El ex arzobispo de Rosario monseñor José Luis Mollaghan celebró ayer la última fiesta de San Cayetano en Rosario frente a una masiva concurrencia en la plaza Libertad.
El ex arzobispo de Rosario José Luis Mollaghan se despidió ayer de los feligreses en una plaza Libertad colmada que celebró la devoción a San Cayetano. Al finalizar la misa, explicó su alejamiento con un rasgo deportivo. "El director técnico decide los cambios", dijo en alusión al Papa Francisco, quien decidió su traslado. "Lo único que pedí fue no vivir en Roma y me lo concedió. Quería quedarme en Rosario, pero me envía a Buenos Aires para tener facilidad en el trabajo", relató mientras recibía muestras de afecto al ritmo de "Mollaghan no se va".
"Estaré en Buenos Aires, pero como esperamos que pronto funcione el tren voy a ir y venir con más facilidad y seguro que estaré algún otro San Cayetano por aquí", bromeó. Y dijo que desde noviembre pasado le vienen preguntando si es su última misa. "Les respondo que espero tener muchas por delante", continúo el obispo en la cuerda del humor. Justamente ese mes trascendió que el Vaticano tenía una investigación en marcha sobre la diócesis de Rosario, que siempre fue leída a dos vías, tanto por Mollaghan como por los que habían elevado las críticas sobre su proceder.
Ayer, en la homilía, Mollaghan reflexionó sobre la misericordia como condición de un vínculo fraterno. "No juzgar a otro hermano desde arriba de un banquito; a veces alguien me habla de un familiar, de un vecino o hasta de un sacerdote con una larga lista de cosas que tendría que cambiar esa persona («Hace ésto o lo otro», «mire cómo camina o se ríe») y uno piensa cuántas cosas señala de otro, cuánta viga en ojo ajeno", describió el sacerdote.
¿Algo de respuesta personal en esas palabras?, preguntó La Capital. "No, para nada. Hablo en general, San Cayetano es un santo de la misericordia y no se lo puede entender sin la solidaridad entre hermanos", respondió. Además, Mollaghan recordó que en esa misma plaza, un año atrás, rezaron con dolor por las víctimas de la explosión de Salta 2141, a las que el miércoles agregó las pequeñas que murieron pocos días después en el juego siniestrado en el parque Independencia.
"En este día del patrono del pan y del trabajo no quiero olvidar a quienes sufren más, tanta gente pobre en Empalme Graneros, la población de la hermana Jordán, el barrio Toba y Las Flores", dijo el sacerdote. Y añadió a los ancianos, a los que les falta lo necesario, y ese "sector tan vulnerable en la sociedad, el de las adicciones, que siente desmoronada su libertad".
Sobre ese tema, afirmó que la diócesis de Rosario tiene varios centros para trabajar en las adicciones. "El último que se abrió es el Padre Misericordioso, con casas en la ciudad y en Granadero Baigorria, además de otros en Fisherton y en Cañada de Gómez, pero tenemos que hacer mucho más porque es muy poquito", comentó.
El cierre. Antes de terminar la misa que se celebró en la plaza Libertad, para culminar la procesión que había partido desde el templo dedicado a San Cayetano, en Buenos Aires al 2100, un sacerdote llevó la voz cantante del agradecimiento a la tarea pastoral de Mollaghan. De ese modo, inició la despedida con los fieles, que no cesaron aplaudir.
Fue entonces cuando, en el haber del obispo, citó la creación del santuario arquidiocesano en el templo de San Cayetano, como también del rango parroquial que logró para ese mismo lugar. "Quizás eso lo apremiaremos con el paso de los años, ahora le manifestamos nuestro agradecimiento sincero", enfatizó.
"Quiero mucho a Rosario, he trabajado estos años con mucho entusiasmo, visité los pueblos, tuve situaciones nuevas, algunas difíciles, pero todo fue hecho con mucho amor", respondió.
Su nuevo destino será la Congregación para la Doctrina de la Fe, en los casos de pedofilia y justicia. "Espero hacer una modestísima colaboración al lado de tanta gente que ya trabaja en eso", comentó.
"Algún día tomaré el tren y me vengo a celebrar", insistió Mollaghan, quien llegó a la ciudad el 18 de marzo de 2006 con la promesa de visitar las capillas de los barrios. Ayer se despidió en el marco de la fiesta del santo más popular, el que entiende de la vida cotidiana y al que se le pide nada menos que el pan.