Para comprobar si su pareja le fue infiel, le puso un revólver en la cabeza y le preguntó "¿Me engañaste?", y gatilló. Luego, le toco a él, giró el tambor y se disparó. Murió.
Río Negro.- La presunta infidelidad de ella lo devastó. Se sentaron frente a frente en la humilde vivienda en Ingeniero Huergo, Río Negro. Gritos, reproches, lágrimas y nervios, pero sobre todo dolor irracional. Él propuso jugar y la obligó a ser parte. Un arma de fuego y tristeza de amores no correspondidos formaron un cóctel fatal que terminó con la insólita muerte del novio despechado.
Él, Diego, de 23 años, según publica La Mañana de Neuquén sacó un arma de entre sus ropas y obligó a Mari Cruz, de 20, a quedarse quieta y sentada en una silla. Le apuntó y le preguntó por esa supuesta relación paralela: "¿Me engañaste?".
Temblorosa y con lágrimas que recorrían su cara sólo atinó a negarlo. Diego tiritó nervioso, pero no dudó y apretó el gatillo. El tambor del revólver 32 largo giró lento. "clic", sonó cuando el martillo del arma percutó sobre el tambor vacío. "Zafaste, ahora me toca a mí", dijo el joven y dirigió la punta del caño del revólver a su cabeza. La pregunta a sí mismo fue obvia: "¿Te cagué?". No hubo respuesta, sólo el eterno y lento clic del arma. El tambor giró otra vez vacío.
Fue el turno de otra pregunta a Mari Cruz que, encañonada por el frío cilindro de acero del 32 largo, sólo pedía por favor que terminara la locura que se le antojaba eterna. Otro gatillazo y nada.
Impasible, como si estuviera a salvo de la muerte, Diego se puso el arma en la sien derecha y luego de preguntarse lo mismo que ella en ese juego macabro que había propuesto, disparó.
La ruleta rusa terminó en tragedia: el tambor esta vez estaba lleno. El final era previsible, el plomo no tuvo misericordia y salió violentamente escupido hacia la cabeza del novio celoso.
La fría crónica policial relata que él la llamó para dialogar porque el viernes habían decidido terminar la relación por una supuesta infidelidad.
Las casas de ambos están en el mismo lote, y a las 7:35 de ayer, ella cruzó el patio para verlo. Ahí comenzó la pesadilla del horrendo juego, similar al juvenil verdad o consecuencia, pero cuyo inocente final lejos estuvo de lo que finalmente pasó.
Cuando Mari Cruz salió del estupor provocado por el disparo de su ex pareja llamó a la Policía, pero ya era tarde. El dolor nubló la razón de Diego que propuso descubrir la verdad a fuerza de amenazas. Pudo ser ella, pero el destino lo eligió a él.
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