La imaginación vuela cuando se trata de sexo. Tenemos sueños, utopías y delirios que muchas veces cumplen un objetivo específico.
Las fantasías eróticas son aquellas cuyo contenido se centra en lo sexual. En lo demás no se diferencian de cualquier otro tipo de fantasía, como la que lleva a una mujer a soñar que es una bailarina clásica o a un varón con ser el goleador de su equipo, por sólo mencionar dos estereotipos.
La imaginación nos permite transportarnos, sin ningún costo adicional, a situaciones deseadas o prohibidas. Desde la niñez, las fantasías son el vehículo de nuestros más ocultos deseos, algunos inocentes y otros no tanto.
Si bien es cierto que el desconocimiento, la falta de respuestas o la represión son grandes generadores de fantasías, de ningún modo debe pensarse que todas son la consecuencia de una limitación o carencia afectiva y sexual. Muchas personas recurren a ellas como un factor de enriquecimiento de su vida amorosa.
Los distintos tipos
Podríamos intentar tipificar algunas fantasías eróticas para facilitar su comprensión y, a la vez, disminuir la angustia de muchas personas que se alarman cuando las tienen porque se sienten como perversos, anormales o enfermos, en lugar de aceptar que los sueños, utopías, delirios y vuelos imaginarios son universales:
* Las que ayudan a excitarse: responden a un placer de tipo narcisístico, pues quien las produce no persigue otra finalidad que regodearse imaginándolas.
* Las que sirven para masturbarse: aquí entra en juego un otro. Se conciben situaciones, personas y lugares con el fin de lograr una excitación que será liberada a través del acto masturbatorio.
* Las que suplen carencias: comunes a algunas personas solteras/os, maduras/os, viudas/os y gerontes (tercera edad) de ambos sexos.
* Las que permiten realizar el coito o sirven como ingrediente: hay personas que no pueden tener actividad sexual si no encienden sus fantasías a través de material gráfico o audiovisual y otras aderezan el encuentro fantaseando determinadas situaciones, inclusive pensando en otra persona que no es su pareja.
* Las compartidas con la pareja que procuran aumentar la pasión: pueden incluir juegos donde se interpretan escenas, lugares, personajes o roles diferentes.
* Las fantasías sadomasoquistas: en ciertos casos, aparece la necesidad de lastimar, de infligir castigos, o de ser castigados.
* Las fantasías de prostitución: pueden llegar a estimular y excitarse, pero también pueden actuar como inhibitorias (“si yo tengo muchos orgasmos: ¿en qué me voy a convertir?”, suelen pensar pacientes anorgásmicas).
Entre las mujeres, estas son alguna de las fantasías más comunes, que se escuchan en el consultorio o en mensajes en Internet:
* Las de poder, de gran potencia o de dominio sexual.
* Las de escenario: están en un lugar exótico, en una playa en la arena o en el mar.
* Las de la mujer que se coloca en actitud de idolatría: es deseo exclusivo del varón y sus atributos.
* Las voyeuristas: imaginan mirar a un varón que se desviste o se masturba o a una pareja haciendo el amor. Una variedad, muy prevalente entre los varones, es de querer ver a dos mujeres teniendo relaciones sexuales entre ellas.
* Las exhibicionistas: consisten en mostrar su cuerpo o los genitales o masturbarse delante de los varones que las desean.
* Las “colectivas”: representan el deseo de intercambio de parejas o de sexo grupal.
* Las de contexto variado: ellas imaginan un lugar o situación determinada, por ejemplo, que están en una playa del Caribe o en la plaza.
* Las que giran en torno a personas o personajes: en general tienen que ver con varones inaccesibles, como la pareja de las amigas, los compañeros de trabajo o un famoso. Las estadísticas revelan que la mayor parte de las fantasías se dan con personas conocidas o allegadas.
* Las preparatorias: hay personas que se obsesionan esperando el primer encuentro sexual con una nueva pareja. Estas fantasías sirven para calmar la angustia.
* Las que incluyen variantes: la mujer se imagina con dos varones, orgías grupales, uso de objetos y ayudas sexuales (dildos, vibradores, arneses) que no se atrevería a emplear en la práctica, con cambios de roles (por ejemplo que la mujer penetra a su compañero).
* Las fantasías homosexuales: hay mujeres que las utilizan en sus encuentros heterosexuales o en sus actividades masturbatorias. Me estoy refiriendo a heterosexuales que se excitan con historias donde mantienen relaciones sexuales con otras mujeres o en las que otras poseen a sus compañeros. Esto no deberá parecer tan extraño, ya que en muchos seres humanos pueden aparecer sueños o fantasías homoeróticas. No por soñar con un juego amoroso con alguien del mismo sexo eso las define como homosexuales.
Sin lugar a dudas, el sexo se enriquece con las fantasías. Por supuesto, las personas deberían tener una vida sexual, en lo real, lo suficientemente intensa e interesante como para que las fantasías funcionen como complemento o ingrediente, sin llegar nunca a sustituirla. También suelen ser un antídoto contra la rutina sexual.
Extractos del libro “Derecho al goce” (ediciones Lea), del doctor Adrián Sapetti, médico especialista en psiquiatría, psicoterapeuta y sexólogo. Es miembro de la Academia Internacional de Sexología Médica (AISM) y miembro directivo de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), entre otras instituciones.
Es tendencia entre mujeres de clase media y con educación superior. Sus partidarios aseguran que es más saludable para los niños, pero los críticos lo ven como otra forma.
Un nuevo estudio acarrea conclusiones que preocupan: el humo de segunda mano puede afectar al bebé de una futura mamá incluso antes de que ella quedara embarazada.
El estudio fue realizado en 15 países de Europa y América y asegura que el mismo porcentaje de mujeres no dejaría a sus parejas en esa situación. El sondeo determinó, además, que cerca de un 40% de los hombres nunca tuvo una relación con una persona con exceso de peso.