Lorena fue golpeada, quemada y baleada por el papá de sus hijos, quien tras varias horas de aplicarle distintos tormentos, se suicidó. A una semana del hecho, intenta seguir viviendo. “Si te pegan una vez te pegan siempre”, sostuvo.
Hace una semana, Lorena Serrano fue tortura durante varias horas por su pareja y papá de dos de sus hijos, quien tras aplicarle torturas increíbles, se quitó la vida. En diálogo con Radiópolis (Radio 2) contó detalles espeluznantes de esa fatal y sangrienta madrugada y también reflexionó entorno a la violencia de género. “Pensé que había cambiado pero el que pega una vez, pega siempre”, lamentó en medio de una lenta y dolorosa recuperación.
Entrevistada por los periodistas Roberto Caferra y Almudena Munera, esta mujer de 36 años, mamá de 6 chicos –los más chicos son mellizos, hijos del hombre que la agredió – contó que su pareja, dueño de un taller mecánico y 20 años mayor, siempre la maltrató con golpes. En 2012 se separaron luego de que le diera una golpiza salvaje, que le dejó varios huesos rotos. Después, volvería a perdonarlo, envuelta en promesas de cambios y amor verdadero.
La noche del miércoles pasado, decidieron ir juntos al casino. “Yo siempre le tuve miedo porque era muy agresivo. Hacía tres meses me dejó en el Heca, me había hecho un golpe muy grande en la cabeza y el cuello con la pileta del baño. Pero nunca le vi pegarle a nadie, era sólo conmigo”, señaló.
Ese temor que se había ganado por violento, hizo que esa noche, Lorena tuviera el presentimiento que algo iba a suceder. Algo malo, aunque su miedo no llegó tan lejos: la esperaban horas de sometimiento, en las que su pareja la golpeó hasta sacarle los dientes, le rapó su cabellera, la quemó con una plancha y como remate, le disparó un tiro a cada rodilla.
El recuerdo de la víctima es preciso a pesar de que aseguró que en muchos momentos de esa tenebrosa y perversa instancia, perdió la conciencia. “Ya no podía más, le pedía a dios que me lleve, era una tortura. Me pedía que no me muera, que le cuidara a los hijos y me pegaba de vuelta en la panza”, recordó. También, le diría que era “un cagón” y que ella había sido el amor de su vida.
Esta verdadera sesión de torturas terminó cuando el propio agresor se disparó en la cabeza, tras acostarse al lado de la mujer ya desvanecida. “Pensé que lo había cambiado, lo amé como a nadie”, manifestó llorando. “Pero si te pegan una vez te pegan siempre”, destacó en medio de una evidente angustia.
La víctima, de 22 años, se encuentra internada en el Heca con el 35% de su cuerpo quemado. La madre de uno de los sospechosos fue quien denunció el ataque ante la policía.
La pequeña se encuentra en estado crítico tras recibir el impacto del proyectil. La situación es preocupante y se prevé una operación para evaluar su condición.
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