El Centro de Asistencia al Suicida Rosario cumplió 25 años receptando llamados de personas al límite que buscan ayuda.
“Mi vida no tiene sentido” o “no puedo seguir viviendo así’” son las frases más comunes que reciben los operadores telefónicos voluntarios del Centro de Asistencia al Suicida Rosario (CASR) cuando alguien llama al 4724646 en busca de ayuda. Hace exactamente 25 años que la psicóloga Mirian Ledesma escucha historias tremendas, gente angustiada que del otro lado de la línea espera contención: “Nuestra tarea, frente a la llamada, es privilegiar la escucha, intentamos por medio de determinadas maniobras operativas, que se despliegue un texto, una historia”, explica la profesional que en 1988 comenzó como telefonista y hoy coordina el centro junto a los psicólogos Raúl Giovagnoli y Alejandra Praino. “El CASR se plantea dejar un lugar abierto para que aquellos sujetos ‘potencialmente suicidas’, puedan contar con un lugar donde recibir el soporte de escucha necesario a su problemática. A partir de esto algunos consultantes podrán postergar el acto suicida que pretendían realizar por medio del pase a la palabra”, dijo Ledesma, quien, además, hace dos años, reclama apoyo a la provincia: “En verdad el servicio está abandonado, a la buena de Dios, nos sacaron la oficina que habíamos pintado nosotros, le habíamos puesto una cocinita, una heladera y finalmente nos mandaron a un sucucho. He solicitado entrevistas con la licenciada Melisa Pianetti, directora de Salud Mental de la provincia, y no logro que me atienda. Necesitamos reformular el servicio, este no puede ser un servicio no pago, no puede ser voluntario”.
— ¿Qué requisitos y qué formación debe tener un operador telefónico?
—Es abierto a la comunidad, no hace falta ser psicólogo, tiene que ser mayor de edad y saber leer y escribir, puede participar del curso que dura lo que la gente imponga, entre cuatro y seis meses. El curso lo hacemos independientemente de que luego sea operador telefónico o no, generalmente participan estudiantes de psicología. Con motivo de cumplirse los 25 años del CASR estamos convocando a los ex voluntarios el próximo 6 de mayo en el Hospital Provincial, y el mes de junio comenzamos con los cursos de capacitación. Actualmente cubrimos un horario de 8 a 24, de lunes a domingos, pero hay un momento que no hay guardias cubiertas, nos está faltando cubrir turnos. Necesitamos reformular el servicio, este no puede ser un servicio no pago, no puede ser voluntario, es un trabajo, nuestra gente es especializada en la atención al suicida y no puede haber tanto desinterés de la provincia para con nosotros, sobre todo desde el área de Salud Mental, el ministro (Miguel Ángel Cappiello) no debe estar ni enterado.
—¿Creés que hay un perfil de la persona que llama?
—Lo típico es “mi vida no tiene sentido” o “no puedo seguir viendo así”. Cuando alguien no puede seguir viviendo así es porque se puede vivir de otra manera, y mi vida no tiene sentido, bueno, vamos a buscarle una. ¿Pero cuál es el sentido que hay que buscarle? No el mío, sino el del que llama.
— ¿Qué vínculo se genera, se pregunta el nombre?
—El servicio es anónimo, se auto derivaba a los que querían seguir conversando, para proteger al voluntario; se trabaja sin identificador de llamado, no se pregunta el nombre, el voluntario le pide al que llame que le ponga un nombre, porque ese nombre quiere decir algo de su historia, seguro, que puede aparecer o no. El anonimato se rompe cuando hay una emergencia, si es alguien que tomó pastillas o dejó el gas abierto o alguien que está cerca del balcón o alguien que tiene algún corte en su cuerpo, hay que romper ese anonimato para mandar a los efectores públicos.
— ¿Cuánto tiempo puede durar un llamado?
—El llamado no lo llevamos mas allá de lo que puede durar una sesión, si es más de 40 minutos, salvo que sea una emergencia o alguien que está llorando mucho y no tenga acceso a la palabra, o puede ser breve o puede que llame alguien que esté muy loco y podés estar cuatro horas en el teléfono, si llama en pleno delirio, todo lo que el operador le diga va a ser usado para que el consultante construya un nuevo delirio en relación a lo que diga…en esos casos hay que dejar que hable, hable hasta que se desinfla y se terminó, es la única llamada que permitimos que sea extensa hasta que se desinfle el discurso; en las otras tratamos de ser más acotados.
— ¿Que la persona tome la decisión de llamar ya es un paso positivo?
—Es un prejuicio que lo trabajamos en los cursos que damos. Está instalado que el que avisa no se mata y el que se mata no avisa. El que se va a suicidar siempre avisa, no hace falta que deje una carta escrita. Siempre da una señal: prepara una torta a los hijos, regala algo, deja una pista. Lo que está muy mal hecho en la Argentina es la autopsia psicológica, buscar las pistas para armar una historia clínica; saber el momento detonante, en ese momento es cuando tomó la decisión. Nunca vamos a saber cuál fue el motivo del suicidio, es la punta de un iceberg, las verdaderas causas se van con el que se mata. El 50 por ciento de llamados que recibimos son los que denominamos ‘mudos’, están en la línea, en silencio, y cortan.
— ¿Cómo queda el operador luego de la escucha?
—El CASR ofrece una tarea ingrata: somos anónimos, debemos olvidarnos de nuestros prejuicios (hacer silencio de sí mismo), no se percibe dinero ya que es una tarea voluntaria. Para alguien que trabaja como operador telefónico debe comprender que el ‘pago’ es el crecimiento de la tarea en cada supervisión que reviste carácter de obligatoriedad una vez terminado el curso. El seminario de supervisión es el lugar ‘princep’ para descargar angustias, revisar la tarea, aprender desde el error, y entender que después de eso no seremos los mismos, y el CASR somos todos en el sentido que alguien llama en una crisis subjetiva y no me llama a mí sino al CASR y eso me protege en mi subjetividad.
—Cómo impactan las épocas de crisis como la del 2001.
—Hay una idea de que en las épocas de crisis aumentan los suicidios y no es así. Ahora, en España hay gente que ha perdido su casa y no se mata por ello, todos los empresarios que quebraron no se suicidaron o porque se te murió un hijo, que es la peor de las tragedias, y no por eso, quienes pasaron por es situación se suicidan… no hay una causa, sino una multicausalidad que la sabe el que comete el acto.
— ¿En estos 25 años tuvieron algún momento crítico en que los llamados se multiplicaron ?
—En el año 94 tuvimos más de 4 mil llamados, fue cuando se conocieron una serie de suicidios de adolescentes en Villa Gobernador Gálvez. Cuando los medios multiplican la información hay más llamados. Seguramente, esta nota se publica y vamos a tener más gente que se comunica al Centro.
— ¿La tarde del domingo es un momento de más atención ?
—Hacia el final de la tarde, hacia el final del día, hacia el final de la semana, hacia el final del año… ocurre esto, que no se sabe si es hormonal, o como la fiebre que se levanta después de las siete de la tarde… No hay más suicidios al final del año, sí al final de la semana, el domingo, hay muchísimos llamados, sin embargo los suicidios se producen en primavera, no se porqué.
— ¿Advierten si hay quienes llaman varias veces?
—Sí, existen consultantes que llaman más de una vez, incluso hay personas que se han sostenido con el servicio durante años, En algún tiempo les mal llamábamos ‘consultantes crónicos’ y detectamos en la supervisión de casos que lo ‘crónico’ eran nuestros oídos, ya que muchas veces existía la imposibilidad de que el consultante dijera algo nuevo o viejo pero diferente. Nos habíamos olvidado que cada llamada es única.
DATOS
44.430
llamados recibió el CASR desde que comenzó a funcionar, en 1988, hasta junio del año pasado. Registró un promedio de casi 5 comunicaciones diarias.
51,2 %
de las llamadas telefónicas al CASR son “mudas”, es decir, gente que se arrepiente de hablar o hace varios intentos antes de animarse a contar su problema.
32,9 %
de las personas que se comunican efectivamente son mujeres, mientras que los hombres representan algo menos de la mitad de esa cifra: 15,7 por ciento