Intentaron sacarlos del ojo público, esconder la pobreza como si fuera basura que se barre debajo de la alfombra. Los reubicaron lejos del Anfiteatro, en el Barrio San Francisco, dentro de “El Galponcito” de calle Independencia al 1600. Allí les dijeron que se instalen, como si la simple reubicación resolviera algo. Todo indica que su presencia incomodaba, no “daba buena imagen”, y esa fue la prioridad.
Las quejas de algunos vecinos reforzaron esa decisión, sin detenerse a pensar que esas personas —en situación de extrema vulnerabilidad— no tienen dónde higienizarse ni bañarse. Por eso lo hacen en el espacio público, a pocos metros del Rincón de los Niños. Una postal dura, pero real.
La estadía en el galpón duró poco. Los mandaron sin recursos, sin abrigo, sin comida caliente, sin respuestas. Estuvieron entre cuatro paredes vacías, hasta que regresaron al Anfiteatro, donde al menos reciben la ayuda solidaria de la gente y de voluntarios de la Parroquia que, a diario, les acercan un plato caliente.
La única vez que desde el Estado se acercaron, les dieron bolsones de alimentos secos. "¿Y dónde los van a cocinar?", preguntó con indignación una de las voluntarias. Una pregunta simple, que expone el grado de desconexión y falta de empatía de quienes gobiernan o pretenden gobernar.
Los días pasan, el frío arrecia, la lluvia moja y congela hasta los huesos. Y ellos siguen ahí, a la intemperie, invisibles. O peor aún: queriendo ser invisibilizados. No militan para ningún partido, tal vez ni siquiera votan. Entonces no sirven. No cuentan. Son el descarte de un sistema que elige mirar para otro lado.
La ironía duele más cuando se la señala: a escasos metros de ellos, sobre el Bv. Mansueto Maiorano, el Estado local impulsa con aportes del gobierno provincial una obra pública valuada en más de 500 millones de pesos. ¿Tanto para unos y nada para otros?
Las imágenes indignan. Y duelen. Porque exhiben una verdad incómoda: la de una sociedad que naturaliza que haya personas viviendo bajo la lluvia y el frío, mientras la política solo se asoma cuando hay votos en juego.