Por las inclemencias climáticas, la columna de peregrinos llegó un tanto mermada al campito, donde se encuentra el santuario. El arzobispo de Rosario Eduardo Martín presidió la misa central.
Pese a que la lluvia acompañó la marcha durante toda la madrugada del domingo, largas columnas de fieles renovaron esta mañana su fe en la Virgen de San Nicolás. Munidos con pilotines, paraguas y bolsas plásticas, chicos y grandes partieron ayer desde distintos puntos de la región para participar de esta festividad religiosa.
Desde Rosario la procesión salió a las 15 desde la esquina de Ayacucho y Arijón, para dar inicio a una larga caminata de fe de 60 kilómetros de trayecto a pie. Aunque el mal tiempo y el frío hicieron mella en la compacta multitud que salió ayer por la tarde en peregrinación desde Rosario hasta la localidad bonaerense.
No obstante, muchos fueron los que, munidos de paraguas y pilotines, lograron llegar esta mañana a San Nicolás para saludar a la virgen, que llegó cerca de las 6.30 —antes de lo previsto— al campito donde se levanta el santuario que este año se terminó de construir.
A las 7.30, y ante un templo casi colmado, comenzó la misa central, que este año fue presidida por el flamante arzobispo de Rosario, Eduardo Eliseo Martín. El templo se inauguró formalmente el 25 de mayo de este año, tras la finalización de las obras que arrancaron hace 28 años.
Aproximadamente a las 19:30 la imagen arribó a nuestra ciudad. Los fieles la recibieron con entusiasmo y fervor. A pesar de las inclemencias del tiempo, muchos se acercaron a saludarla, a pedirle que le conceda alguna gracia ó simplemente a agradecerle.