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Los adolescentes toman hasta tres veces más que generaciones anteriores

Muchos jóvenes lo llevan en la valija desde Argentina porque en Brasil se consigue en pocas playas y es caro.

Olas y tragos. Noche tras noche, los argentinos se juntan en la playa de Canasvieiras y toman fernet para sentirse como en casa. /JOSE ALMEIDA, ENVIADO ESPECIAL

Olas y tragos. Noche tras noche, los argentinos se juntan en la playa de Canasvieiras y toman fernet para sentirse como en casa. /JOSE ALMEIDA, ENVIADO ESPECIAL

  • Olas y tragos. Noche tras noche, los argentinos se juntan en la playa de Canasvieiras y toman fernet para sentirse como en casa. /JOSE ALMEIDA, ENVIADO ESPECIAL

Dicen los eruditos en alcohol –y por estas playas son unos cuantos– que una buena previa necesita sí o sí un buen trago. Y siempre que se trate de Argentina y Brasil, hay una pica que se reedita. ¿Maradona o Pelé? ¿Messi o Neymar? ¿Sunga o short? El debate no podía de ninguna manera dejar afuera aspectos culturales tan importantes como un buen trago en la previa de un boliche. Entonces, ¿fernet o caipirinha?

Como si fuera una reñidísima final de “Bailando por un sueño”, las respuestas son parejas, pero el fernet gana sobre la hora, porque tiene un condimento especial: suele llegar escondido en las valijas de los argentinos, porque comprar un fernet con cola “en Brasil es muy caro”, dicen. Entonces, como todo lo “prohibido”, este trago ¿argentino? adquiere un sabor especial.

Hernán Ricci es un joven de 21 años que estudia diseño en la UBA. Está con sus padres y tíos. Y también con hermanos, primos y los novios y novias de sus hermanos y primos. Todos veinteañeros y de San Fernando. Son algo así como los excéntricos Ricci. Como está hospedado en Cachoeira, a cuatro kilómetros del centro de Canasvieiras, Hernán arranca temprano la previa –y temprano es tipo 11 de la noche– cuando todos están listos para acercarse a los carritos que venden tragos en la parte más céntrica de la playa de Canasvieiras.

¿Pero no es lejos para ir caminando? “Por la playa y con un fernet en la mano se llega bien”, aclara Hernán, bastante simpático y con gafas oscuras. El fernet se lo trajo de Argentina, cuenta como si fuera la mayor de las obviedades.

No es el único: con predominio cordobés en las playas brasileñas, más de uno confesó haber cruzado la frontera con la preciada bebida.

Una vez en la playa, el panorama es el siguiente. Una decena de carritos, de esos que en el día venden “inocentes” jugos de frutilla o ananá, se transforman por la noche en barras alcohólicas de variada oferta y música argentina, con lo último de “Nene Malo” y, menos actual, los temas de “Ráfaga”.

La idea es tomarse algo y después ir a bailar a uno de los boliches de dueños argentinos. “Mood” o “Complexo Ilheus”, son los que ya se impusieron.

Por tomar un caso, en uno de los puestitos de la playa –que en ese afán por captar turistas argentinos se llama “Carlos Balá”–, el vaso de fernet cuesta 10 reales (entre $ 25 y $ 36, según el cambio que se consiga). En los súper de Argentina el fernet se puede conseguir a $ 45.

El caso de la caipirinha es distinto. Se cotiza a un precio menor: desde 7 reales (entre $17 y $25) y requiere otra elaboración. Sin las manos expertas de un brasileño no hay caipirinha.

Son las chicas, siempre en busca de la dulzura, las que se inclinan por este trago con lima. Florencia, Rocío, Josefina, Diana y otra Florencia, todas santafesinas de entre 20 y 21 años, lo prefieren. Pero aclaran, también toman fernet y lo trajeron desde Santa Fe.

Fuente: www.clarin.com

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