A casi cinco meses del operativo que marcó el traslado de más de 40 mujeres detenidas y el supuesto cierre del módulo de detención transitorio de la comisaría 27ª, la realidad muestra un escenario muy distinto.
Pese a las declaraciones oficiales que presentaron aquel procedimiento como el “fin del alojamiento de presos en pleno centro de la ciudad”, el lugar sigue funcionando como cárcel, pero ahora con un perfil completamente diferente: alberga a 22 hombres, todos detenidos por delitos sexuales.
Desde aquel traslado “circense”, como lo describen hasta fuentes policiales, fueron llegando nuevos reclusos y se produjeron algunos recambios, hasta conformar la población actual. El módulo, que había sido anunciado como vaciado y destinado exclusivamente a tareas administrativas, volvió a llenarse en pocas semanas.
El cambio de internas por varones implicados en causas de abuso sexual genera preocupación y malestar hasta en el mismo personal de la comisaría, que debe dedicarse también ahora a la tarea de guardiacárceles.
Las elecciones ya pasaron, y el edificio que se prometió liberar para optimizar la presencia policial en las calles continúa funcionando como un espacio de detención, desdibujando por completo aquel anuncio que fue presentado como un logro en materia de seguridad.