El 16 de diciembre del año pasado, Cristián Pérez sufrió un accidente de moto mientras iba circulando por el acceso a la autopista. Colisionó contra la señalización de trabajos de obra que estaba haciendo la municipalidad y que tenían que ver con la reparación de algunos baches. Tras el fuerte impacto, debió ser trasladado al HECA, la lesión más grave que presentaba fue en la cabeza. En este efector estuvo hasta mayo de este año, donde después de la incansable lucha que llevó adelante su hermana Karen y del apoyo de sus padres; se consiguió la derivación al Centro de Rehabilitación PILARES.
En este privado, donde le pedían por su estadía casi 100 mil pesos mensuales, no avanzó demasiado y PAMI al no cumplir con los pagos en tiempo y forma; los directivos le pidieron a la familia de Cristián que consigan otro lugar para seguir con su tratamiento. En contrapartida, sus allegados les solicitaron que les dieran algo más de tiempo para acceder a lo necesario y que él pudiese ser trasladado con internación domiciliaria.
Algo de lo fundamental que necesitaban era la bomba de alimentación, que todavía PAMI no les entregó. Sin embargo, Karen señaló que alguien les prestó una y es por ello que se concretó el traslado sino hubiese sido imposible “porque la necesita para vivir”.
Fue entonces que el viernes pasado se materializó la noticia más esperada, Cristián regresó a su domicilio. Ya está en su casa. Lo está atendiendo una enfermera tres veces al día, Karen le suministra la medicación y tiene que recibir la visita de un médico una vez a la semana; es decir que a la fecha está controlado. Mientras que en poco tiempo comenzará su etapa de rehabilitación con un kinesiólogo.
Karen detalló que él “clínicamente está perfecto. Lo que todavía falta es toda la parte de kinesiología porque él no camina, no habla, no come; pero con el tiempo, con mucha paciencia y fe él va a salir adelante”.
“En la clínica estaba tres horas por día con mi mamá, yo iba dos veces por semana y el resto del día él estaba mirando el techo; ahora se nota que él está feliz”, agregó e interrumpió su relato porque la emoción no le permitía seguir hablando. Luego de tomarse unos segundos, siguió y dijo con toda claridad en sus palabras: “Empezó a sonreír”; más aún al tener contacto con su mascota y al ver a su sobrino. Manifestó que se lo nota motivado y que “ahora empezó a responder las órdenes básicas como dame una mano o levantá el pie. Lo empezó a hacer a pesar de que me habían dicho que no lo iba a poder lograr y ahora lo está logrando”.