Su viuda recibió el premio Arturo Jauretche. Ochocientas personas aplaudieron y cantaron al ritmo del famoso “La jueza Barú Budú Budía...”
Buenos Aires.- Pasaron 22 años desde que la jueza María Romilda Servini de Cubría logró una medida cautelar, en plena democracia, para evitar que Tato Bores volviera a nombrarla en el programa en el que su inolvidable criatura, el arqueólogo Helmut Strass, buscaba los rastros de ese país desaparecido, la Argentina. Tato se murió en 1996 pero ayer por la tarde durante unos segundos largos y emocionantes, se recordó en la Feria el punto más alto de ese incidente.
“La jueza Barú Budú Budía, la jueza Barú Budú Budía, la jueza Barú Budú Budía es lo más grande que hay ”, coreaban, desde 1992 y proyectados en una pantalla, Bernardo Neustadt, Mario Pergolini, Alejandro Dolina, Jorge Guinzburg, Hugo Arana y Luis Alberto Spinetta. Repudiaban la medida judicial y se solidarizaban con Tato. En la sala más de 800 personas acompañaban la melodía con aplausos y los más entusiastas se animaban a cantar.
Ayer Tato Bores tuvo un merecido homenaje en la Feria del Libro. Lo organizó el Banco Provincia, que preside Gustavo Marangoni, quien aprovechó para entregarle el Premio Arturo Jauretche a la viuda del más grande humorista político que tuvo el país. El acto también sirvió, cabe interpretar, para que la gestión de Daniel Scioli enseñara cierta independencia con el gobierno nacional, que en los últimos años puso en tela de juicio –a través de 678 y de la opinión de ministros como Florencio Randazzo– el trabajo del capocómico durante la dictadura militar. “Tato enseñó a burlarse de aquellos que se creen los dueños de la verdad, de la razón”, señaló el funcionario bonaerense en el inicio del acto. Abajo estaba la familia de Tato, sus hijos Alejandro, Sebastián y Marina; sus nietos; sus colegas y amigos entrañables Magdalena Ruiz Guiñazú, Roberto Carnaghi, Pedro Saborido, Luis Brandoni, Hugo di Guglielmo y Quino.
Afuera de la sala una pantalla permitía seguir el acto en vivo. Al lado había una gigantografía del actor y un inconfundible teléfono, como el que usaba Tato para “conversar” con presidentes argentinos, extranjeros o generales. En el público había chicos que nacieron después de que Tato muriera. Tal es su vigencia.
Imágenes en video, con la voz en off de Brandoni, quien trabajó con Tato, recorrían la vida del actor, sus películas y obras de teatro. Y por supuesto: sus monólogos imperdibles, en democracia o bajo dictaduras. Hubo imágenes de su primera incursión televisiva. Fue en tiempos de Arturo Frondizi y Tato usaba frac, porque renunciaban los ministros del presidente radical y él –decía– “tenía que estar listo si lo llamaban para asumir”. Nunca más abandonó ese atuendo.
El director Edgardo Borda recordó cómo era trabajar con Tato. Evocó el esfuerzo que tuvo que hacer para que Roberto Carnaghi decidiera salir en cámara –sin cabeza y sin enseñar el rostro– para interpretar al interventor del Canal 7.
Para el final, llegó lo más emotivo. Las palabras de Ruiz Guiñazú, de Brandoni, y de Carnaghi, quien le hizo justicia. “Muchos dicen que no se jugó, pero ‘hablando’ con Videla le dijo: ‘Ustedes son gobierno por amplia mayoría: tres votos’. Había que decirlo”, dijo y una multitud lo reconoció en un aplauso cerrado. Quino comparó la suerte de Tato con la de su Mafalda, a los dos les preguntan qué hubieran dicho sobre diversas situaciones de un presente que no les tocó vivir. “Tato diría lo de siempre: la verdad, sin lastimar a nadie y cuidándose, porque había que cuidarse. Lo extrañamos muchísimo”, conjeturó.
A Marina, la hija, se le quebró la voz cuando dijo lo orgullosa que se sentía porque sus hijos tuvieran semejante abuelo. Quedó retumbando el monólogo de Tato: “Les digo algunos políticos, si siguen haciendo todo lo que están haciendo, voy a estar acá todo el tiempo que pueda para pre servarlo s de la máquina de cortar boludos. Porque si pusiéramos la máquina de cortar boludos dentro de la máquina del túnel del tiempo y nos pusiéramos a cortar boludos con retroactividad otra hubiera sido la suerte de la historieta. Por eso les digo mis queridos chichipíos, a seguir laburando, vermouth con papafritas y Good show!!.
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