Todo éxito debe estar sostenido por los valores de integridad, humildad, responsabilidad incondicional, empatía y compromiso. Estos no son los únicos pero quizás son los principales.
Con su imponente envergadura y dignidad, el águila coronada se eleva sin siquiera batir sus alas. ¿Sobre qué se apoya para alzarse por los aires consumiendo un mínimo de energía? Su vuelo imponente se sustenta sobre el apoyo en algunos principios naturales como la utilización de las corrientes cálidas ascendentes que, combinado a la forma y tamaño de sus alas, le permiten ganar altitud. Puede ser fascinante verla volar en círculos mientras va ascendiendo sin esfuerzo hasta no ser más que un punto en el firmamento.
El poder crecer y triunfar tanto en la vida como en el trabajo tiene relaciones similares con la forma en que el águila se eleva, ya que si queremos tener éxito necesitamos apoyarnos en principios éticos y valores que nos eleven.
Sostengo que todo triunfo o éxito debe estar sostenido por los valores de integridad, humildad, responsabilidad incondicional, empatía y compromiso. Estos no son los únicos pero quizás son los principales, ya que abarcan la esfera de las relaciones conductuales de los humanos en sociedad.
Integridad
Los humanos nos movemos dentro de un universo de emociones, lenguaje, acciones y pensamientos. Estos universos no son independientes, más bien son interdependientes: esto implica que cada acción genera un pensamiento coherente, una emoción acorde, y hablamos de dicha acción de cierta manera y con cierta terminología. Cuando algunos componentes de estos universos no se condicen con los otros, perdemos integridad, ya que esta es la cualidad de lo que está entero, completo. Una persona íntegra logra que lo que dice, aquello que hace, sus sentimientos y pensamientos estén completamente alineados, no hay grietas ni rupturas: es un todo uniforme. La persona íntegra no claudica sus valores en pro de beneficios inmediatos, no negocia con su integridad, no se deja sobornar. Este alineamiento le otorga una sensación de paz interior y tranquilidad que le permiten sentir recompensa no monetaria por su accionar coherente.
Responsabilidad incondicional
Mientras escribo estas ideas, vienen a mi mente dos personajes de la mitología griega: Prometeo y Epimeteo. Lo que quiero destacar de estos dos personajes no son sus relatos, sino la etimología de sus nombres: Prometeo significa el que piensa antes y se anticipa, mientras que Epimeteo es el que piensa después. Jung, en el libro Tipos Psicológicos, dice que hay personas de carácter prometeico y epimeteico. Es decir, que hay personas que por su proactividad logran anticiparse, prevenir y planificar y otras que después de hacer piensan lo que hicieron y muchas veces se arrepienten. La responsabilidad incondicional es la capacidad de poder ser proactivos, anticipándonos creativamente a los acontecimientos reduciendo los riesgos de forma inteligente. Implica pensar antes de actuar. Permitir, como dice Stephen Covey, que haya un espacio entre el estímulo y la respuesta. En ese espacio reside la libertad, la capacidad de elegir cuál será la mejor acción a ejecutar. Las personas exitosas tienen un alto nivel de responsabilidad proactiva. La ética de la responsabilidad permite que nuestra conducta sea el producto de acciones reflexionadas y pensadas y no meras reacciones automáticas producto de las circunstancias.
Empatía
Una persona empática puede ver, sentir y escuchar cómo ve, siente y escucha la otra persona. Es la habilidad que nos permite relacionarnos con los otros cuidando que lo que hacemos, lo que decimos y sentimos no solo no lo dañe, sino que además contribuya a un estado emocional positivo. Las personas empáticas son percibidas como más amorosas y confiables, con lo cual es más fácil vincularse con ellas, ya que sentimos que estamos al resguardo y que no corremos peligro.
El valor de la empatía radica en la capacidad de salirnos de nosotros mismos para meternos en el mundo del otro, apropiándonos de su forma de pensar y sentir. Es un estado de profunda conexión emocional donde nos fundimos en la experiencia del otro con sinceridad. Las personas con altos niveles de empatía suelen ser más exitosas y son requeridas para puestos más altos.
Humildad
Ninguno de los valores que hemos enumerado serían de verdadero valor o importancia sin humildad. De hecho, la humildad es la que posibilita la empatía, la responsabilidad incondicional y la integridad. Es difícil acompañar estos valores con el orgullo. En este sentido, la humildad es una condición de posibilidad para el surgimiento del resto de los valores éticos. Una ética sin humildad nos convierte en manipuladores.
Compromiso
Las empresas son redes de conversaciones, comunidades lingüísticas que interaccionan para coordinar acciones y lograr propósitos. Esa coordinación de acciones depende de los compromisos asumidos y de la honra de esos compromisos cumpliendo nuestra palabra. Las personas integras, responsables y empáticas tiene palabra, cumplen con sus promesas porque saben que de no hacerlo su confiabilidad se resiente.
Hay un valor transversal a los ya mencionados: la confianza. Confiamos en personas íntegras, responsables, empáticas, humildes y comprometidas. La confianza es el pegamento que nos une en relaciones de largo plazo. Solo podemos elevarnos y triunfar cuando nuestra conducta se apoya en una ética solida y en valores elevados.
Triunfar no significa siempre tener un ascenso, un puesto de liderazgo o ganar mucho dinero. Implica llevar una vida digna de ser vivida, ser recordados por nuestra integridad, humildad, empatía, responsabilidad o compromiso, será nuestro verdadero éxito. El resto es secundario.
Por Diego Lo Destro, licenciado en filosofía con orientación en gnoseología, especialista en procesos de cambio y desarrollo organizacional.
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