1821 - 17 de Junio - 2021 / Bicentenario de su Paso a la Inmortalidad.
El 8 de febrero de 1785, vino al mundo en Salta uno de los hijos de don Gabriel de Güemes Montero y de doña María Magdalena Goyechea y La Corte, al cual bautizaron como Martín Miguel.
Las épocas de su niñez, infancia y juventud transcurrieron entre sus estudios y sus continuas visitas a las estancias de sus progenitores ubicadas a unas diez leguas de Salta, sitios éstos donde aprendió casi todas las faenas camperas.
A los 14 años de edad, en 1799,ingresó como cadete de una compañía de Infantería con asiento en su provincia natal, alternando su tiempo entre su formación como soldado y ayudando a su padre en sus tareas como funcionario administrativo de la Real Hacienda.
Para1805 Güemes ya está en Buenos Aires, donde a los pocos meses de su presencia tomó parte del conflicto armado que tuvo lugar a raíz de las invasiones ingleses. Debido a su desempeño, la administración virreinal, le encomendó en abril de 1807 que al frente de una partida de milicianos reprimiera el contrabando cada vez mayor entre Buenos Aires y Montevideo, habida cuenta la ocupación de esta última ciudad por los ingleses.
Retornó a su ciudad natal en 1809, siendo en la ocasión ascendido a subteniente por su buena actuación en la defensa de Buenos Aires dos años antes.
Vientos de independencia
En el inicio de la etapa independentista, es decir 1810, junto a las primeras milicias salteñas y jujeñas, se destacó operando en la Quebrada de Humahuaca, lo cual le valió los galones de capitán. Su estrategia en dicha región impidió la comunicación de los realistas entre el Alto Perú y Córdoba.
El 7 de noviembre de 1810, comenzó a elevarse la estrella fulgurante de Güemes como conductor militar a partir de su participación decisiva en el triunfo obtenido en la Batalla de Suipacha.
Meses después, ya a mediados de 1812, Manuel Belgrano lo envió a Santiago del Estero y luego a Buenos Aires. Este cambio de destinos hizo que Güemes no estuviera presente en las victorias patriotas de Salta y Tucumán, ni tampoco de las jornadas adversas en las regiones altoperuanas de Vilcapugio y Ayohuma.
En 1814, retornó al norte acompañando a San Martín, quien le asignó el mando de la avanzada militar encargada de la proteger la zona del Rio Pasaje. En la oportunidad, al frente de sus milicias salteñas campesinas, desarrolló una efectiva guerra de guerrillas que mantuvo bloqueado el camino del norte para el avance realista. En reconocimiento a su éxito militar en tal destino, fue ascendido a teniente coronel del ejército a propuesta de San Martín.
El año 1815 fue muy particular en la vida de Güemes, ya que en abril de ese año derrotó con sus milicias gauchas a una avanzada del general realista Pezuela en la Quebrada de Humahuaca. Un mes más tarde, fue elegido por el Cabildo de Salta Gobernador de dicha provincia, sumándose también como hecho relevante su boda con su comprovinciana doña Carmen Puch en julio de 1815, con quien tuvo tres hijos.
Celoso vigilante de la frontera norte
Al tiempo que se declaró la independencia en Tucumán, Güemes redobló su celo en la vigilancia de la frontera noroeste, recibiendo del flamante Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, la orden de defender las provincias del norte y hacerse cargo del Ejército Auxiliar del Alto Perú, que había sido enviado a Tucumán para su reorganización. Misión que cumplió de manera óptima hasta que fue reemplazado al frente de la citada fuerza por el general Manuel Belgrano.
En 1817 el mariscal español José de la Serna pretendió invadir con 5.500 hombres el territorio salteño, siendo rechazado por Güemes; hazaña que repitió a fines de ese mismo año al vencer al frente de sus gauchos al Jefe de la vanguardia española, el general Pedro Antonio de Olañeta.
En 1819, las tropas gauchas del jefe salteño volvieron a dar muestras de un indecible valor ya que con gran coraje contuvieron en Jujuy al general español José Canterac. A mediados de 1820 vencieron a los 6.500 hombres que comandó el general Juan Ramírez de Orozco, dejando finalmente sin expectativas a los realistas que intentaron una y otra vez llegar a Buenos Aires para restablecer el Virreinato del Río de la Plata.
La traición asoma en el horizonte
Lamentablemente, como el Gobierno Central no proporcionó ni dinero ni apoyo alguno, Güemes para sostener la guerra tuvo que imponer fuertes tributos obligatorios a los norteños, lo cual generó un gran malestar. Al mismo tiempo, prohibió las relaciones comerciales con el Alto Perú para menguar el poder económico de los españoles, ganándose con ello la inquina de comerciantes y hacendados.
El junio de 1820, poco antes de embarcarse para el Perú San Martín lo designó General en jefe del Ejército de Observación. Las provincias argentinas, si bien, reconocieron en dicha jefatura, no le prestaron ningún tipo de asistencia.
Ante tan adverso estado de cosas, en enero de 1821, delegó el cargo de gobernador para dedicarse a organizar la expedición con la que pretendía avanzar por el Alto Perú para auxiliar a San Martín, quien ya se encontraba en Perú.
Toda la primera mitad del año 1821 estuvo rodeado de enemigos y la situación fue mucho peor cuando el Cabildo de Salta lo acuso de tirano y lo removió como Gobernador. De inmediato los adversarios de Güemes se aliaron con los realistas, obteniendo un importante apoyo del general español Olañeta.
Sin embargo, logró recuperar el poder desde el 31 de mayo al 7 de junio de 1821, fecha en que los españoles y sus socios traidores sitiaron Salta logrando en una carga herir gravemente al jefe patriota, quien logró replegarse hasta la Cañada de la Horqueta donde falleció el 17 de junio de 1821, pidiendo a sus gauchos antes de morir que hicieron todo lo posible para arrojar a los enemigos de su provincia.
Pocas semanas después del trágico suceso, el coronel Jorge Enrique Vidt al frente de las tropas guemesianas, desalojaron a los realistas de Salta.
Un estoico jefe con valores a imitar
Hoy la historia determina que el amado jefe salteño sí puede descansar en paz en su ciudad natal ya que cumplió fielmente aquel juramento que le hiciera como advertencia al general realista Pedro Antonio de Olañeta, en setiembre de 1816, cuando le expresó en una misiva: “He jurado sostener la independencia de América y sellarla con mi sangre”.
Martín Miguel de Güemes fue un cabal defensor de la Libertad y la Independencia de las provincias argentinas desde mediados de 1816 hasta su muerte, transformando a su ejército gaucho en un infranqueable muro para las tropas realistas que una y otra vez fracasaron en sus intentos de doblegarlo.
En definitiva, Güemes es el adalid de lo que hoy se interpreta como defensa de la soberanía. Gracias a él y a sus hombres, que mantuvieron ocupado al ejército realista del Alto Perú, fue posible el éxito de la campaña militar de San Martín en el Perú.
Hoy, su figura ya es parte fundamental del panteón de los próceres destacados de la Patria, pero también es una personalidadplena de valores a la que debemos conocer e imitar a los fines de poder encontrar el camino de la felicidad como país soberano, sobretodo en momentos en que los problemas sociales, económicos y políticos parecen insalvables.
Miguel Angel Brusasca
Coordinador Nacional de Filiales del Instituto Sanmartiniano del Perú en laArgentina
Presidente de la Filial “Provincia de Santa Fe”del Instituto Sanmartiniano del Perú
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