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Sociedad

Donación de órganos: Hay otros niños por ahí que tienen un pedacito de mi hija

La historia de superación de Cristina Vega.

La historia de superación de Cristina Vega.

“No se puede pasar algo peor que esto”, así inició Cristina Vega su crudo relato haciendo referencia a la pérdida de hija, quien al momento de fallecer tenía solamente diez años. No obstante, en su dolor, decidió donar los órganos de su nena para ayudar en la calidad de vida de otros niños. Y hoy, desde su pueblo natal Fighiera, milita fervientemente la importancia de ser donante, “pueden salvarse otras vidas”, puntualizó.
Conocer su historia nos obliga conocer la de su hija, “Vane era una nena sana. No nació con ninguna enfermedad ni problemas. Iba a quinto grado, amaba a los animales, jugaba al fútbol, practicaba natación y le gustaba andar en bici. Corría el año 2007, y todo comenzó con vómitos y diarreas. La internaron en la clínica Maiorano donde con suero lograron que mejore. Pero cuando estaban por darle el alta, el doctor Buttori decidió hacerle una placa y luego me llamó a solas”, cuenta. Allí, el profesional le informa que su hija tenía un corazón muy dilatado para su edad entonces, con la complejidad de ese diagnóstico, fue derivada al Hospital Rosendo García para hacerles otros estudios más avanzados.

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“El corazón se le estaba endureciendo y no sabían qué le pasó. Durante dos meses le hacían estudios pero ella no mejoraba y luego un médico nos informa que Vane necesitaba un trasplante de corazón de manera urgente porque tenía un virus en ese músculo que no lo dejaba latir. Ahí comenzó otra pesadilla, y decidimos entonces hacer una consulta en el Garraham”, contó indicando que pudo viajar por entonces a Buenos Aires gracias a un aporte que le hizo la Comuna dado que no contaba con el dinero para hacerlo de manera particular.
“Los médicos allí me dicen que mi hija entraba en emergencia nacional y que quedaba en terapia. Después tomaron la decisión de conectarla a un corazón artificial en tanto comenzamos una campaña pidiendo por un donante. Salimos por radio y televisión. Fue muy desesperante, porque era esperar que alguien pierda la vida para poder salvar a mi nena”, relató. Por entonces, esta iniciativa contó con el apoyo de todo el país de manera solidaria, durante meses, quien difundió la foto de Vane junto a su perrito pidiendo por un corazón.
“Pero todo se complicó en los últimos veinte días antes de su fallecimiento. Tuvo un derrame cerebral por la medicación que tomaba porque eran drogas muy fuertes. Fue operada, pero no se logró nada. Solo pedíamos que deje de sangrar su cerebro. Y aparece un corazón, pero era demasiado tarde. Vane no pudo seguir, entonces en un momento me dicen que ella ya no estaba y que era solamente una máquina la que la mantenía”, agregó Cristina con nudos en su garganta. Contó que ese corazón fue trasplantado a otra nena que también estaba en emergencia la que sí pudo salir adelante.
“Mi hija tiene que vivir de alguna manera”, se planteó y es ahí en el momento de su inminente pérdida, que como mamá tomó la decisión de que los órganos de su nena sean donados a otros niños. “Ella falleció a las 18:35 hs, y firmamos todos los papeles -menos por las corneas-. Y allí, la psicóloga Liliana Perrini, Jefa del Incucai en Bs As se quedó toda la noche, en silencio, junto al cuerpo de mi hija hasta que aparecían los receptores de esos órganos.”
Así fue, como la historia de superación de Cristina llegó a otros ámbitos; y el lunes pasado, en el Día Nacional del Donante de Órganos, participó de un homenaje a su hija en el izamiento de la insignia principal al pie del Monumento a la Bandera de Rosario. De este acto, también participaron el director del CUDAIO, Dr. Armando Mario Perichón; y Alejandro y Silvia Trivisonno, papás de Antonnella, con una historia similar que es emblema de esta causa. Justamente esa fecha fue elegida porque el 29 de agosto de 1999, cuando Anto tenía seis años, un accidente de tránsito le arrebató la vida; y sus padres decidieron donar los órganos de la niña.
Cristina asistió el emotivo evento acompañada por el presidente comunal Rodolfo Stangoni y fue recibida por la concejala rosarina Daniela León; donde también estuvieron otros familiares de donantes y receptores. “No lo podía creer. Se lo prometo cada día a Vane por lo que luchó para seguir. Y me sirvió para salir del encierro porque a veces es duro, ella sigue faltando. Tengo otra hija, pero una no reemplaza la falta de otra. Me da paz, aunque no la tenga, el saber que hay otros niños por ahí que tienen un pedacito de mi hija.”
¿Pudo saber cómo mamá quiénes fueron los receptores de los órganos de su hija? – “no, no lo sé”, respondió. “Cuando velábamos a mi nena, me llamaron diciéndome que otros cinco niños habrían de mejorar su calidad de vida gracias a Vane. Pero no sé si estaría preparada para saber quiénes son. Hay familias que quieren saber quién fue el ángel o la familia del donando, pero en el Cudaio no te dan esa información. En estos años me escribió y se acercó mucha gente, pero no lo sé. Sé que la decisión que tomé fue la correcta, porque alguien sí donó un corazón que no llegó para ella y yo tenía que hacerlo. Quizás en algún momento aparezca un llamado y sea de alguno de los receptores, pero hoy no lo sé.”
Finalmente, hoy Cristina es una luchadora incansable en defender y promocionar diferentes campañas de concientización sobre la importancia de ser donante de órganos, junto a otros padres y madres de todo el país. “Estamos solos porque no hay mucha difusión. Incluso, hay gente que no la tiene clara. Nos choca cuando alguien viene y te dice ‘yo no soy donante porque trafican con eso’. Primero hay que informarse porque no es cierto de que alguien que tiene plata puede ir a la vuelta de la esquina y comprar un órgano. Aunque respeto los que piensan diferentes, lo tienen que vivir como lo pasé yo para entender que ser donante es algo que vale la pena. Después de todo, los órganos no van al cielo.”

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