Newell´s entró cargado del nerviosismo de la gente, estuvo dos veces en desventaja y llegó a empatarlo sobre la hora. Los hinchas se despachó contra todos y el ciclo Raggio pende de un hilo.
Un viejo dicho menciona que “los de afuera son de palo” y muchas veces en el ambiente del fútbol se dice que con la gente no se gana un partido. Sin embargo en el encuentro de hoy se prestó la misma atención a lo que sucedía adentro, como lo que ocurría fuera de la cancha.
Newell´s fue un manojo de nervios, regaló la pelota, estuvo perdido y cuando logró acomodarse Godoy Cruz lo golpeó dos veces. Como positivo, en ambas tuvo reacción, pero eso no alcanzó para sumar de a tres y ahuyentar los fantasmas.
El primer tiempo inició cargado del dramatismo que se preveía. Todo lo hablado en la previa influyó para que se vea un Newell´s apático, poco amigable con la pelota y reiterándose en pelotazos. Los gritos que bajaban desde la tribuna no ayudaban a la concentración y el equipo se contagiaba de ese nerviosismo.
Para colmo, a los 26 sucedió lo que se temía, Ayoví apareció completamente solo por derecha, amagó una vez y asistió a Aquino, quien entrando sin marca por el medio cruzó su remate para poner el 1 a 0 y elevar aún más la temperatura del Coloso.
La reacción pintaba complicada, sin embargo, levemente, la Lepra empezó a arrimarse. Con Isnaldo y Maxi como los más peligrosos, y un Casco siempre punzante por derecha, Newell´s lo buscó hasta conseguirlo. En tiempo cumplido, Víctor López conectó un corner desde la derecha y estampó la igualdad antes de irse al descanso.
Para el complemento Raggio mandó a Bernardi al campo, y en la primera intervención la Lepra tuvo la más clara. Maxi hizo lo suyo, se sacó un hombre de encima y definió con sutileza, pero la pelota dio en el palo e increíblemente en el rebote el pibe Bustamante la tiró afuera.
Despuñes de eso, el partido se planchó, el entrenador apostó a Tévez y Figueroa, y si bien hubo algunas aproximaciones, entre ellas un disparo de Casco que sacó bien Moyano, ninguno de los dos se animaba a atacar demasiado. Daba la impresión que el gol solo podía venir de un error, y así fue.
Orzán recibió de último hombre un largo pelotazo, pero el deficiente control del chaqueño le permitió a Leandro Fernández llevarse la pelota. El punta tenía mucho terreno por recorrer, entonces optó por buscar desde lejos, atendiendo que Ustari estaba adelantado, con tanta precisión que se transformó en el 2 a 1.
El partido se moría y las gargantas estaban listas para la catarata de insultos, pero en el segundo minuto de adición los planetas se alinearon y el rojinegro llegó al empate que cuanto menos merecía. Figueroa metió una pelota profunda, Maxi llegó a recogerla por izquierda, enganchó para su pierna hábil y definió arriba para poner cifras finales a un partido que se jugó más afuera que adentro.