Como todos los años, el predio ubicado sobre Ruta Provincial N° 21 en el acceso norte a Arroyo Seco, concentra para esta fecha gran cantidad de devotos al Gauchito Gil. Si bien la celebración en su honor es el día 8 de enero, los festejos comienzan un día antes con una gran fiesta popular para venerar su figura.
El predio en Arroyo Seco fue inaugurado hacia el año 2000 y fue adquirido por el ya desaparecido Patricio Gorosito. Es un terreno amplio que cuenta con cómodas instalaciones, baños, parrilleros, mesas y un santuario como pocos en la zona. El lugar está abierto a diario, pero en estos días de enero, más gente se concentra para recordarlo y homenajearlo. Más allá de que la fiesta central tenga lugar en Mercedes, provincia de Corrientes.
Principalmente para el día de mañana, se esperan que por el santuario de Arroyo Seco estén pasando entre 1500 y 2000 personas. Cada uno llega con una promesa o agradecimiento, los creyentes aseguran que es portador de milagros y por ello le llevan ofrendas, colocan placas en su nombre o simplemente se acercan a saludarlo o pedir por algo particular. Sin dejar de mencionar que las cintas rojas, velas y chamamé forman parte del tributo.
Así comenzaba la tarde para los devotos en Arroyo Seco. Anunciaron que iban a tirar fuegos artificiales pero solo con luces.
La saga de Antonio Gil cuenta que murió en 1878 en proximidad de Mercedes, Corrientes. Sus verdugos fueron un grupo de policías que lo debían trasladar a los tribunales de Goya, pero que decidieron ejecutarlo en el camino. A Gil se lo acusaba de desertor y matrero, pero en el fondo su delito era otro: los peones y campesinos de la zona lo conocían como a un justiciero que protegía al débil, aliviaba al enfermo y vengaba a los humillados. Sus enemigos lo consideraban un temible expropiador y un curandero capaz de enamorar o paralizar con la mirada; así lo narra el diario digital El Tribuno.
El relato sobre su muerte repite que lo colgaron de los pies y lo degollaron con su propio cuchillo.
Antonio Gil nació en un tiempo en el que los peones rurales que escapaban de la ley, los gauchos alzados, eran símbolos de resistencia contra la injusticia y representaban los sueños de libertad de muchos. El asesinato no hizo más que transportar la leyenda a otro plano. Mezcla de culto guaraní y católico, su imagen se erigió como la de un santo hacedor de favores. La figura no dejó de crecer hasta convertirlo en un santo popular que no necesita ser reconocido por ninguna iglesia.