Boca y River empataron sin goles en la Bombonera por la ida de las semifinales del certamen continental. Fue un partido mal jugado y con muchas asperezas. Definirán el próximo jueves en Núñez.
El superclásico copero fue mucha expectativa y pocas nueces en La Bombonera, con un cero a cero que califica bastante a Boca Juniors y a River Plate, por lo que la semifinal de la Copa Sudamericana quedó abierta para que dentro de una semana toda la ansiedad se traslade al Monumental.
Fue un partido duro, por momentos mal jugado, con suficientes brusquedades como para que un arbitraje normal tomara medidas más duras, ante la reiteración de faltas -especialmente por el lado de River- que frenaron mucho el juego.
La pelota no fue bien tratada en la mayor parte del partido, y los que más saben poco pudieron aportar. Ni Fernando Gago ni Leonardo Pisculichi se erigieron en los bastoneros que el juego necesitaba, y por eso el partido fue muy chato.
El primer tiempo fue parejo, disputado y aburrido. En los primeros minutos Boca insinuó más, con un veloz Juan Manuel 'Burrito' Martínez por el sector derecho y la salida rápida de Gago desde el medio, pero eso duró poco por diversos motivos. Entre ellos hubo una falta descalificadora de Vangioni sobre Martínez.
Nunca se repuso el delantero de Boca del fuerte golpe, que para el árbitro Silvio Trucco sólo mereció una tarjeta amarilla, y a los 30 minutos debió ser reemplazado por el volante chileno José Pedro Fuenzalida.
En tanto, River le encontraba la vuelta a la velocidad del medio de Boca con mucha presión por parte de sus volantes, pero también con el abuso de las faltas tácticas para interrumpir el juego de los mediocampistas xeneizes, ante la pasividad de Trucco para con los jugadores 'millonarios'.
Al respecto, un detalle es ilustrativo de esa reiteración de infracciones: los cuatro defensores de River recibieron la tarjeta amarilla.
Capítulo aparte para Vangioni y la dureza de sus infracciones: el 'Burrito' Martìnez es el segundo jugador de Boca que el defensor lesiona en los últimos seis meses, ya que en mayo pasado -en un amistoso jugado en México- golpeó duramente a Federico Bravo, quien estuvo tres meses para recuperarse de esa lesión.
Así las cosas, ninguna jugada de real riesgo se produjo en la primera etapa, y eso habla a las claras de lo poco que produjeron ambos equipos.
En el segundo tiempo, cambió la actitud de los dos, y entonces empezó el partido que un estadio repleto esperaba y que millones seguían por la televisión.
En apenas 12 minutos lo tuvo dos veces Boca, con un centro de Gago que interrumpió Barovero y que Chávez no pudo concretar tras el rebote que dio el arquero. Y Chávez nuevamente estuvo cerca, tras otra jugada de Gago que Meli alargó con un buen pase.
River respondió con una llegada por el lado de Carlos Sánchez que Teófilo Gutiérrez conectó con un lujo, pero el taco se fue desviado.
Cuando el partido decayó, otra vez se vio la mano de un árbitro al que la semifinal pareció quedarle muy grande: reiteración de faltas y algunas de ellas muy fuertes que el juez no supo sancionar. O no quiso.
Mientras River mostraba poco de la brillantez de dos meses atrás y hasta apelaba a la terrenal pérdida de tiempo como cualquier equipo necesitado, Boca no podía con sus limitaciones a la hora de crear juego claro y profundo para poder quebrar a la dura defensa del equipo de Marcelo Gallardo.
Apenas una llegada más de Boca, con Gigliotti ya instalado como '9' de área, le puso un poco más de emoción a un final que preanunciaba el empate.
Al cabo, poco fútbol para tanta expectativa. Boca y River quedaron en deuda y dentro de una semana tendrán la oportunidad de proponer algo más que esta noche no ofrecieron. La final de la Copa Sudamericana sigue esperando por alguno de los dos grandes que en la ventosa noche de La Boca estuvieron muy por debajo de lo imaginado.