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Buscan a dos chicas en Rosario

Melani Moreira se extravió el 12 de julio y Gabriela Maciel desapareció ocho días después. No descartan ninguna hipótesis.

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Dos adolescentes son buscadas intensamente después de que desaparecieran de sus respectivos hogares en el extremo sur de la ciudad. Una es Melani Moreira, de 15 años, una chica con una ligera discapacidad que se extravió sin dejar pistas hace ya 18 días de Bacle al 7400. La otra es Gabriela Maciel, de 17, quien el 20 de julio se esfumó a pocas cuadras de allí, cuando se suponía estaba yendo a trabajar a un supermercado a la vuelta de su casa de Sadi Carnot 6420. La Secretaría de Derechos Humanos provincial no descarta ninguna hipótesis y, de hecho, ambos casos forman parte ya del Registro de Información de Niños Extraviados, mientras la policía y la Justicia llevan adelante las investigaciones.

Pese a la proximidad de los hogares de las chicas, hasta ahora no aparecen vínculos claros entre las dos desapariciones. Sin embargo, el barrio comienza a inquietarse.

Hasta que se extravió, Melani pasaba un tiempo en su hogar y otro en el de Alicia, su abuela paterna, con quien incluso había vivido varios meses en un marco de conflicto familiar. Luego regresó junto a la mamá, separada de su padre (que se mudó a Corrientes) y en pareja ahora con otro hombre.

El día en que se perdió, el 12 de julio, Melani se encontraba lo de la abuela, que la mandó a buscar a su hermana a la casa de enfrente. Nunca se encontraron y, a las pocas horas, la familia ya estaba radicando una denuncia por la desaparición.

El director del centro de salud Alfonsina Storni (Bermúdez 6300), Marcelo Marcucci, recordó que Melani presenta un retraso madurativo, por lo que usa un pase libre de transporte por su discapacidad. Como es asmática, además, siempre tiene a mano su broncodilatador. Pero el 12 de julio dejó ambas cosas, así como su DNI.

Marcucci también contó que la abuela solía referir "ataques de capricho" por parte de la nena para quedarse con ella, lo que algunas veces la llevó a protagonizar breves desapariciones ("nunca más de unas horas"). Esas pequeñas fugas no pasaban de ser paseos en colectivo, ya que la chica podía viajar sin pagar.

La titular de Seguridad Personal, Mariel Arévalo, dijo ayer a La Capital que están en "contacto permanente" con la hermana y la mamá de la nena, y que su abuela ya fue citada. Sin embargo, y aunque "siempre hay avances", todavía no se logró ubicar a la chica. La presencia de su papá en Corrientes podría abrir alguna pista.

Por su parte, la asistente técnica del Ministerio de Justicia provincial, y abogada del del Registro de Chicos Extraviados, María Inés Jasienovicz, confió que en el caso de Melani hay "una lógica de repetición de extravíos" que podría vincularse a "un conflicto familiar no resuelto".

Sin embargo, lo preocupante hoy es que ya pasaron 18 días desde que se la vio por última vez y que la chica no se llevó las cosas que siempre solía llevarse.

Que pueda existir vínculo entre los dos casos es materia opinable. Para Arévalo, "ningún elemento" de las causas permite advertir "una relación entre las situaciones".

Para Jasienovicz, en cambio, eso no se puede descartar. No tanto por lo fáctico de cada caso sino por el hecho de que "cada vez más se detectan redes que, con distintos objetivos, intentan captar niños y adolescentes en situación de conflicto familiar para explotar ese marco de crisis". La trata de personas es una de esas redes.

"Por eso, ante un extravío, el temor de las familias es que alguien contacte a las chicas, en cierto modo como dando una respuesta a su deseo de no seguir viviendo en el hogar", explica Jasienovicz. Ese remedio, se sabe, suele ser peor que la enfermedad.

La historia de Gabriela también es muy compleja. Hasta hace diez días la chica vivió con su mamá, Ramona Maciel (40), tres de sus seis hermanos y su padrastro, Antonio, quien la crió de chiquita.

La familia se radicó durante ocho años en la localidad de La Vanguardia (50 kilómetros al sur de Rosario) y luego se mudaron a San Carlos (Corrientes), de donde es oriunda la familia de Ramona.

Este verano, una tía de la chica la invitó a conocer el boliche del pueblo. Con el correr de los días, Gabriela empezó a ir todos los días y trabó estrecha relación con quien la familia supone era encargado del local, un hombre de unos 50 años de nombre Agustín.

Fue él quien primero le pagó por limpiar el boliche, relata angustiada la mamá, luego le ofreció que vendiera entradas y en pocos días más le comenzó a regalar dinero y "ropa llamativa". Los roces entre Agustín, Ramona y una hermana mayor de Gabriela se hicieron diarios. "La empezó a vestir como él quería", dice.

Antonio va por más y expresa su temor a que la chica sea víctima de una red de "trata de personas" y se muestra convencido de que el hombre "no la quiere ayudar, sino usar". Incluso, no descarta que busque prostituirla.

De hecho, siempre según el relato, hace unos días apareció por la casa una mujer que dijo llamarse Laura, también empleada del boliche de San Carlos, quien le ofreció a Gabriela regresar al pueblo para trabajar en una supuesta empresa constructora. "Hasta le dijo que podría estudiar, algo que ella nunca quiso hacer después de la primaria", aseguró su mamá, para recordar sutiles y a la vez significativos gestos, como el hecho de que la tal Laura le mostrara sus manos arregladas y le dijera a la adolescente "ahora mirá las tuyas".

"Para mí es de una organización que recluta chicas aprovechándose de su mala situación económica y, ofreciéndoles ropa y plata, les termina dando vuelta la cabeza", arriesga Antonio.

Hay un antecedente de fuga de Gabriela, en marzo pasado, cuando presumiblemente se fue tres días con Agustín. Una denuncia policial frenó las cosas ("si la levantás yo te llevo a tu hija", dice Ramona que le dijo el hombre) y la chica volvió a su hogar.

Ahora, se la tragó la tierra. La familia relata una trama de sospechas que no deja afuera ni a una parte de la propia familia. La angustia es fuerte: necesitan saber. Por ejemplo, si Gabriela se fue "enamorada" (aunque les cueste aceptar que sea de un hombre mayor) o "engañada", como tantas chicas, hacia un destino de brillo falso y explotación segura.

Casi 200 denuncias en lo que va de 2013

En lo que va de 2013, en el sur provincial (nodos Rosario y Venado Tuerto) ya se radicaron 190 denuncias por extravío de niños. Y hoy en la ciudad se siguen buscando ocho, Melani y Gabriela incluidas. Quien posea algún dato sobre la primera de las chicas deberá llamar al 911, 465-7217, 465-7297, la dependencia policial más cercana o al 153-301233. Por Gabriela, su mamá atiende en el 156-967492.

Fuente: Diario La Capital

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