En San Luis, venció 1-0 a San Lorenzo con un gol de cabeza de Pezzella y ganó la Copa Campeonato. El equipo de Ramón Díaz logró el pasaje a la Sudamericana 2014 y accedió a jugar la Supercopa Argentina ante el ganador de la Copa Argentina.
No se detiene. La fiesta de River parece interminable. Como si se tratara de la continuidad de esa vuelta olímpica que gozó el domingo en el Monumental, ahora se copó en San Luis. Ganó la Súper Final, alzó la Copa Campeonato y tuvo su yapa internacional: abrochó el pasaje a la Sudamericana. Lo hizo con una pelota parada resuelta por el oportunismo de Pezzella y con las manos firmes de Barovero. San Lorenzo mereció el empate y se quedó con bronca, aunque esperando el consuelo de su verdadera obsesión: la Libertadores, que lo tiene en la semifinal, nada menos.
¿Cómo no iba a ilusionar el duelo entre los reyes argentinos de la temporada, más allá de esas bajas temperaturas que invaden las sierras puntanas? Si aquí, en el Juan Gilberto Funes de San Luis estaba River, el campeón del torneo Final, con el impulso de haberle puesto fin el domingo pasado a esos seis años de sufrimiento. Si acá estaba San Lorenzo, el campeón del Inicial, que a pesar del cansancio por un semestre cargado de compromisos llegó con el envión de ser uno de los semifinalistas de la Libertadores. Despertaron entusiasmos en el amanecer del encuentro pero se diluyeron con el correr de los minutos. Fue San Lorenzo el que dejó una mejor imagen. Ostentando el dominio del balón en buena parte del desarrollo. Con los argumentos de siempre. El prolijo primer pase en Mercier y Ortigoza, la rapidez de Villalba y de Correa y la claridad de Romagnoli, a quien luego de vivir una semana complicada por su posible partida a Brasil le tocó reemplazar a Piatti. Había una diferencia de velocidad en los ataques de San Lorenzo.
En el más reciente campeón pesaron las piernas. A excepción del Keko Villalva, se vio lento al resto. Y cuando se dio cuenta de que el golpe por golpe no le traía beneficios, no se puso colorado para retroceder, agruparse y cederle la pelota a su rival esperando aprovechar algún error ajeno o el contraataque.
Si San Lorenzo no convirtió en esos buenos primeros minutos fue por los guantes de Barovero y por la falta de resolución de Correa y Tito Villalba, aunque también es cierto que el pésimo estado del campo de juego, del cual Bauza se había quejado, les jugó una mala pasada. River lo vio de lejos al arco de Torrico, pero lo inquietó con remates de afuera de Villalva y Lanzini. Justamente, las intermitencias de Manu, absorbido por el doble cinco azulgrana, fueron un factor clave en el trámite, al que no le faltó pierna fuerte. Aunque en el segundo, el enganche levantó su nivel y fue todo lo desequilibrante que se esperaba. Sin ir más lejos, de su pie derecho nació la jugada del gol. Por un tiro libre ejecutado con precisión, que conectó Pezzella.
El grito en La Punta llegó justo cuando River manejaba la pelota, porque San Lorenzo se había replegado, apostando a la contra. Quizá el equipo de Bauza sintió el desgaste físico, producto de los 30 partidos (contando el de anoche) jugados en menos de cuatro meses. Barovero se lució nuevamente, esta vez ante Correa. Y aunque se paró unos metros más atrás, no renunció al arco de enfrente, tratando de exprimir alguna pelota parada o buscando con algún desequilibrio de Tito Villalba. Pero fue River el que encontró el tesoro con la fórmula del balón detenido. Y una nueva alegría, como para reforzar el eslogan de volver a ser.