Con un gol de Carlos Luque, el sabalero llegó a la punta del torneo. El canalla tuvo la posesión, dominó a voluntad pero no tuvo claridad en el sector donde se definen los partidos. Segunda caída consecutiva del equipo de Russo.
Los nervios no son buenos consejeros. Central dominó el partido ante Colón desde el minuto cero. Tuvo la pelota, llegadas, generó jugadas. Pero le faltó la serenidad parav ubicar el momento justo para llegar al gol. Colón, con mucho menos desde lo futbolístico pero con la virtud de tener una oportunidad y saber aprovecharla, además del orden, fue práctico. Los cómo, los porqué hoy están de más. Central hizo todo el gasto pero perdió. Y eso es lo que llama al análisis profundo de la actualidad canalla.
Central gastó todo en esta primera mitad. No se guardó nada. Quizás eso sea lo positivo. Lo negativo, lo que por el momento lo termina condenando, es esa aceleración a veces innecesaria que le implicó falta de claridad. Y Colón, con su simpleza, con sus limitaciones, fue más práctico.
El partido arrancó con los nervios de punta para el canalla. Porque Encina y Acuña le imprimían un vértigo fenomenal por derecha, y porque el Chino Luna pivoteaba con criterio y Méndez se sumaba para apuntalar a la ofensiva.
Ya a los 3' avisó Cachete con una volea que se fue cerca. La visita no podía salir y dejaba solo a Alario en la ofensiva. Eso sí, con orden, con criterio para soportar la presión que ejercía Central. Y con Graciani como el ordenador del poco juego sabalero.
Central tenía intensidad, movilidad, desmarque, pero le faltaba estar fino en la puntada final. Merodeaba los dominios de Montoya y Colón esperaba firme, sin desesperarse.
Hasta que a los 32, Graciani lo ubicó a Luque, el reemplazante de Curuchet a último momento hizo la diagonal y sacó un remate seco, portente, que ubicó junto al palo izquierdo de Caranta, que nada pudo hacer. Sorpresa en Arroyito.
En el minuto siguiente, Méndez hizo tronar el travesaño y a los 39' fue Berra el que lo tuvo en su cabeza pero los manotazos del arqueoro neutralizaron todo.
Hasta el final, con Méndez, con la gran levantada de Carrizo por izquierda, con Cachete, Luna y Encina, el canalla fue y fue. El mérito del rival fue no desordenarse.
En el complemento la imagen no fue muy diferente. Central y sus nervios a flor de piel fueron la constante. Velocidad, vértigo puro, pero no aparecía la claridad necesaria para quebar a un Colón que se mantenía nada más y nada menos que con orden y un escalonamiento preciso.
A los 2' avisó Méndez con un bombazo que se fue apenas alto. Central tenía intensidad pero lentamente los hombres que debían aportar claridad iban perdiendo presencia, tales los casos de Encina y Méndez.
Colón se mantenía con un libreto claro: arriesgar poco, aprovechar alguna contra y no desesperarse con la embestida canalla.
A los 23' Montoya comenzó a convertirse en figura al taparle un cabezazo mortal a Donati y un minuto más tarde la misma escena, los mismos protagonistas. Y la misma definición con un Montoya ganador.
Central recorrió todos los sectores de la cancha y no le encontró la vuelta. Así, los nervios fueron comiendo las intenciones canallas, que seguían insistiendo por Carrizo, por las trepadas de Ferrari y por las apariciones de Medina, que había ingresado por Encina.
Russo apostó por Niell y Castillejos para poner más gente en ataque y por momentos Central atacó con seis hombres. Nada servía. Entre la impericia de los canallas y el orden sabalero hacían un cóctel peligroso para el local.
Ya en el descuento tuvo la gran chance Carrizo, quizás uno de los puntos altos del local, y ni el tiro del final de Castillejos entró.
Segunda caída en fila de los auriazules. Quizás para destacar el esfuerzo y el sacrificio. Quizás es una materia pendiente manejar los tiempos del partido, hacer de la paciencia para ubicar los momentos del partido una práctica rutinaria. Los nervios no son buenos consejeros. Central la terminó pagando carísimo.