La luz de onda corta de los aparatos impide la segregación de melatonina, una hormona reguladora del sueño. Advierten que un descanso insuficiente repercute en el rendimiento académico.
Los adolescentes que utilizan el smartphone, la tablet o la computadora antes de irse a la cama experimentan mayor dificultad para conciliar el sueño y para permanecer dormidos, según un estudio realizado por investigadores del Instituto Politécnico de Rensselaer, en Nueva York. Los chicos son más sensibles que los adultos a la luz de onda corta que emiten las pantallas, capaz de disminuir la segregación de melatonina, una hormona reguladora del sueño.
En un estudio realizado con 20 adolecentes, se les hizo llevar unas gafas de color naranja durante varias horas antes de irse a la cama. La tonalidad del vidrio anulaba la luz de estos aparatos electrónicos que está enriquecida en el rango azul de la luz, en la onda corta. Cada hora y hasta medianoche se les tomaba una muestra de saliva para analizar la cantidad de melatonina.
Luego repitieron el experimento, pero en esta ocasión sin gafas, y compararon resultados. Así, comprobaron que cuando los chicos no llevaban lentes, tenían unos niveles de melatonina un 23% más bajos una hora después de estar frente a una pantalla, en comparación con las noches en que sí llevaban. Dos horas más tarde, eran un 38% inferiores.
Estos mismos investigadores, liderados por la científica Mariana Figueiro, en un estudio anterior ya habían demostrado que en adultos se produce una caída del 14% de los niveles de melatonina tras dos horas delante de la computadora. Los adolescentes demostraron ahora que son más sensibles a esta luz de onda corta. Y además, a eso se suma que durante esta época de la vida, los patrones del sueño cambian, lo que hace que los chicos se sientan más despiertos hasta más tarde en la noche.
El uso de aparatos electrónicos que emiten luz azul que el cerebro confunde con luz de día puede alterar la segregación de la melatonina y provocar problemas de sueño. Estudios anteriores ya habían sugerido esa relación entre el uso de dispositivos antes de dormir y una peor calidad de sueño. En octubre de 2014 investigadores suizos estudiaron a chavales de entre 15 y 17 años durante dos semanas. Los dividieron en dos grupos: a unos los hacían llevar en casa gafas con filtros para bloquear la luz azul. Y a los otros también les dieron unas lentes pero sin filtros. Luego repitieron el experimento en el laboratorio y midieron la melatonina de los jóvenes y su facilidad o dificultad para dormir. Comprobaron que cuanto menos expuestos estuvieran los chavales a luz azul, más preparados para conciliar el sueño estaban.
Otro estudio, publicado en febrero, realizado con más de 10 mil adolescentes de entre 16 y 19 años de Noruega, concluía que aquellos que usaban dispositivos electrónicos durante más de cinco horas al día tenían el triple de probabilidad de acabar durmiendo menos de cinco horas por noche. Además, al 49% de esos chicos les costaba más de una hora conciliar el sueño. Y es más, los investigadores comprobaron que cuanto más usaban gadgets durante el día, menos dormían y más tardaban en quedarse dormidos.
Aunque la necesidad de sueño varía en función de cada persona, en general a los adolescentes les hace falta dormir entre 8 y 9 horas al día. El descanso es necesario para su rendimiento académico y estado de ánimo, pero también para mantener la salud.
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