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Boca no fue más que Racing, pero lo venció y consiguió calma

Le ganó 2 a 1 en Avellaneda y dejó atrás una semana llena de preblemas internos. La visita, que no jugó bien, consiguió el gol del triunfo cuando peor la pasaba y el local parecía estar más cerca del triunfo.

Foto: DyN

Foto: DyN

Un equipo sin comprensión lectora que lee el partido pero que no entiende de buen fútbol le ganó a otro que no pareció saber leer y escribir. Después de una semana caótica, Boca dio vuelta la página sacando a relucir su orgullo y terminó quebrando a un Racing que tuvo su mejor momento en un tramo de 15 minutos con Mauro Camoranesi como líder. De vez cuando, el fútbol premia en demasía al que no acumuló tantos méritos como para quedarse con todo.

Si el primer tiempo salió tan malo es ampliamente probable que la causa sea la decisión, el modo de plantear el juego que eligieron Merlo y Bianchi. Porque Racing y Boca salieron mucho más a anularse, a bloquearse que a jugar un clásico como manda la riquísima historia de ambos clubes.

Con semejante diseño, hubo que esperar un buen rato para vislumbrar por dónde cada uno pudiera descubrir y provocar grietas en el rival. Hasta que los Bianchi descubrieron el lado flaco del oponente: el espacio por detrás de Quilez, por lejos del peor jugador de la etapa inicial, empezó a ser transitado por Riquelme, que trató de conducir a Boca desde ahí, por Sánchez Miño, que de vez en cuando se tiraba contra la raya, y por Insúa, que empezó a pasar seguido -y me modo productivo- como en los buenos tiempos de Clemente Rodríguez.

Hasta que en el minuto 24, se abrió el marcador. Casualmente, una lucida maniobra colectiva sin la participación de Riquelme. Gigliotti se movió lejos del área, Insúa trepó como un rayo por donde Quilez abría generosamente la puerta, y un doble enganche previó al derechazo de Sánchez Miño que se clavó en un ángulo.

Lejos de rozar siquiera un producción lucida, Boca empezaba a ganar así un duelo con menos riesgos de los que podía suponer. Con más actitud que juego -probablemente la turbulencia interna de los últimos días provocó la decisión de una prestación individual más intensa-, el visitante sacó el imprescindible cuerpo de ventaja.

¿Y Racing? Como si varios de sus jugadores estuvieran sumergidos en una olla a presión, empezaron a notarse dudas impropias de futbolistas que visten semejante camiseta. A pesar de tener posibilidades, Campi no se animó a meter un pase filtrado, Zuculini malogró alguna oportunidad neta de meter algún centro o De Paul empezaba la maniobra gambeteando para terminar chocando con torpeza.

Salvo una palomita fallida de Hauche, Orion pasó una etapa inicial más tranquilo que las que vive con suplente en la Selección Nacional.

Esta vez, dos variantes de Mostaza le cambiaron el semblante y el juego a la estructura. Con Camoranesi -clave en su aporte por la derecha- por Cerro y con Vietto por Viola, Racing soltó amarras y zarpó rumbo al arco de enfrente. En una ráfaga de dos minutos, la Academia dispuso de tres oportunidades para empatar. Primero, Camoranesi no se animó cuando estaba casi mano a mano con el arquero. Enseguida, una doble: el arquero de Boca manoteó un cabezazo abajo de Cahais y del rebote, Vietto cabeceó y la pelota rebotó en un poste. Por último, Zaculini cabeceó de modo defectuoso un hermoso centro de De Paul.

Hasta que el irresponsable agarrón de Díaz a Saveljich se transformó en el penal convertido por Saja. Los minutos por venir auguraban un tramo esperanzador para el local. Lo tuvo Campi, con un cabezazo cruzado que no encontró el arco. Pero en el primer ataque serio de Boca en el complemento, Gigliotti pintó a Cahais, Saja manoteó en primera instancia y Erbes definió con el arco vacío.

Fuente: Clarín

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