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Las quejas por el empleo de radares en las rutas se trasladó a Piñero

Desde la comuna reconocieron que los montos de las multas son excesivas, no obstante aclaran que los pone la provincia.

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El tema de los radares en las rutas siempre ha sido ríspido, y de tanto en tanto desata polémica por su instalación y funcionamiento en distintos puntos de la provincia. Esta vez le toca a la localidad de Piñero, donde a varios kilómetros del casco urbano, sobre el paraje Los Muchachos, dos aparatos instalados sobre la ruta A-012 detectan miles de infracciones por mes, con multas superiores a lo tres mil e incluso a los seis mil pesos.

Los automovilistas se quejan, algunos con argumentos ciertos, otros no tanto. Desde la comuna, por su parte, admiten que las penalizaciones son muy abultadas, pero aclaran que los montos los pone la provincia. Y para justificar la presencia de los cinemómetros, argumentan: "Desde que se instalaron, no hubo más accidentes" en la zona.

Piñero administra dos sistemas de control: uno en el kilómetro 9,8 de la ruta A-012, y el otro, en el mismo ingreso al pueblo desde esa vía de comunicación. Pero es el primero el que ha generado más quejas. La última de ellas fue reflejada en la sección Cartas de Lectores de este diario el miércoles pasado. Allí, y bajo el título "Radares cazabobo en Piñero", el director del diario La Verdad, que circula en distintas localidades del Gran Buenos Aires, se hizo eco de las protestas de los automovilistas de su zona de influencia.

En la nota, Carlos Fontanini reproduce las quejas de los usuarios que reciben infracciones de esa comuna, "algunas con fotografías, otras no". La molestia radica en el monto de las multas (entre 3.600 y 6.500 pesos), y en que el cartel señalizador se encontraría semioculto detrás de otro cartel publicitario.

Verdades y fábulas

LaCapital recogió esta inquietud y estuvo en el lugar, donde la señalización es abundante, tanto por dos pasos a nivel como por el cruce con la ruta 18. Pero es pasando el kilómetro 9 donde comienzan a aparecer los carteles indicadores del radar. El primero dice "Radar Vigila"; luego, "control de tránsito realizado por la comuna de Piñero", después la indicación de máxima 100 kilómetros por hora; detrás, nuevamente "Radar", dos carteles ubicados a cien metros de distancia uno del otro donde avisan la reducción de velocidad a 80 y a 60 kilómetros por hora, tras ellos el de "zona urbana", y unos metros más adelante, en el cruce con calle La Alborada, el cinemómetro.

En rigor, ninguno de estos carteles ni el mismo radar tienen obstáculos que impidan verlos. Sí está un poco más camuflado el aparato que se ubica en el ingreso al pueblo, que se confunde con el gris de las ramas de una arboleda, aunque las señales previas son totalmente visibles.

En diálogo con este diario, la jueza de Faltas de Piñero, Jaquelina Lombardi, intentó aclarar cada punto. En el ingreso al Juzgado se ven las resoluciones de la provincia autorizando la instalación del cinemómetro, con fecha 20 de octubre de 2014, las verificaciones del Instituto Nacional de Tecnología Industrial y las normas que autorizan el uso de estos aparatos, así como los límites de velocidad establecidos, los planos de instalación de radares y carteles, con las distancias reglamentarias entre unos y otros.

Velocidad y multas

Lombardi explicó que existe una tolerancia entre los 60 y los 65,9 kilómetros por hora de velocidad, y que las multas comienzan a ponerse cuando se supera esa velocidad máxima. "De todos modos, todo el que tiene un carné de conducir sabe que no se puede circular a más de 60 kilómetros por hora en una ruta que atraviesa una zona urbana", dijo.

La funcionaria se refirió también al monto de las multas, que van de las 300 a las mil Uf (unidades fijas, equivalentes a un litro de nafta especial que suministra el Automóvil Club Argentino). De ahí lo sideral de las multas. A su juicio, estos montos son "una locura, y está claro que mucha gente no los puede pagar". Pero inmediatamente aclaró que "estos montos fueron establecidos por la provincia, y están dentro de la normativa. Por eso, nosotros aplicamos la multa mínima, y hacemos una quita del 50 por ciento por pago voluntario". También se hacen excepciones y se manejan descuentos para los infractores que circulan a entre 66 y 70 kilómetros por hora, y otros para los que lo hacen entre 70 y 80.

Asimismo, recordó que "oportunamente, los jueces de falta de la región se juntaron con funcionarios de la Agencia Provincial de Seguridad Vial para plantearles que era imposible que los infractores pudieran pagar deudas tan abultadas", pero no hubo cambios al respecto.

Otro cuestionamiento es que algunas notificaciones llegan con la fotografía del automóvil, y otras no. Al respecto, la jueza de Faltas aclaró que las que llegan sin imagen son las sentencias, que se emiten después de enviar el acta administrativa y el infractor no se presenta.

"Si un automovilista llega con la sentencia y asegura que nunca le llegó la primera notificación, le creemos y retrotraemos la situación al inicio de las actuaciones y ofrecemos el pago voluntario" aclaró.

Afán recaudatorio

En medio de todo esto, siempre está la sospecha, o la acusación lisa y llana, de que detrás de estas medidas no hay una política real de control de tránsito ni la intención de salvar vidas, sino un afán, y hasta una codicia recaudatoria. Es cierto también que son las mismas comunas las que piden la instalación de los cinemómetros. "Pero también es cierto que muchas veces se hace a pedido de los mismos vecinos —espetó Lombardi—. Donde está el radar del paraje Los Muchachos para un colectivo cada 40 minutos, vive y circula gente, hay automovilistas que vienen de otros lugares y pasan a velocidades increíbles. Y algo es real: desde que se instalaron los radares, no tuvimos más accidentes de tránsito, ni en la ruta A-012 donde está instalado, ni en el acceso al pueblo".

Mientras tanto, la empresa Anca, que instala los radares en la provincia, ya comenzó más de 200 juicios a infractores que no se atuvieron a abonar en la instancia administrativa, "y ganó más de cien", advirtió la funcionaria.

"La gente viene con excusas, hay abogados que me han discutido con leyes viejas y fallos que ya fueron superados por una jurisprudencia que se actualizó, y tuvieron que darme la razón. Nos reclaman que no hay un inspector en el lugar donde se detecta la infracción, cuando es sabido que el sistema no requiere la presencia de un agente", enumeró.

Reacciones y roturas

Los radares siempre son irritativos para los automovilistas, y en el caso de Piñero, donde las autoridades admiten que las infracciones se recogen por "miles" cada mes, ya generaron más de una reacción. Les balearon los aparatos, les vandalizaron los carteles, y los han denunciado en distintos medios. "No vamos a dejar de cobrar porque rompan un cartel, lo único que hacen con eso es perjudicar al que viene atrás", desafió la joven abogada.

Si un pueblo debe o no tener un radar a varios kilómetros de su casco urbano y sobre una ruta nacional, puede ser discutible. Pero alguien se lo permitió. Todo muestra que Piñero tiene sus cosas en regla, habrá que ver qué tan lógicas son las reglas.

Fuente: La Capital

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