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Nuevos casos de secuestros virtuales: en dos consiguieron dinero

Hubo ayer en Rosario por lo menos tres hechos de secuestro virtual. En dos de ellos los malvivientes tuvieron éxito y consiguieron hacerse de dinero. En el tercero, el receptor del llamado se dio cuenta de que se trataba de un fraude.

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Rosario.- Eran cerca de las 4 de la mañana de ayer cuando Beatriz recibió un llamado telefónico que la estremeció. "Mamá, me tienen secuestrado, me quieren matar, hacé lo que te dicen", escuchó del otro lado de la línea. Desesperada, la mujer de 69 años obedeció al pie de la letra y minutos después dejaba en la calle casi seis mil pesos en efectivo y otras alhajas. Luego se enteraría que su hijo dormía ajeno a su calvario en su casa de Funes.

Ese falso secuestro del que fue víctima Beatriz fue uno de los tres que trascendieron ayer —dos concretados y uno fallido— en una modalidad delictiva cada vez más frecuente y cambiante. Lo que comenzó cinco o seis años atrás como un ardid de presos para hacerse de un capital en pulsos telefónicos valioso dentro de los presidios parece haber evolucionado a una versión remozada del cuento del tío que ya no se perpetra —al menos exclusivamente— desde las cárceles.

Una versión que en los últimos días se viene presentando de esta manera: suena el teléfono fijo durante la madrugada y un joven que finge ser pariente de su interlocutor le pide ayuda para ser liberado de un secuestro. Si la víctima, literalmente dormida en la mayoría de los casos, da por cierta la situación, minutos después el falso hijo o sobrino le pasa el teléfono a los falsos captores y la historia puede terminar con la entrega de un jugoso botín por algo que jamás sucedió. Algo todavía más paradójico si se tienen en cuenta que en Rosario casi no hubo casos de secuestros extorsivos en lo que va del siglo.

Dos Víctimas .- Al menos dos mujeres fueron las víctimas de este ardid, de una brutal violencia psicológica, durante la mañana de ayer. Según señalaron fuentes policiales, el primero de estos casos ocurrió en Buenos Aires al 1400 cuando Beatriz D. atendió un llamado en el departamento que comparte con su esposo. Del otro lado de la línea un hombre que aseguró ser su hijo la convenció de que lo habían secuestrado y minutos después la mujer bajó con seis mil pesos, un par de anillos, pulseras y un brazalete.

Siguiendo las instrucciones de los falsos captores, la mujer fue hasta la cuadra de Buenos Aires entre Zeballos y Montevideo y dejó el botín en un lugar que las fuentes consultadas —la mujer no quiso contar a este diario lo sucedido— no precisaron.

"No vio a nadie, sólo vio un taxi", sostuvo un vocero policial y agregó que luego de dejar el botín, llamó a la comisaría 23ª de Funes para contar lo ocurrido ya que su hijo vive en esa ciudad. Minutos después, personal de la seccional funense le confirmó que su hijo estaba bien. Este falso secuestro fue denunciado en la comisaría 1ª.

En mano. Una anciana fue otra víctima de un ardid similar ayer a la mañana. Según fuentes policiales, fue alrededor de las 7.30 cuando María C. recibió una llamada en la cual un hombre le pedía dinero para liberar a su hija de 37 años.

Voceros policiales comentaron que la mujer de 82 años domiciliada en inmediaciones de Pellegrini y Sarmiento creyó en lo que le estaban diciendo y siguió al pie de la letra las indicaciones de los falsos captores. Así, según los voceros consultados, la mujer logró reunir alrededor de 20 mil pesos que luego dijo haber entregado a "un hombre joven de apariencia humilde".

No compró.- El último de los casos conocidos ayer —aquellos en los que las víctimas dieron cuenta a la policía— no tuvo éxito para los timadores telefónicos. También ocurrió durante la madrugada pero al parecer la víctima, un hombre de 88 años domiciliado en inmediaciones de Pellegrini y Constitución, no estaba lo suficientemente dormida como para creer en lo que escuchaba.

Según fuentes policiales, este caso ocurrió alrededor de las 4 cuando Juan A. recibió un llamado a su teléfono fijo. Al parecer, su interlocutor dijo ser su hijo. Le dijo que estaba secuestrado, amenazado de muerte y le pidió ayuda para ser liberado.

Pero algo —tal vez la voz de su interlocutor, demasiado joven para ser su hijo— hizo desconfiar a don Juan. De alguna manera logró comunicarse con la policía al 911 sin cortar la comunicación con los supuestos secuestradores. Entonces el personal policial logró establecer que el hijo de la víctima se encontraba perfectamente en su casa de Rioja al 2700 y ese cuento se terminó antes de tiempo.

Como tantos otros intentos que no se concretan y no trascienden más allá del plano de la anécdota. Es difícil saber cuántos proyectos de falsos secuestros puede haber por día e inclusos cuántos de éstos se concretan ya que no todos son denunciados. "Muchas veces las víctimas, al corroborar que sus familiares no fueron secuestrados y se encuentran bien, prefieren dar vuelta la página y olvidar el hecho sin siquiera denunciarlo", comentaba ayer al respecto un oficial de la policía rosarina.

Recomendaciones.- Desde hace un tiempo el gobierno provincial viene emitiendo una serie de recomendaciones para no ser víctima de las estafas telefónicas conocidas como “secuestros virtuales”. En este sentido, se aconseja no brindar ninguna información personal, de un familiar, de actividades que realicen o de los bienes que posean, así como advertir a los niños que acostumbren atender el teléfono, para que no aporten información a desconocidos.

“Más allá de cualquier amenaza que se pueda recibir por teléfono, corte inmediatamente la comunicación. Si es posible, trate antes de anotar el número de teléfono desde el cual lo han llamado. Si no puede hacerlo o si lo llaman desde un número desconocido, corte de todos modos la comunicación telefónica”, es la recomendación del Ministerio de Seguridad santafesino.

También se sugiere ubicar a los familiares o con personas que puedan localizarlos. También contactar enseguida a la policía.

"Era la voz de mi sobrino, no lo dudé"

"Era mi sobrino, jamás lo dudé". Viviana repasaba el diálogo que mantuvo, dos semanas atrás, con un joven que le dijo ser su sobrino y le pedía ayuda porque "cinco tipos lo tenían secuestrado con un arma en la cabeza".

"Eran las 5.30 de la mañana —contó la mujer de 40 años domiciliada en San Lorenzo y San Martín— cuando sonó el teléfono fijo y lo primero que escuché fue: «Tía, me asaltaron. Ayudame». El chico me pasó con uno de los que supuestamente lo tenía, que me preguntó con quién estaba yo y me dijo que si llamaba al 911 le volaba la cabeza a mi sobrino".

Como suele pasar, los timadores le impidieron a su víctima que cortara la comunicación. Así, la mantuvieron en línea mientras su esposo llevaba hasta un contenedor de basura cercano lo que habían logrado reunir para el rescate: tres mil dólares. "Me hacían contar en voz alta hasta 100, hasta 200, para que no cortara", recordó Viviana.

"Mi marido volvió —añadió— y ellos se comunicaron con uno que andaba en moto y que pasó a buscar la plata. Cuando corroboraron que tenía el dinero el que hablaba se puso más tranquilo. Entonces le pedí que me pasara con mi sobrino para decirle que lo íbamos a ir a buscar. Me volvió a pasar con el pibe, que me dijo que se llamaba Marcos y que mi sobrino estaba en su casa. Le pregunté si había sido una joda y si me iban a devolver la plata".

Como tantas otras víctimas del ardid Viviana admitió que había oído sobre la modalidad. "No pensé que pudiera ser mentira, porque no quise mandarme una macana que pudiera costarle la vida a mi sobrino. ¿Cómo podía saber si era o no un loco? Además... era la voz de mi sobrino".

"Mamá ayudame". Un caso casi calcado fue el de Mariela, que tres días atrás recibió un llamado en su casa de Mitre y San Lorenzo. En este caso la víctima era su hijo adolescente que estaba en Villa Gesell. "El domingo a las 5 de la mañana sonó el fijo de mi casa y un chico me dijo: «Ayudame, mamá, por favor». Le dije «hijo, ¿sos vos?», pero no di nombres. Me respondió: «Ayudame, me apuntan en la cabeza. Por favor no me dejés». Eso último me mató”, narró la comerciante de 47 años. “Para mí era mi hijo”, admitió Mariela sobre la voz que calificó como “angustiada y ronca, como si realmente estuviera pasando algo así”.

Mariela recordó detalles que dan cuenta de hasta qué punto los estafadores logran controlar su puesta en escena. “Les pasé con mi marido y agarré el celular para llamar a mi hijo. Ahí le dijeron «decile a tu mujer que no llame al celular de tu hijo porque lo estamos viendo». ¿Cómo pudieron adivinar que yo llamaba a mi hijo? No tuve opción que pensar que si no lo tenían secuestrado, al menos tenían su teléfono”.

A diferencia de otros casos conocidos, la charla de media hora entre el padre del secuestrado y los captores fue en malos términos y se prolongaba en tanto Mariela no podía ubicar al chico, algo lógico a las 5 de la mañana. “En un momento mi marido les dijo que si querían plata que le pasaran con su hijo. Y le dijeron que le iban a cortar los dedos y lo iban a mandar en un ataúd”.

“Entonces —continuó— mi marido les preguntó dónde querían que les entregara el rescate si ellos no estaban en Rosario. Y le contestaron: «Somos profesionales, jefe, no somos improvisados. Tenemos gente en Rosario»”.

Si bien Mariela no alcanzó a entregar nada, la pantomima le demandó casi dos horas de tensión hasta que la policía de Villa Gesell constató que su hijo estaba durmiendo en el hotel donde se alojaba. “La verdad es que tanto la policía de Rosario, que mandaron dos personas a casa, como la de Gesell se portaron muy bien”, dijo finalmente la mujer, todavía indignada por la situación de extrema violencia psicológica que le tocó atravesar.

Fuente: La Capital/Notiexpress

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