Dos mujeres que permanecieron entre diez y veinticinco años como internas del convento católico de las Carmelitas Descalzas, de Nogoyá, en donde se investigan casos de tortura, privación ilegítima de la libertad y reducción a servidumbre, declararon en la causa que lleva adelante el fiscal federal Federico Uriburu.
Las ex monjas, una oriunda de Paraná Campaña, que estuvo más de diez años como interna del convento, y otra que permaneció en el monasterio cerca de veinticinco años, declararon durante casi 6 horas junto a Uriburu y la procuradora adjunta, Cecilia Goyeneche.
Según voceros judiciales, las dos ex carmelitas comenzaron a declarar cerca de las 19 del viernes y finalizaron pasada la 1 de este sábado En su declaración detallaron “la forma de vida dentro del convento” de Nogoyá y “ciertas actitudes de superiores” que formarán parte de la investigación, en tanto que confirmaron el uso de cilicios y flagelos, látigos de unos 40 centímetros con puntas.
El fiscal a cargo señaló que la causa investiga “los posibles delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y reducción a servidumbre, además de posibles hechos de violencia”. Si bien “ninguna de las religiosas que hay es menor y el ingreso es voluntario”, en base a las declaraciones de las ex monjas “se investiga si fueron forzadas de alguna manera a permanecer encerradas, ya que las religiosas que estuvieron ahí y se fueron tienen otra visión”, explicó.
En tanto, recordó que el médico policial constató que “no hubo casos de desnutrición, aunque el chequeo fue muy superficial y nada invasivo”, debido a que el hábito religioso sólo deja ver las caras y las manos de las internas.
El allanamiento motivado por una denuncia periodística se realizó durante la madrugada y mañana del pasado jueves en el Monasterio de Carmelitas Descalzas ubicado en Nogoyá, donde se hallaron elementos de tortura y autoflagelación como látigos y cilicios.
Al intentar ingresar personal policial y judicial, la superiora del lugar “resistió el ingreso de los funcionarios judiciales y policías que tras unos minutos lograron forzar la puerta” en tanto que al ingresar “no hubo necesidad de revisar cada cuarto porque se aportaron en forma voluntaria una cantidad de cilicios y látigos, pequeñas fustas de unos 40 centímetros”, detalló Uriburu.
El homicidio ocurrió en Calle 1.818 al 3900, donde la víctima, de 22 años, fue baleada en la cabeza y en el tórax
Una adolescente recibió un disparo el cuello, en la zona oeste. Un hombre resultó baleado en el rostro y las piernas, en zona sur. Y un joven fue atacado con un arma blanca tras una presunta discusión de pareja.
Se registró este martes a media tarde en una zona cercana al puente de la ruta 34 que pasa por el curso de agua, a muy pocos kilómetros del acceso a Rosario por el noroeste. Se aguardan las pericias correspondientes para determinar la identidad y las circunstancias del hecho