Finalizó la conciliación y la empresa impidió el ingreso de los despedidos. En asamblea, los trabajadores decidieron medidas de fuerza.
El final de la conciliación obligatoria en el conflicto por los despidos en Cargill sumó un nuevo foco de tensión al convulsionado cordón agroindustrial de la región. La multinacional ratificó su decisión de cesantear a 33 obreros de las plantas de Villa Gobernador Gálvez y Alvear, mientras que los trabajadores aceiteros decidieron en asamblea una medida de fuerza hasta lograr la reincorporación. El gremio convocó a los trabajadores de distintos sectores a acercarse para apoyar a los cesanteados, que permanecerán de guardia en el lugar.
A fines de enero, Cargill anunció el despido de los trabajadores de las plantas en el sur del Gran Rosario que no aceptaron los retiros voluntarios propuestos. Tras un período de conciliación obligatoria y varias audiencias, la tregua terminó y la empresa ratificó su decisión de cesantear a los obreros.
La multinacional comunicó que "reemplazará a 33 colaboradores" de ambas plantas y aseguró que "los reemplazos se harán en idénticas condiciones de contratación, es decir como empleados de Cargill en relación de dependencia y en las mismas zonas geográficas".
"Cargill reitera que el objetivo de esta medida no es la tercerización, ni la eliminación de puestos de trabajo, sino el reemplazo de colaboradores por otros con características y perfiles distintos y adecuados para garantizar la continuidad de las operaciones de un modo seguro, eficiente y acorde a los nuevos desafíos del negocio", indicó el comunicado de la firma.
El argumento fue rechazado por el Sindicato de Obreros Aceiteros de Rosario y la federación nacional que representa a los trabajadores del sector, cuyo secretario general, Daniel Yofra, respondió: "Con ese argumento mañana dicen que quieren cambiar a cien, ellos tratan de ahorrarse la antigüedad y también mostrar poder, para adoctrinar y disciplinar".
Lo mismo opinó el diputado provincial Carlos Del Frade. "Esta es la nueva mentira de la multinacional, porque con esos mismos trabajadores que ahora despide sin motivo, con premeditación y alevosía, llegó a vender por $ 211 mil por minuto", dijo, y equiparó el conflicto aceitero con "la lógica de los despidos de Acindar en 1991". Aquella pelea fue un caso testigo de las políticas de flexibilización laboral de los 90.
Finalizada la conciliación obligatoria, a nadie sorprendió que Cargill a no dejara entrar a los despedidos. En una asamblea, sus compañeros decidieron ingresar pero no trabajar. De todos modos, según Yofra, la planta ya estaba parada por decisión de la firma.
Un comunicado de la federación aceitera recordó que la decisión de la empresa "no responde a ningún motivo tecnológico ni económico sino a un intento de disciplinamiento sindical". Y denunció que "la intención patronal, en consonancia con el contexto político nacional, es modificar el convenio colectivo de trabajo, flexibilizando y precarizando a los trabajadores". También denunció la "demora" de Trabajo en extender la certificación de autoridades del Sindicato de Obreros Aceiteros de Rosario (Soear) y de la Federación Aceitera.
Cordón caliente
El conflicto de Cargill suma un foco de tensión a la región, que desde el inicio de este año se enfrenta a un recrudecimiento de las crisis de la Refinería San Lorenzo, Vassalli, Fabricaciones Militares y Mefro Wheels, entre otros casos.
Convencidos de que la pelea en Cargill será un caso testigo, el gremio aceitero aseguró que las plantas de la multinacional en el sur del cordón "no molerán un poroto" hasta que se reincorpore a los trabajadores. El conflicto se desata en el inicio de la cosecha, con kilómetros de colas de camiones en los puertos y con el marco de una sequía histórica.