A Juan lo arruinaron. Lleva dos días sin poder dormir y la comida no le pasa. Hoy cobró su jubilación y le devolvió a su amigo los $11.018 pesos que un estafador le robó por prestarle la tarjeta. Y a partir de junio tendrá que comenzar a pagar en cuotas los $100.000 del crédito de Banco Provincia que el ladrón sacó a su nombre y luego se transfirió.
$111.018 que un sujeto habilidoso con las palabras logró sacarle en unos cuantos minutos.
“Hice todo lo que me dijo, ¡cómo entré!”, lamenta ahora angustiado por no haberse dado cuenta del engaño. El llamado con característica de Córdoba llegó el 22 de abril pasado cerca de las dos de la tarde diciendo ser de ANSES, y dio indicaciones para que pudiera recibir los $10.000 que entrega el Estado Nacional para algunos ciudadanos. “Venía justo para pagar los $8.000 de dos boletas que debo de la luz, me dijo que tenía que ser ya, que vaya al cajero más cercano, por eso salí rajando para el Creedicoop”, explicó el vecino de nuestra ciudad.
En el cajero se encontró con un ex compañero del frigorífico donde trabajó más de 30 años que había ido a cobrar. El delincuente le indicó a Juan que necesitaba otra tarjeta, y justo ahí, por esas cosas del destino, estaba el compañero. Los $11.000 aparecían en el saldo, y el falso empleado de ANSES le dijo que espere para cobrarlos, así podía terminar el trámite de Juan. Cuando volvieron a chequear esa cuenta, estaba vacía. Lo que el jubilado no sabía en ese momento y jamás se hubiera imaginado, es que solo se trataba del 10 por ciento de la estafa.
Cuando lamentaba el robo que terminaban de confirmar, desde el banco lo llamaron para decirle que ese mismo día había pedido un crédito de 100 mil pesos, que ahora le debía al banco, y que a partir de junio la cuota se iba a debitar de su jubilación. Por lo que Juan deberá todos los meses pagar la plata que ya le robaron, una especie de robo con financiación, difícil de superar antes de cancelar las cuotas.
Después siguió la denuncia, dos veces a la comisaría, dos más al banco. Papeles. Poca esperanza de poder recuperar algo, porque él pidió de forma “voluntaria” un crédito “con retiro inmediato”. Contactaron con el director de PAMI Julián Polinesi, que derivó al concejal Luciano Crosio, que derivó a una amiga abogada que todavía no llamó porque no tiene la más mínima idea sobre qué hacer. Más derivaciones que acompañamiento. “No sé si pagarle ahora a una abogada, no tengo un peso, y la plata no la voy a recuperar, porque ya la habrán sacado”, dice sin hablar siquiera con la certeza de que el dinero ya no esté.
Del estafador poco se sabe. Del número del que lo llamaron, solo obtuvieron una foto de Whatsapp de un hombre que aparece con ropa deportiva de River y la cara semitapada, el mismo número que apareció en otras advertencias de vecinos que no llegaron a caer en la emboscada. ¿Será el estafador?¿Será quien se entrenó para robarle a jubilados en plena cuarentena? ¿O pusieron un estereotipo compatible con el imaginario social y detrás hay un ladrón de guantes blancos? No se sabe. ¿Es tan mala la Justicia que a un delincuente de este tipo no le hace falta ni cambiar el chip para seguir estafando? Tampoco.
Juan es divorciado, un 20 por ciento de lo que cobra es para su hijo, ya está pagando un crédito, y además alquila. Cuenta todo lo que le pasó con lujo de detalles, a su manera, sin pausas, como queriendo justificarse antes de que lo juzguen, porque "todos saben de las estafas telefónicas" pero más de uno que la tenía re clara se vio alguna vez confundido con los artilugios de los estafadores. Habla sin llantos, ni gritos; pero con una amargura que no se puede esconder. “Me cortó por la mitad” dice sin encontrar más palabras al final de nuestra charla, “no sé qué voy a hacer”.