La Municipalidad y el Pami debieron finalmente ocuparse de la mujer, que quedó internada. Su hijo se negó a responder por ella.
Una mujer que dijo tener 68 años fue abandonada ayer por su hijo en el bar de la esquina de Sarmiento y San Lorenzo. Tuvieron que intervenir el equipo de operadores de la Municipalidad y el Pami para que la señora pudiera pasar la noche.
Ayer, a las 11, un hombre ingresó con una mujer en silla de ruedas al bar Calabaza. La señora almorzó y al rato apareció su hijo y pagó lo consumido, sin embargo se fue y la dejó allí.
Con el transcurso de las horas, tanto las mozas como Enrique, el dueño del comercio, comenzaron a preocuparse por la mujer que nadie iba a buscar.
Cerca de las seis de la tarde, Enrique llamó a un geriátrico (cuyo dato le aportó la señora) y dio justo con una enfermera que trabaja allí y es clienta del bar, quien se prestó a colaborar.
La enfermera llegó al bar y se sentó con la señora para intentar contenerla y buscar algún lugar para llevarla, pero no pudo obtener información porque los datos que le aportó la mujer eran difusos.
Mientras tanto, más que preocupado, Enrique se hizo del número de teléfono del hijo de la mujer y lo llamó dos veces para que regresara a buscarla.
“Ya hice demasiado”
“Llamé al hijo y me dijo que con 35 años ya había hecho demasiado por su madre, que la sacara y la dejara en la puerta del bar porque él no iba a hacer más nada por ella”, relató el dueño del negocio que se vio abrumado por una situación que lo desbordó.
“Las dos veces que hablé me dijo que la dejara en la calle, y le contesté que lo hiciera él, porque yo soy incapaz de abandonar a una señora en la calle y dejarla a la buena de Dios”, recordó el hombre quien además debía atender a los clientes que estaban en el local la tarde de ayer.
“Finalmente el hijo me dijo que no me iba a atender más porque con su madre ya había cerrado la historia y que no iba a hacer más nada”, agregó.
Mientras tanto, los demás clientes miraban sorprendidos no entendiendo qué ocurría y las mozas intentaban trabajar con normalidad.
Paralelamente, hubo clientes que preocupados se acercaron a la barra dándose cuenta de que algo pasaba y empezaron a colaborar llamando a las distintas reparticiones municipales, provinciales, al Pami, a la policía, al 911, al Sies y a Fiscalía.
Al principio, desde todas las reparticiones respondían que no se podían hacer cargo, o que no tenían competencia en el tema. Sin embargo, cuando la cuestión llegó a oídos de algunos funcionarios municipales, se decidió tomar cartas en el asunto y se activó el protocolo.
Referentes de la Coordinación General del Gabinete municipal, la Secretaría de Control y Convivencia, y operadores de Desarrollo Humano se acercaron al lugar y atendieron la situación de la mujer.
La señora habló con los operadores de personas en situación de calle y la Dirección de Adultos Mayores de la Municipalidad, quienes se conectaron con Pami porque la mujer se encuentra ingresada en el sistema y tiene una trabajadora social asignada.
Se hizo el contacto con Pami I y se le dio ingreso allí donde recibiría atención médica.
También personal municipal se contactó con el hijo y, al parecer, el hombre no la puede contener dada la situación de salud mental de la señora.
Así las cosas, luego de una tarde agitada la mujer quedó en el policlínico desde donde intentarán resolver un caso más que complejo.