Productores, trabajadores y alumnos de Carcarañá arriesgan la vida para cruzar por el paso desmoronado desde 2009. El llamado Puente Blanco es un acceso crucial de la zona.
Hace tres años que colonos y familias de trabajadores rurales se quedaron sin un puente crucial que comunica ambas márgenes del arroyo Cañada de Gómez. El paso estaba a metros del río Carcarañá —donde desemboca el arroyo— y permitía transitar un camino paralelo al río. En un nuevo reclamo, los damnificados piden que el puente se repare para evitar recorrer largas distancias, cada vez que tienen que llegar a sus campos o cuando quieren ir a los centros comerciales y educativos de Carcarañá.
El relcamo recobra fuerza ahora, cuando restan pocos días para el comienzo de clases y sus hijos deben caminar varios kilómetros o cruzar el puente roto colgándose de sogas, a modo de improvisado y peligroso rappel, para alcanzar la otra margen.
Conocido como "Puente Blanco", la estructura de cemento es continuación de una ruta provincial que une las rutas nacionales 9 y 34; y su vez a las localidades de Carcarañá (departamento San Lorenzo) y Lucio V. López (Iriondo).
El aumento del caudal del curso de agua descalzó su estructura hasta que colapsó. En reemplazo, a principios de 2009, la Dirección Provincial de Vialidad (DPV) colocó un puente Bailey que fue retirado en 2012.
Miguel Angel Vázquez, concejal del partido vecinal "Abrazo Solidario" resaltó que "desde 2011 trabajamos para su reparación. Se hizo un estudio con la Universidad Nacional de Rosario y pasamos el presupuesto a la provincia. Por entonces, el gobernador prometió arreglarlo. En ese momento salía cuatro millones de pesos".
"Luego la provincia planteó no repararlo porque se construiría un nuevo puente sobre el Carcarañá, que sería continuación de la ruta 26S. Esta obra de 78 millones de pesos fue licitada el año pasado pero no hubo oferentes", recordó el edil y aclaró que "todos quieren el nuevo puente pero también que se arregle el existente".
Marginados. Lujan Guglielmin es productora de cerdos, vive en Carcarañá y tiene su criadero del otro lado del puente. En diálogo con La Capital explicó que "quedamos marginados porque el camino alternativo está hecho un desastre y los días de lluvia es imposible transitarlo. Fue un atropello, participamos de muchas reuniones y hubo muchas promesas pero no pasó nada".
En ese rumbo, contó que unas 400 personas adultas y varios menores tienen su actividad del otro lado del puente. "Para llegar a los campos debemos alargar muchos kilómetros y los agropecuarios pasan con máquinas fumigadoras por el barrio Formoseño donde viven más de cien personas. Mi campo está a 400 metros del puente roto y ahora tengo que hacer 12 kilómetros para llegar".
A su vez, relató que su vecino es puestero y tiene tres chicos en edad escolar "que para ir al colegio se cuelgan del puente. Otros adolescentes que van a la escuela Agrotécnica se tuvieron que comprar motos para poder dar semejante vuelta".
El senador provincial, Armando Traferri, recorrió la zona y se comprometió a gestionar para que el puente sea reparado. Recordó que tiempo atrás, luego de hacer un estudio con la UNR, una empresa local especializada en construcción de puentes confirmó que el "Puente Blanco" se puede recuperar. "Cumple una función importante para interconectar la actividad agropecuaria con la cooperativa y también una función social para que los chicos que van a la escuela de Carcarañá no tengan que caminar 12 kilómetros".
Sospechas. Esta coyuntura complica a las empresas de acopio y cooperativas de Carcarañá ya que unos 300 camiones por cosecha pertenecientes a agricultores que viven en el distrito, al no poder cruzar el puente, tienen que acopiar en las cooperativas de Salto Grande.
Traferri se preguntó "si no existirán intereses económicos contrapuestos y que justamente por ese motivo no se estaría haciendo nada". A su vez, se comprometió a volver a hablar del tema con el gobernador "porque me parece que le está llegando la información cambiada, sino seguramente ya lo habría reparado".
Peligroso. Traferri se sorprendió al ver la forma que tienen de cruzar el puente roto dos niñas. "Sacaron una soga de sus bolsillos, la engancharon en un hierro que sobresale del puente y se colgaron. Incluso una de las niñas bajó de panza. Luego se subieron a una vía tumbada y pasaron a una escalera precaria de hierros para finalmente llegar a la otra margen".
Las chicas de unos 8 y 12 años le contaron que, en época de clases, lo hacen todos los días para ir a la escuela y que tiempo atrás habían colocado una pasarela pero la Municipalidad la sacó.
En ese sentido, Traferri consideró que "de esta manera no se puede continuar, o lo tiran abajo o lo arreglan porque así es muy peligroso".