El canalla venció 1 a 0 Tigre, con gol de Abreu, se metió en los cuartos de final de la Copa Argentina y chocará con River. No había que volverse locos. Así, Rosario Central festejó.
Setenta y cinco minutos pasaron entre el penal que no fue y el cabezazo que entró. En el medio, Central no se desesperó. Después cuidó bien la conquista. En la primera jugada participó Abreu, que se dejó caer en el área para inventar un penal que no se reclamó. En la otra también estuvo el Loco, que se volvió crazy cuando metió el cabezazo ganador. El del 1-0 a Tigre con el que los auriazules sacaron pasaje a los cuartos de final de la Copa Argentina, en los que espera River y una ilusión grande de desembocar en la clasificación a la Libertadores que tendrá el campeón.
Abreu estaba donde tenía que estar. En el área, esperando la chance de definir el partido. No le habían salido demasiado bien las cosas en sus intentos de convertir. Pero insistió sin apurarse y acertó. Cerró con un cabezazo al palo izquierdo de García una muy buena jugada colectiva y lo gritó con ganas. Se notó que lo esperaba, que lo necesitaba para demostrar por qué es el referente de área de Central.
Sin dudas, lo mejor fue que con esta conquista el Canalla avanzó en esta copa que le quedaba, en su lucha en tres direcciones, pero también la forma en que la consiguió. El gol fue producto de la paciencia. También de un desarrollo de jugada en conjunto. Y de una determinación a apostar a ganar, aunque resignara algo de juego.
Seguramente por eso lo encontró allá por el minuto 76, cuando Acuña la cruzó para Becker y la figura del partido abrió corto para que Nery Domínguez la pusiera en la cabeza del Loco, que era casi lo mismo que empezar a gritar el gol.
Antes, Central hizo méritos. Jugó mejor que Tigre, un rival que no tuvo las mismas facilidades que hace pocos días. Y en medio de eso no fue extraño el cero en el primer tiempo. Aunque pudieron hacer goles. Temprano lo tuvo Central. Después se acomodó Tigre. Pero claras, un par cada uno. A los 13' un pase de Ferrari al primer palo que conectó Jonás Aguirre y la pelota salió junto al palo izquierdo. A los 29' Rincón la mandó a la tribuna. A los 30' la encontró Vitti pero Caranta reaccionó. Y a los 43' un córner de Becker fue a la cabeza de Musto, que apenas la desvió.
De arranque estuvo la jugada que pareció penal de Canuto a Abreu. Iban apenas un puñado de segundos. Demasiado temprano para arriesgar a cobrarlo. ¿Fue? No se protestó demasiado, por eso la derecha es para el árbitro Alejandro Castro. El empate no conformaba a Central. No lo enloquecía. Entendía que si seguía tranquilo iba a lograr su propósito. Igual, fue clave la apuesta de Russo de cambiar nombres, no ideas. Arriesgó con Acuña por el improductivo Aguirre y acertó. Cachete enseguida tiró un centro y casi fue gol. A los 69' una contra entre Valencia y Becker casi termina en grito de Abreu. Y a los 75' otra corrida de Acuña fue el presagio del gol del Loco, que ahí vio dónde metería el próximo cabezazo.
Russo leyó que estaba ahí la llave. Sacó al colombiano y dejó al uruguayo, que respondió con el gol. "Y la Acadé...", bajaba de la tribuna. "A seguir igual", fue el mensaje desde el banco, cuando entró Barrientos y no Lazo o Donatti, que eran tentaciones más defensivas. Por eso Central estuvo más cerca del segundo que de sufrir su karma de goles en contra. Es cierto que casi lo padece en un córner. Igual, Caranta la cacheteó y Russo, que estaba sentado, dijo ya está. No había que volverse locos. Así, Central festejó.