector denominado “La Huevera” -–que era también una sala de torturas– de la ESMA mientras era asistida por el capitán médico Carlos Capdevilla y una compañera de cautiverio. Testimonio de sobrevivientes también indicaron que su familia también estuvo secuestrada un tiempo en el Centro Clandestino de Detención “Quinta de Pacheco.”
Años después, sobrevivientes de la ESMA manifestaron en un juicio contra Azis, haber visto a los Ruiz en el Centro de Detención: “Silvia estaba muy panzona, con un embarazo muy avanzado y a pesar de eso fue torturada por el propio Azis” – contaron. También denunciaron que Silvia y sus tres hijos fueron llevados a una quinta que el grupo de tareas de la ESMA alquilaba en General Pacheco. “A la mujer” –relataron– “le cortaron el proceso de lactancia mediante la aplicación de inyecciones”.
El ex prefecto fue el mismo represor que torturó a ese testigo junto con su hijo de apenas veinte días: “Me amenazó: ‘Si no hablás, le reviento la cabeza contra el piso a tu hijo’. le dije que no tenía nada que decir, entonces me lo puso en mi pecho y me pasó corriente eléctrica” – es parte de su relato ante el Juez.
Las Abuelas tenían fuertes sospechas acerca de que este mismo represor, tenía en su poder a la tercera hija del matrimonio Ruiz Dameri. Incluso ya se había comprobado que se había apropiado de otra hija de desaparecidos, Victoria Donda, también nacida en la ESMA, quien recuperó su identidad en el 2004. Pero a pesar de los indicios que permitían pensar que la segunda niña anotada como hija propia era Laura, la joven se negó por años a realizar los análisis inmunogenéticos. Y finalmente, la Jueza Dra. María Servini de Cubría, ordenó realizar un procedimiento judicial para obtener pruebas de ADN a través de objetos personales de la joven entonces en el 2008, los resultados confirmaron que se trataba de Laura.
A diferencia de la relación con su hermano Marcelo, Victoria cuenta que nunca su hermana Laura mostró interés en recuperar el vínculo familiar biológico. “Ella estuvo con un apropiador, que es el mismo que torturó a mi vieja” – asegura tratándola de entender. No obstante, también recupera el vínculo con otros dos hermanos mayores, hijo del primer matrimonio de su padre con quien sí mantiene relación hasta el día de hoy.

La Posta Hoy: ¿Se pudo saber cuál fue el destino de tus papás?
Victoria Torres: “No. Pero Abuelas tiene la sangre de mi familia para ser comparados entre cualquier cuerpo que aparezca en relación con los desaparecidos. Ojalá algún día pueda saber qué paso con ellos o tenga, al menos, un lugar donde poder llevarles una flor. Hasta hoy continúan desaparecidos.”

¿Cómo fue tu cuestión legal de tu identidad con la que tenías en un DNI?
“Como hubo una sentencia legal de adopción, la Justicia determino que debo usar mi identidad del DNI. Además porque nací en Suiza y el proceso de documentación original es muy complicado de recuperar. No obstante tengo mi partida de nacimiento y biológicamente mañana es mi cumpleaños.”

¿Saben tus hijas mayores, tu historia?
“Sí. Y cada vez que lo hablamos sé que es parte de que jamás se pierda lo que sucedió en la historia. La nueva generación debe saber lo que pasó. Mi hija mayor, bisnieta de Abuelas de Plaza de Mayo, hoy ya cuenta mi historia con mucha emoción.”

¿Qué representa cada 24 de marzo para vos?
“Tiene que ver con poder encontrar a los desaparecidos, que cada familia sepa dónde están y el deseo de que las Abuelas un día puedan llegar a abrazar a sus mas de 200 nietos que no están. Es para seguir buscándolos y que haya memoria, verdad y justicia. No podemos permitir, por ejemplo por estos días, que los represores sean beneficiado por el arresto domiciliario.”

La verdad, tarde o temprano, sale a la luz; creo que no hay mejor frase para describir la historia de Victoria quien me agradece por la entrevista y mi interés en cada parte de su relato. Relato cuyas partes conmueven, dejan un sabor amargo y por momento, no me permitían encontrar palabras para continuar con las preguntas. Solo sé que pude comprender, de cierta manera, la historia de los nietos recuperados que pudieron reconstruir su historia que el terrorismo de Estado, por entonces, les quiso robar. Ojalá NUNCA MÁS haya botas grandes que hagan mucho ruido. Ojalá NUNCA MÁS vuelva a ocurrir.



Fuente: La Posta Hoy - Marzo de 2018

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