Este síndrome se presenta con síntomas similares a los de la intolerancia al gluten, que también puede confundirse con colon irritable. Tras descartar la enfermedad celíaca con pruebas de sangre, es importante observar la respuesta del paciente a una dieta sin gluten.
Por muchos años, millones de personas en el mundo entero fueron diagnosticadas con Síndrome de Intestino Irritable (SII, también conocida como colon irritable) tras presentar diversas molestias y dolores gastrointestinales en forma recurrente. Para esta afección no existe aún una cura definitiva, pues se trata de una enfermedad crónica, aunque benigna.
Pero una nueva luz surgió para algunos de ellos. Dentro del espectro de las intolerancias y/o alergias relacionadas con la toxicidad provocada por la ingesta de gluten, se agregó otra patología, conocida como Sensibilidad al Gluten No Celíaca o, simplemente, Sensibilidad al Gluten (SG).
El gluten es una sustancia que se encuentra en los granos de algunos cereales, como el trigo y la avena. Los síntomas de la Sensibilidad al Gluten son prácticamente idénticos a los que presentan los pacientes con Síndrome de Intestino Irritable. Por eso, hacer un diagnóstico diferencial entre ambas patologías puede ser la solución para quienes están siendo tratados de manera errada. La Sensibilidad al Gluten muestra una evidente mejoría ante una dieta libre de este componente.
Acerca de este tema nos habla la doctora María Vázquez Roque, gastroenteróloga de la Clínica Mayo de Jacksonville y Profesora Asistente en esta institución.
¿Cuáles son los criterios que se aplican para diagnosticar el Síndrome de Intestino Irritable (SII)?
Para ser diagnosticado con SII, el paciente deber presentar dolor o molestias abdominales recurrentes, al menos 3 días por mes, en los últimos 3 meses. Estos síntomas van asociados con una mejoría producida con la defecación. El comienzo del problema se evidencia por un cambio en la frecuencia y apariencia de las heces. A su vez, los hábitos intestinales fluctúan entre diarrea y estreñimiento.
¿Cuál es la incidencia de esta enfermedad en la población?
Sabemos que se presenta en alrededor de un 15% de la población, afectando más a mujeres que a hombres. Es un síndrome que surge más edades tempranas, y menos durante la vejez.
¿Cómo se trata este síndrome?
Depende de la severidad de los síntomas. En los casos leves, se recomienda modificación de la dieta y del estilo de vida. Si el trastorno se clasifica como moderado, es conveniente agregar a lo anterior una terapia psicológica. Pero si las molestias son severas, se puede añadir medicamentos antidepresivos y referir al paciente a una clínica del manejo del dolor. En este último caso, se debe conversar con el paciente para fijar con él/ella metas realistas ante su tratamiento. Sea cual sea la severidad del problema, los afectados deben tener claro que es necesario seguir una terapia, mantener continuidad en los cuidados, tratar de desenvolverse con tranquilidad y educarse acerca de su afección, para comprender mejor lo que les ocurre.
¿Cuáles son los mecanismos potenciales involucrados?
Entre ellos, tenemos:
- los trastornos de la evacuación rectal;
- factores que irritan el colon;
- una híper vigilancia del sistema nervioso central;
- factores genéticos como también psicosociales – estrés, ansiedad – y
- alteraciones de la motilidad y la sensación.
Los trastornos de la evacuación rectal causan severas molestias a los pacientes, quienes presentan estreñimiento, esfuerzo, sensación de evacuación incompleta, distensión abdominal, dolor abdominal del lado izquierdo, las que se alivian con la evacuación intestinal. A la vez, se pueden presentar trastornos espásticos de evacuación, como el espasmo puborrectal o anismus, que implica una insuficiencia de la relajación normal de los músculos del suelo pélvico al intentar defecar.
Para llegar al diagnóstico se requiere examinar al afectado, conocer su historia, practicarle una manometría anorrectal, la prueba de expulsión del balón y, en algunos casos, un proctograma de defecación.
Por otra parte, hay factores irritantes de la mucosa colónica, puntualmente, los ácidos biliares, que se encuentran en mayor secreción en los pacientes con este síndrome, aumentando la permeabilidad de la mucosa y provocando un rápido tránsito colónico con contracciones que se propagan ampliamente.
¿Qué medicamentos existen para aliviar estos trastornos?
Hasta ahora contamos con una serie de productos farmacéuticos, pero la observación clínica demuestra que los pacientes no se sienten conformes con los resultados de los fármacos existentes. Por eso, están surgiendo nuevos compuestos, con mecanismos fisiológicos de acción diferentes.
Entre éstos están los moduladores de ácidos biliares. Uno de ellos es Elobixibat, que fue formulado para el estreñimiento crónico idiopático y el SII con estreñimiento, y que actúa como un inhibidor del transportador de ácidos biliares en el íleon. En un análisis realizado con 36 sujetos, durante 14 días, se pudo observar que a las 48 horas de haber recibido dosis de 15 mg y de 20 mg, el tránsito intestinal de estos pacientes se aceleró significativamente. A su vez, hubo una mejoría en la consistencia de las heces, en comparación con placebo.
Por otra parte, están los moduladores de la serotonina, que actúan a nivel del sistema nervioso central. Estos fármacos deben ser selectivos para un subtipo de receptor, que es el 5-HT4, que está relacionado con la función de contracción y de relajación. Son los llamados agonistas de 5-HT4.
A su vez, tenemos los secretagogos, que son sustancias que estimulan o desencadenan una secreción o liberación de otra sustancia. En este caso, hay dos fármacos que demostraron eficacia: linaclotide y plecanatide. El linaclotide (que está disponible en el mercado tras doce semanas en estudios de fase III) mostró efectivos resultados al disminuir la diarrea, el dolor abdominal y la hinchazón y mejorar la función intestinal. Por su parte, pruebas clínicas realizadas durante 12 semanas con plecanatide, en 951 sujetos, administrándoseles dosis de 1 o 3 mg de este medicamento vs placebo, demostraron una respuesta eficaz sobre el estreñimiento crónico idiopático tras la primera semana de tratamiento, siendo bien tolerado por los pacientes.
¿Qué relación se puede establecer entre el síndrome de intestino irritable y la sensibilidad al gluten?
Existen varios trastornos relacionados con la ingesta de gluten. Uno de ellos es la sensibilidad al gluten (SG), que se presenta como los síntomas de la enfermedad celíaca, que es una patología autoinmune. La sensibilidad al gluten tampoco es una respuesta alérgica al mismo. Lo que ocurre es que los síntomas de ambas enfermedades son similares en sus características clínicas, frecuencia e intensidad. Esto lleva a que un buen porcentaje de afectados por SG reciban un diagnóstico de síndrome de intestino irritable. Al continuar con una dieta que contiene gluten, el problema nunca se soluciona.
¿Cuáles son los síntomas que llevan a equívoco en el diagnóstico?
Hay síntomas gastrointestinales y extraintestinales. Los gastrointestinales incluyen: dolor abdominal, en un 77% de los casos, hinchazón (72%), estreñimiento y diarrea. A la vez, los afectados expresan sentir fatiga, confusión mental, dolor de cabeza, dolor muscular o articular, eczema o alergias en la piel, insensibilidad en piernas o brazos, depresión y anemia.
Lamentablemente, no hay un marcador de diagnóstico adecuado para identificar a los sujetos sensibles al gluten y tampoco se conoce la historia natural de esta condición médica. En el caso de las personas con Síndrome de Intestino Irritable (SII) se probó una dieta denominada “dieta baja en FODMAPs”, lo que significa que no contiene oligosacáridos fermentables, disacáridos, monosacáridos ni polioles. Esta forma de alimentación, que elimina determinados alimentos con una cierta elevada cantidad de elementos fermentables, como los hidratos de carbono de cadena corta, fue prometedora en la reducción de los síntomas en un subgrupo de pacientes, pero el mecanismo exacto no se dilucidó.
Entonces, ¿existe alguna manera de detectar que una persona es sensible al gluten?
Hasta el momento, no hay una prueba específica para diagnosticar si una persona es sensible al gluten. El diagnóstico es más clínico y basado en el historial. El paciente reporta síntomas gastrointestinales y extraintestinales con la ingesta de gluten y, al remover el gluten de su dieta, estos síntomas mejoran. Los síntomas recurren si la persona ingiera gluten nuevamente.
Es importante descartar con pruebas de sangre la enfermedad celíaca, ya que es diferente a la sensibilidad al gluten. La prueba de cernimiento inicial para la enfermedad celíaca es el anticuerpo antitranglutaminasa IgA si el paciente tiene niveles normales de la immunoglobulina IgA. Si el paciente es deficiente en la immunoglobulina IgA, entonces se mide el anticuerpo antitranglutaminasa IgG.
¿Existe algún estudio o manera de diagnosticar la SG de manera específica?
Hoy en día, no existe una prueba en sangre o estudio que pueda diagnosticar SG o SII. Ambos diagnósticos son clínicos y son basados en síntomas solamente. Existen pruebas para diagnosticar enfermedad celíaca, por ejemplo, que no es lo mismo que SG. Pero siempre es importante descartar enfermedad celiaca cuando se sospecha SG.
Por la doctora María Vázquez Roque, gastroenteróloga y profesora asistente de la Clínica Mayo de Jacksonville, Florida, Estados Unidos.
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