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¿Mito o realidad? El impacto real de usar el teléfono antes de dormir en el sueño adulto

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En la era digital, la imagen de adultos revisando sus teléfonos justo antes de cerrar los ojos se ha vuelto una constante. Redes sociales, correos electrónicos o noticias de último momento compiten por nuestra atención hasta el último minuto del día. Pero, ¿cuánto de cierto hay en la creencia popular de que esta costumbre perjudica seriamente la calidad de nuestro sueño?

Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) se propusieron responder a esta pregunta con rigor científico. Un reciente estudio, publicado en el Journal of Sleep Research, examinó exhaustivamente la relación entre el uso del teléfono inteligente antes de dormir y la calidad del sueño en adultos.

A diferencia de investigaciones anteriores que se basaban en auto-reportes, este estudio utilizó un enfoque más objetivo. Los participantes (una cohorte diversa de adultos) llevaron sensores de sueño que monitoreaban parámetros clave como el inicio del sueño, la duración, la eficiencia (el porcentaje de tiempo que se pasa dormido en la cama) y el número de despertares. Al mismo tiempo, se rastreó el uso real del teléfono antes de acostarse, registrando el tiempo de pantalla y el tipo de actividad.

Los resultados arrojaron luz sobre un panorama más complejo de lo que se suele asumir. Si bien el estudio encontró una correlación mínima entre el uso del teléfono 30 minutos antes de dormir y los parámetros objetivos de sueño, hubo algunas conclusiones importantes:

Impacto leve en el inicio del sueño: Se observó una tendencia, aunque no drástica, a que aquellos que usaban el teléfono justo antes de acostarse tardaran un poco más en conciliar el sueño.

Sin efecto significativo en duración o eficiencia: Contrario a lo que muchos piensan, el tiempo total de sueño o la eficiencia del mismo no se vieron afectados de manera sustancial por el uso pre-sueño del smartphone, al menos no en la mayoría de los participantes.

La excepción: el sueño auto-reportado: Curiosamente, los participantes que usaban el teléfono con mayor frecuencia antes de dormir tendían a percibir una peor calidad de su sueño, incluso si los sensores objetivos no mostraban grandes diferencias. Esto sugiere un posible efecto psicológico o de expectativa.

Los investigadores destacaron que otros factores podrían ser más determinantes que el simple uso de la pantalla:

Contenido consumido: Ver una película de acción intensa o discutir en redes sociales podría ser más perjudicial que leer un e-book tranquilo.

Brillo de la pantalla y modo nocturno: La exposición a la luz azul sigue siendo un factor potencial, pero muchos teléfonos actuales ofrecen filtros de luz azul que mitigan este efecto.

Condiciones preexistentes: Personas con insomnio o trastornos del sueño podrían ser más sensibles a cualquier estímulo antes de dormir.

Si bien los resultados invitan a una visión más matizada, el estudio no es una carta blanca para el uso ilimitado del teléfono. Los expertos sugieren que, si bien el impacto objetivo no es tan drástico como se pensaba, es crucial la moderación y la conciencia.

Entender cómo el teléfono nos afecta individualmente y elegir actividades más relajantes antes de dormir, así como optimizar la configuración de la pantalla, sigue siendo una buena práctica para promover una higiene del sueño saludable. La clave podría no ser tanto si se usa el teléfono, sino cómo se usa y qué se consume.

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