El ministro de Seguridad de la Nación evitó dar cifras pero aseguró que están "trabajando muy fuerte" en la ciudad. Indicó que le llama la atención el asesinato del colectivero en Buenos Aires y fustigó a La Cámpora.
El ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, anticipa que "en un par de meses, cuanto mucho", vendrá a Rosario más personal de las fuerzas de seguridad nacionales. Sin embargo, evita dar cifras. "Nosotros tenemos un número que se puede ver en la superficie, y después tenemos dos o tres veces ese personal debajo, haciendo inteligencia criminal", argumenta.
Entrevistado por La Capital, Fernández aseguró que están "trabajando muy fuerte" y "metiendo la mano en lugares escabrosos" y señaló que no le tiene miedo a los chisporroteos con el gobernador Omar Perotti y el intendente Pablo Javkin. "Son cosas de la política", afirmó, y sostuvo que la colaboración entre los tres niveles de gobierno nunca se cortó.
Además, dijo que le "llama la atención" el asesinato del colectivero Daniel Barrientos, que derivó en la agresión de colectiveros de la UTA al ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, calificó la gestión de Alberto Fernández como "excelente" y disparó munición gruesa contra La Cámpora. "Son un montón de pibes que sacan ventaja a una relación que sabe Dios de dónde viene, que no ganaron nunca nada y que un día manotearon una lapicera y arman listas", fustigó.
—Estamos a casi un mes del refuerzo de efectivos federales en Rosario, ¿cuál es su evaluación?
—No hay una evaluación para esta parte, porque nosotros propusimos un plan que comenzó allá por el 20 de septiembre del 2021 y nunca nos hemos detenido. Dentro de un par de meses, cuanto mucho, vamos a venir con otra parte más de personal y se lo estoy anticipando. No es que vino por Empalme Graneros o el tema los Roccuzzo. No tiene nada que ver. Claro, a Empalme Graneros pusimos Gendarmería y la gente del barrio lo vio bien; mejor todavía, pero no lo hicimos por ese tema específico. Estamos abriendo barrio por barrio.
—¿Cuántos efectivos van a venir a la ciudad?
—Nunca lo diría porque nosotros tenemos un número que se puede ver en la superficie, y después tenemos dos o tres veces ese personal debajo, haciendo inteligencia criminal. Para eso necesitamos continuar el trabajo que venimos haciendo con los fiscales provinciales y federales. Nosotros creemos haber cumplido con lo que nos propusimos.
—Dice que la balacera contra el supermercado de los Roccuzzo y la pueblada en Empalme no alteraron el plan, ¿no encendieron alarmas sobre lo que sucede en Rosario?
—Un ex ministro solía decirme una verdad de Perogrullo, pero que es verdad: cuando uno lleva a cabo una acción, tiene una reacción. Es inevitable. Estamos trabajando muy fuerte y estamos metiendo la mano en lugares escabrosos. Nadie está esperando que pase lo que le sucedió al chiquito de Empalme Graneros y ruego a Dios que no vuelva a suceder nada parecido, pero tenemos que seguir profundizando este trabajo.
—En los últimos meses tuvo contrapuntos con el gobernador Omar Perotti y el intendente Pablo Javkin, ¿están trabajando de manera más coordinada nación, provincia y municipio?
—Nunca dejamos de hacerlo. Puede ser que haya algún chisporroteo, pero no le tengo miedo. Son cosas de la política que aprendí desde muy chico. Alejandro Magno fue alumno de Aristóteles. Los dos eran macedonios. Alejandro le preguntó a Aristóteles por qué lo llevaba a Atenas si todos gritaban y opinaban. Aristóteles le dijo que esa la libertad, que no se coarte. ¿Cuál es el tema de discutir con el gobernador y con el intendente? Discutamos si hay que discutir, pero mañana seguimos de vuelta con lo que estamos haciendo porque nos importa a los tres. Yo no me quejo de nadie.
—Hablando de opinar, ¿qué opina del planteo de Patricia Bullrich y otros dirigentes para que las Fuerzas Armadas tengan una intervención mayor en el combate del narcotráfico?
— Me parece un despropósito. La Argentina saldó muy buena parte de su historia con la Ley de Seguridad Interior, la 24.059, y no hay que volver para atrás. Creo que hoy no hay un solo militar que haya estado durante la dictadura. Ese es un beneficio fenomenal que nosotros debemos rescatar y defender. Yo no soy un anti militar, la relación con las Fuerzas Armadas tiene que ser cada vez más fuerte, pero no metiéndolas en este tipo de tareas y restituyendo la posibilidad de participar en seguridad interior cuando no deben tenerla.
—¿Cómo analiza la agresión al ministro Berni?
—Un horror. El ministro tiene que estar en cualquier lugar que considere necesario y más en las condiciones en las que se presentó: se dirigió solo y fue a hablar. La situación me parece una catástrofe, no se puede permitir esa situación. Yo tengo una visión parecida, no me gusta ir con gente. Con el diario del lunes todos ganan el Prode, pero a lo mejor se tendría que haber trabajado más en garantizarse que ahí no habría complicaciones.
—¿Cree que puede haber algún objetivo político detrás del asesinato del chofer?
—No sé, me parece que no. Quiero opinar sobre otra cosa: me llama la atención el hecho. Es un arma cara con municiones Smith & Wesson, que son caras. El arma con la cual matan a este señor es una 40. En Gendarmería tenemos Beretta, que es el arma que encontraron, por lo que puede haber sido robada a alguien. Además, encontramos otra arma que es 40, puede ser Glock o Sig Sauer. Veremos qué es lo que sucede, pero ese tipo de armamento y dos coches de apoyo para robarle la cartera a una señora que iba en el colectivo no se lo traga nadie. Algo está pasando y no sabemos qué es. Esperamos la investigación.
—¿La reacción de los colectiveros y el clima social espeso pueden anticipar un momento más turbulento?
—No, de ninguna manera. La agresión de los colectivos es inaceptable, pero el resto tiene todo el derecho del mundo a estar enojado y bronca. Fusilaron a un compañero de trabajo.
—¿En el gobierno tienen alguna preocupación de que esto pueda derivar en un 1989 o en un 2001?
—No, ninguna.
—Lo paso a la política electoral: ¿sigue creyendo que el presidente tiene que ir por la reelección?
—Lo que dice el presidente es que él quiere garantizar una primaria abierta, simultánea y obligatoria para que el Frente de Todos compita con el mejor candidato. Un montón de gente y yo —no soy el único— creemos que tiene que ser el presidente el candidato que nos represente. Veremos qué decide el presidente.
—Además de usted, ¿qué otros dirigentes están pensando en esa alternativa?
—Cada uno que decida por su suerte. Sé lo que hablo con ellos.
—Si no va Alberto, ¿el mejor candidato es Scioli?
—Hay varios compañeros que pueden. Hay que dejar que todo el mundo trote. Cuando llegue el momento se verá. El 24 de junio se presentan las listas. Faltan sesenta días, que son como 6 mil años. Hay que esperar esos 6 mil años y, cuando llegue el momento, poner al candidato con la mejor de las condiciones para competir en la primaria.
—¿Se puede ganar una elección con 100% de inflación?
—Pongamos las cosas en su lugar: cuando Alberto asumió, tenía 54% de inflación y no había pandemia y no había guerra. La gestión ha sido excelente, porque se resolvió la deuda con los tenedores de bonos, el default interno y la situación con el Fondo Monetario Internacional. Bajó la desocupación, nunca hubo un nivel de inversión como ahora y hay un nivel de obra pública inédito en la historia argentina. Puedo mostrar mil cosas de todo lo que se ha hecho en una gestión con todos los contratiempos que encontró. Sería bueno que cada uno haga un análisis introspectivo.
—¿Por qué Cristina y La Cámpora se diferencian tanto de un gobierno del que son parte?
—Cristina es Cristina, fue dos veces presidenta de la Nación y no voy a estar discutiéndola. La Cámpora es un montón de pibes que sacan ventaja a una relación que sabe Dios de dónde viene, que no ganaron nunca nada y que un día manotearon una lapicera y arman listas. No tienen más estatura que esa. Que hagan lo que quieran, yo no estoy dispuesto a callarme la boca.
—E insisto: ¿por qué se desmarcan tanto de un gobierno que integran?
—Bueno, porque evidentemente tienen esa conciencia que no se condice con la mía. Yo toda la vida he sido un luchador para defender al peronismo. Cuando era muy chico, con 14, 15 años, nos invitaban a aprender a tirar. Yo tiro muy bien con las dos manos, pero ese no era mi palo. Mi palo era ser un cuadro intelectual que pudiera defenderse, y para eso hay que leer mucho, estudiar mucho y aprender mucho de política. No soy un cuadrazo, soy un cuadro que se ganó ese pedacito que yo quise tener para mí. Quiero seguir defendiendo al peronismo y no puedo hacerlo si me callo la boca.